"A fines del verano de 1900 lo primero que yo aprendí fue ver a centenares de mujeres Boer que quedaron pobres y harapientas por nuestras acciones de guerra… las mujeres pobres quienes eran dirigidas como sostén de correo, necesitaban protección y asistencia organizada."

Emily Hobhouse


"En algunos campos, dos, e incluso tres grupos de personas ocupa una tienda y de 10, e incluso 12 las personas, se apiñan frecuentemente en tiendas en las cuales la capacidad es de aproximadamente 14 metros cúbicos (500 pies cúbicos).

Llamo a este sistema de campos el de mayor crueldad mayor… para mantener estos campos es común el asesinato de niños.

Esto nunca puede ser limpiado de las memorias de las personas. Afecta más fuerte a los niños. Ellos caen por el calor terrible y por la insuficiente e inadecuada comida; cualquier cosa que hagas, cualquier cosa las autoridades hagan, y hacen, creo, lo mejor que pueden con medios muy limitados, es sólo un miserable parche en un enorme enfermo. Miles, físicamente desajustados, están puestos en condiciones de vida que no hay fuerza que aguante. Frente a ellos es sólo ruina … Si sólo las personas inglesas intentaran ejercitar un poco su imaginación – un cuadro con una escena de entera desgracia. Los pueblos enteros desarraigados y vertidos en sitios extraños y descubiertos.

Las mujeres son maravillosas. Lloran muy poco y casi nunca se quejan. La gran magnitud de sus sufrimientos, sus indignidades, la pérdida y la ansiedad parece un ascensor que las eleva más allá de las lágrimas… sólo se corta cuando se renueva en ellas a través de los sentimientos que le sacan fuera sus niños.

Algunas personas en la ciudad todavía afirman que el Campo de concentración es un paraíso de felicidad. Estaba en el campo hoy, y justo en una encontré algo – El enfermero, mal alimentado y sobre explotado, dejándose caer su cama, difícilmente capaz de aguantar en pie, después de atender a treinta enfermos de tifus y otros pacientes, con la única ayuda de dos jóvenes cocineras Boer que hacían de enfermeras. En la tienda próxima, una criatura de seis meses aferrándose a su vida encima de la rodilla de su madre. Dos o tres otros cayendo enfermos en esa tienda.

Luego, una chica de veintiún años moribunda en una camilla. El padre, un gran y gentil Boer arrodillando junto a ella, mientras en la tienda próxima, su mujer miraba un niño de seis, también muriendo, y uno de aproximadamente cinco años cayendo enfermo. Ya esta pareja había perdido tres niños en el hospital y así que no dejarían que estos se fueran, aunque supliqué con fuerza que les sacaran de la tienda. No puedo describir lo que es ver a estos niños postrados en un estado de derrumbamiento. Son como flores mustias arrancadas de raíz. Y uno tiene que pararse y mirar tal miseria y ser capaz de hacer casi nada.

Era una niña espléndida y disminuyó a piel y hueso ... La criatura estaba tan débil que debió pasar a recuperación. Hicimos lo que pudimos pero hoy murió. Sólo fueron 3 meses pero esa pequeña cosita… estaba todavía viva esta mañana; cuando llamé por la tarde ellos me hicieron señas para ver la cosa minúscula postrada, con una flor blanca en su débil mano. A mí me pareció como “matar un inocente”. Y una hora o dos más tarde otro niño murió. Otro niño murió en la noche y encontré los tres pequeños cadáveres siendo fotografiados para que lo vieran algún día sus padres ausentes. Dos pequeños ataúdes blancos esperando en la puerta y un se necesitaba un tercero. Era feliz de verles, en Springfontein, una mujer joven tuvo que ser enterrada en un saco, y eso daña tristemente sus sentimientos.

Era una posición tan curiosa, hueco y podrido al centro del corazón, para haber hecho por todas partes del Estado las grandes e incómodas comunidades de personas que ustedes llaman refugiados y decir que las están protegiendo, pero ellos se llaman así mismos prisioneros de guerra, detenidos en forma obligatoria y detestando vuestra protección. Están cansados de ser llamados por los agentes refugiados bajo “la amable y benefactora protección de los británicos”.

En la mayor parte de los casos nunca hubo ninguna pretensión de traición, o encubrimiento de municiones, o entrega de alimentos o cualquier cosa. Fue solo una orden dada para despoblar el país. Aunque en los campos se les llama de refugiados, hay en realidad un muy pocos de estos –quizás sólo media docena en algunos campos. Es fácil de decirles así, porque están puestos en los mejores entoldados y les han dado tiempo para traer mobiliario y ropa, en su mayoría por sus propios medios y en gran parte por personas superiores. Muy pocos, si es que los hay, los busca.
Aquellos que están padeciendo más agudamente y quiénes más han sufrido una pérdida, tanto por la muerte de sus niños como la pérdida de sus posesiones a fuerza de fuego y espada, tal como aquellas mujeres en los campos de concentración, que tienen la más notable paciencia y nunca expresan un deseo a sus hombres que sean a quienes se los quiten. Debe estar luchado allá fuera ahora, piensan, hasta el amargo final. Es un negocio muy costoso en el que Inglaterra se ha embarcado, e incluso a ese costo difícilmente las más básicas necesidades pueden ser proporcionadas, y sin ninguna comodidad. Es tan extraño de pensar que en cada tienda hay una familia, y que cada familia tiene problemas – la pérdida en su pasado, pobreza por delante, enfermedad, privation y muerte en el presente. Pero están muy bien, y dicen estar convencidos de ser alegres y hacer lo mejor de todo. La gente en el campo Mafeking estaban muy sorprendidos al oír que las mujeres inglesas les daban un golpecito de cariño o por pena. Les ha hecho muy bien oír que la verdadera compasión la sienten en casa, y soy tan feliz de haber luchado a mi manera aquí y sólo por esta razón."

Emily Hobhouse



"La imagen de apatía e impaciencia mostrada aquí, que se negó a prestar atención a la miseria inmerecida, contrastaba tristemente con las escenas de miseria en Sudáfrica, todavía frescas en mi mente. Ninguna barbaridad en Sudáfrica fue tan severa como la desolación crueldad de un parlamento apático."

Emily Hobhouse


"Las mujeres pobres que estaban siendo conducidas de un pilar a otro, necesitaban protección y asistencia organizada. Y desde ese momento estaba decidida a ir a Sudáfrica para prestarles asistencia". En octubre de 1900, formó el Fondo de ayuda para mujeres y niños sudafricanos. El objetivo de la organización era "Alimentar, vestir, albergar y salvar a mujeres y niños, boers, ingleses y otros, que quedaron en la indigencia y harapientos como resultado de la destrucción de la propiedad, el desalojo de familias u otros incidentes resultantes de las operaciones militares."

Emily Hobhouse



"Me resulta imposible expresar los sentimientos que me dominaron cuando me enteré de la sorpresa que me había preparado. Mi primer impulso fue no aceptar ningún regalo, o dedicarlo de otra manera a un fin público u otro. Pero después de haber leído y releído su carta, he decidido aceptar su regalo con el mismo espíritu simple y amoroso en el que me lo enviaron."

Emily Hobhouse



"Se fueron a dormir sin que hayan hecho ninguna provisión de alimentos para ellos y sin ninguna cosa para comer o para beber. Vi multitudes de ellos a lo largo de las líneas de ferrocarril en un clima amargo y frío, en una lluvia torrencial – famélicos, enfermos, muriendo y muertos. No les entregaron jabón. El suministro de agua era inadecuado. No se entregaba cama ni colchón. El combustible era escaso y tuvo que ser recogido por las propias personas de los arbustos verdes en crecimiento en los kopjes (cerros pequeños). Las raciones eran extremadamente magras y cuando -y así lo experimenté con frecuencia- la cantidad real entregada fue menor a la cantidad prescrita, eso sólo significaba hambruna."

Emily Hobhouse



"Vine con mucha naturalidad y en obediencia al sentimiento de unidad o integridad como mujeres... Cuando una comunidad ha sido sacudida desde sus bases, aquellas profundidades abismales de privación llama a cada una y eso hace que una unidad más profunda de humanidad se manifieste."

Emily Hobhouse










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