A Belisa


   La primera de amor dulce metralla
que a tu orgullo lance, Belisa bella,
consideré cayera cual centella
en ese corazón cota de malla.

   Perdido al verme en la primer batalla
creíste que mi amor se ahorcara en ella,
mas no ha nacido con tan mala estrella
ni tú has de ser inexpugnable valla.

   Una traílla tengo de bambolla
con que armar zipizape que haga bulla
y darte con mi amor pan y cebolla.

   Busca para guardarte una patrulla
si ha de morir mi amor tú eres la argolla
y yo, Belisa hermosa, la cabulla.

Indalecio San Román



A la alegría

Vida del alma, saludable encanto
que de mi juventud la gloria fuiste
¿por qué me abandonaste? ¿por qué huiste?
¿por qué dejaste al que te quiso tanto?

¡Dejarme y para siempre! a tal quebranto
¿qué daños o qué ofensas recibiste?
¿por qué en tu propio ser no me absorbiste
como hoy mi corazón absorbe el llanto?

Mas ya comprendo: fue mi fantasía
engendro de este amor que creí eterno
pensando que jamás se acabaría.

Pero tú buscas juventud, no invierno;
sueño ha sido mi amor, dulce alegría,
y viejo al despertar hallé el infierno.

Indalecio San Román


A la noche

¡Oh tú Reina del mundo y gran señora
cuyo rostro en el cielo se dilata
y en las plateadas aguas se retrata
para inspirar mi mente pensadora!

¡Oh tú de mis ensueños creadora,
luz de la inspiración que me arrebata,
e imán de la pasión sublime e innata
que el corazón y el alma me devora!

Niégame hasta el placer de contemplarte
y en pago dame el sueño que deseo
para que pueda más que nunca amarte;

porque tan triste y mísero me veo
que hasta forzoso me es abandonarte
por los divinos sueños de Morfeo.

Indalecio San Román



A una coqueta


   Creísteme sin duda mentecato
viéndome tras tu amor correr inquieto,
y a fe que me pusiste en tanto aprieto
que hasta me hiciste en los tejados gato.

   Diste a mi tierno amor tan duro trato
que aunque con vida estoy, soy esqueleto,
pero antes de morir mi dulce objeto
conseguiré según por él combato.

   En el garito has de caer pues noto
que ya tu corazón está de luto
viéndome en este mar tan buen piloto.

   Quien siembra cogerá buen o mal fruto,
dulce ha de ser el mío y no remoto
pues aquel mentecato se hizo astuto.

Indalecio San Román


Al pueblo


   No en mármoles, ni en bronces, te lo juro,
escrito el nombre quiero sea que llevo,
a una gloria más sólida lo elevo,
laurel más envidiable yo le auguro.

   El lugar que anhelante le procuro,
que a tanto en mi ambición y fe me atrevo,
está en tu corazón a quien conmuevo
con la consagración de mi amor puro.

   En él quiero mi nombre quede escrito
que el corazón del pueblo no una tumba
sino un altar paréceme bendito.

   La cárcel de mi alma se derrumba,
a gozar ésta va de lo infinito,
guarda mi nombre y lo demás sucumba.

Indalecio San Román








No hay comentarios: