“A mí me tocó nacer en el justo medio del Río de la Plata.”

Horacio Arturo Ferrer Ezcurra


Balada para mi muerte

Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.

Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis.

Hoy que Dios me deja de soñar,
a mi olvido iré por Santa Fe,
sé que en nuestra esquina vos ya estás
toda de tristeza, hasta los pies.
Abrázame fuerte que por dentro
me oigo muertes, viejas muertes,
agrediendo lo que amé.
Alma mía, vamos yendo,
llega el día, no llores.

Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
que es la hora en que mueren los que saben morir.
Flotará en mi silencio la mufa perfumada
de aquel verso que nunca yo te supe decir.

Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia,
como sombras fugadas de un cansado ballet,
repitiendo tu nombre por una calle blanca,
se me irán los recuerdos en puntitas de pie.

Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.

Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis,
cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!

Horacio Arturo Ferrer Ezcurra



"El tango es un conjunto de artes y una manera de ser, de vivir; ser tanguero es una forma de transitar por la existencia, aun sin tocar un instrumento, sin cantar ni bailar, mezcla bohemia, trabajo, ilusiones y formas de amar, tiene un lugar importante para la amistad."

Horacio Ferrer


"El tango no necesita a nadie que lo defienda. Se ha defendido solo, con su renovación, su capacidad de cautivar y sus cuatro artes: la música, la danza, el canto y la poesía. El tango tiene una personalidad tan grande que, como decía Pugliese, ¡hasta los tangos feos son lindos! “Fumando espero”, por ejemplo, es feísimo. “Fu-man-do-es-pe-ro-a-la-mu-jer-que-quie-ro...” Le falta gracia, tiene algo de cuplé, pero aun así tiene algo. Y si lo escuchamos por Di Sarli, ya es otra cosa."

Horacio Ferrer


"El tango no se puede definir. No responde a una estructura genética predeterminada, va cambiando con el fraseo, con los que cantan, va cambiando con los que bailan... Hay algo que es muy importante: el tango es serio, aunque sean jocosas algunas letras. El tango es serio, tiene mucha humanidad, tiene mucho ser, mucho ser humano dentro, de todas las especies, épocas, pintas, alcurnias; es atorrante y ducal."

Horacio Ferrer


“Hasta los tangos feos son lindos.”

Horacio Ferrer



La primera palabra 

Madre tierra, madre mía, ya navego tu placenta,
voy braceando por tu carne, siento ganas de nacer.
En la orilla de tu lengua dame puertas, compañera,
que entre todas tus palabras la primera yo seré.

Te golpeo la saliva con un toro de seis cuerdas,
del costado emocionante de tu boca naceré.
Madre, armame grito andante con las armas que calientan
las milongas de Yupanqui, los bembones de Guillén.

América, parime bien.
América, gritame bien.
Y América, cantame en español.
Posados en tu sangre, igual que yo,
los pájaros de la revolución,
esperan que nos digas cómo son
la letra y la tonada de tu fe.
América, parime bien.
América, gritame bien.
Y América, cantame en español.

Madre tierra, te reanudo la vergüenza más varona,
las raíces de tu gesto, los oleajes de tu sed,
con tu lado de fusila, con tu parte tiburona,
defendeme, madre mía, tengo apuro de nacer.

Voy sin plata para cuna, voy sin tiempo para muerte,
sola en una caracola que recuerde, creceré,
que recuerde las pleamares de tus criollos y las cuente
con las voces casi una de Neruda y de Gardel.

Horacio Ferrer



La última grela

Del fondo de las cosas y envuelta en una estola
de frío, con el gesto de quién se ha muerto mucho,
vendrá la última grela, fatal, canyengue y sola,
taqueando entre la pampa tiniebla de los puchos.

Con vino y pan del tango tristisimo que Arolas
callará junto al barro cansado de su frente,
le harán su misa rea los fueyes y las violas,
zapando a la sordina, tan misteriosamente.

Despedirán su hastío, su voz, su melodrama,
las pálidas rubionas de un cuento de Tuñon,
y atrás de los portales sin sueño, las madamas,
de trágicas melenas, dirán su extremaución.

Y un sordo carraspeo de esplín y de macanas,
tangueandole en el alma le quemará la voz,
y muda y de rodillas se venderá sin ganas,
sin vida, y por dos pesos, a la bondad de Dios.

Traerá el olvido puesto; y allá en los trascartones
del alba el mal, de luto, con cuatro besos pardos,
le hara una cruz de risas y un coro de ladrones
muy viejos sus extrañas novenas en lunfardo.

Que sola irá la grela, tan última y tan rara,
sus grandes ojos grises trampeados por la suerte,
serán sobre el tapete raído de su cara
los dos fúnebres ases cargados de la muerte.

Horacio Ferrer



"Los versos no son para leer, son para oír, como la música."

Horacio Ferrer


Milonga para Borges

La luna pampa le entrega
su bastón definitivo,
Jorge Luis Borges, señores,
nos lleva a sus santos sitios.

Van varios Borges en uno:
es el Dios de lo que ha escrito,
es otro el Borges mortal
y es otro que aún no ha nacido.

La historia y la fantasía
sus dones que son lo mismo
toreándose tras su frente
con atareados cuchillos.

Por calles de Buenos Aires
provocará el laberinto
del amor y los cabales
mitos de sueño argentino.

Una voz cantó en Islandia
y otra allá en Palermo antiguo
para que Borges fabule
la angustia de un tigre liso.

¿Qué venturoso arrabal
del mundo lo ha recibido
que las deidades tanguean
en el solar de sus libros?

La rosa va en su solapa
y recordó cien suspiros,
él sólo recuerda un beso
que no fue correspondido.

Las mil y una noches criollas
lo nombran con su cariño,
-Se nos ha muerto el poeta.
Y él dice: -No. No he podido.

Tenga Borges su milonga, sí,
con el respeto debido.

 Horacio Ferrer


Preludio para el año 3001

Renaceré en Buenos Aires en otra tarde de Junio,
con estas ganas tremendas de querer y de vivir.
Renaceré fatalmente, será el año tres mil uno
y habrá un domingo de otoño por la plaza San Martín.

Le ladrarán a mi sombra los perritos vagabundos,
con mi modesto equipaje llegaré del Más Allá,
y arrodillado en mi Río de la Plata lindo y sucio,
me amasaré otro incansable corazón de barro y sal.

Y vendrán tres lustrabotas, tres payasos y tres brujos,
mis inmortales compinches gritándome "¡Fuerza, che,
nacé, nacé, dale pibe, metéle hermano, que es duro,
pero muy bueno el oficio de morir y renacer!"

Renaceré, renaceré, renaceré,
y una gran voz extraterrestre me dará
la fuerza antigua y dolorosa de la Fe,
para volver, para creer, para luchar.

Tendré un clavel de otro planeta en el ojal,
porque si nadie ha renacido, ¡yo podré!
Mi Buenos Aires siglo treinta y uno, ya verás:
renaceré, renaceré, ¡renaceré!

Renaceré de las cosas que he querido mucho, mucho,
cuando los dioses digan bajito "Volvió..."
Yo besaré la memoria de tus ojos taciturnos,
para seguirte el poema que a medio hacer me quedó.

Renaceré de las frutas de un mercado con laburo,
y de la mugre serena de un romántico café,
de un sideral subterráneo Plaza de Mayo a Saturno
y de una bronca de obreros por el sur renaceré.

Pero verás que renazco en el año tres mil uno,
y con muchachos y chicas que no han sido y que serán,
bendeciremos la tierra, tierra nuestra, y te lo juro
que a Buenos Aires de nuevo nos pondremos a fundar.

Renaceré, renaceré, renaceré,
y una gran voz extraterrestre me dará
la fuerza antigua y dolorosa de la Fe,
para volver, para crecer, para luchar.

Traeré un clavel de otro planeta en el ojal,
porque si nadie ha renacido ¡yo podré!
Ciudad del siglo treinta y uno, ya verás:
renaceré, renaceré, ¡renaceré!

Horacio Ferrer


 Te quiero che

Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Cuidado que en la calle
cualquiera en que te encuentre,
te haré un amor antiguo,
lindísimo, insolente.
Y allí te voy a dar
mi beso principal,
igual que el primer beso
en la primera ciudad.

Cuando te encuentre,
los municipales que pintan
las rayas blancas y amarillas
en el asfalto, sin saber por qué
llenarán todas las calles de te quieros.
Y la gente, como un raro instinto,
quemará en el medio de las plazas
todos los libros que no dicen te quiero.

Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Armados de un abrazo
y un beso inmemoriales,
que escándalo seremos,
que dos barbaridades,
queriéndonos querer,
yo hombre y vos mujer,
igual que el primer hombre
y la primera mujer.

Cuando te encuentre
voy a salir al escenario del Colón,
y en medio de una función de gala
cantaré un te quiero
del tamaño de una ópera,
y desde el río hasta Liniers,
las chimeneas serán tubos
de un armonium delirante
que tocará te quiero.

Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Ya tengo a mis dos manos
tuteando a tus caderas:
te voy a dejar toda
fecunda de poetas,
un pueblo vas a ser,
¡qué amor que te daré!
Habrá primero un trago
y un cigarrillo después.

Cuando te encuentre,
me convertiré en un alegre
terrorista de te quieros,
para que tiemblen los que no se aman.
Y en nuestro primer abrazo
empezarán a abrazarse también,
los dos últimos enamorados
que habitarán la tierra,
y que un día melancólico y por venir
se dirán: te quiero.

Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Tu blusa y mi camisa
volando en una escoba,
harán un ejercicio
celeste de palomas,
queriéndose querer,
peleando por querer
igual que el primer hombre
y la primera mujer.

Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Te quiero, quiero, que te quiero, che.

Horacio Ferrer





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