A la sabiduría

Pluguiera a Dios, que en ti, Sabiduría
(Guía del alma, y celestial lumbrera)
hubiera yo empleado el largo día,
la fría noche, el tiempo, que perdiera.

Tuviera con tu dulce compañía
alegría en lo adverso, y paz entera:
viera lo que no vi cuando creía,
que veía, lo que ver jamás quisiera.

Vencido de ignorancia, pobre, y ciego
entrego a ti el ingenio envejecido
despedido del ocio y vano juego,

ruégote le recibas, que aunque ha sido
perdido por su gran desasosiego,
sosiego ha de hallar a ti rendido.

Juan Díaz Rengifo


Al Santísimo nombre de Jesús

Sagrado Redentor, y dulce Esposo,
peregrino, y supremo rey del cielo,
camino celestial, firme consuelo,
amado Salvador, Jesús gracioso:

Prado ameno, apacible, deleitoso,
fino rubí engastado, fuego en hielo,
divino amor, paciente y santo celo,
dechado perfectísimo y glorioso:

Muestra de amor y caridad subida
diste, Señor, al mundo haciéndoos hombre,
tierra pobre, y humilde a vos juntando,

Veniste hombre, y Dios, amparo y vida,
nuestra vida y miseria mejorando;
encierra tal grandeza tal renombre.

Juan Díaz Rengifo



Guarda mundo tu flaca fortaleza

Guarda mundo tu flaca fortaleza,
fortaleza de carne no la quiero,
quiero servir a Aquel, en quien, si espero,
espero hará de roble mi flaqueza.

Flaqueza en la virtud es gran vileza,
vileza no consiente un caballero,
caballero en la sangre, no en dinero,
dinero, que oscurece la nobleza,

nobleza verdadera en Dios se halla,
hállala el que, a sí mismo despreciando,
preciando solo a Dios, en él se honra.

Honra Dios a los suyos, cuando calla,
calla porque en silencio está ayudando,
dando paciencia y honra en la deshonra.

Juan Díaz Rengifo


Soneto continuo

Ceniza espiritada, vil mixtura,
hombre de polvo, y lágrimas formado,
por ley divina a muerte condenado:
¿por qué no pones freno a tu locura?

Comienza ya a llorar con amargura,
lo mucho que a Dios tienes enojado,
la mala vida, el tiempo malgastado,
si no te quieres ver en apretura.

Llamándote está la sepultura,
lugar estrecho, do será enterrado
deleite, honra, mando y hermosura,

y cuanto en esta vida es estimado:
El alma es inmortal, y siempre dura,
en sola ella emplea tu cuidado.

Juan Díaz Rengifo









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