Sus ojos

No son bellos ni llenos de incentivos
para hacer, concebir hondas pasiones;
no tienen del amor las ilusiones,
ni se adornan de lúbricos motivos.

No les prestan sus brujos atractivos
las pestañas que rinden corazones;
ni engañosos, violados ojerones
para hacerlos ardiente, sugestivos.

¡Pero tienen mirando tal dulzura
que por nada en el mundo cambiaría,
cuando miran preñados de ternura!

¡Tuyos son estos ojos, madre mía!
Tan bellos para mí, que su hermosura
sólo tienen un par ¡los de María!

José Quintero Carrasco

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