A una mujer

Erguido de sol
ebrio de existencia
respiro tu piel
eterno brote
que arde en primavera.
Tus labios
una flor mojada
por el rocío
nocturna copa de cristal
flotando sobre el río.

Juan Pomponio


Al despertar

Cada uno de nosotros tendrá
que ubicar el origen del sol
el motivo de la luna
el sueño de las estrellas.
El brillo del camino espera
por el coraje de aquellos hombres
despiertos.

Juan Pomponio


Desde los inicios

El humo del silencio se eleva
hacia la emoción póstuma.

No hay sonidos
tampoco silencios.

Sólo un sencillo arrullo
de pestañas ilusionadas
que refrescan la pasión
arrebatada por imágenes sagradas.

Una metáfora busca su refugio
camina entre tu sangre libre
navega por arterias rítmicas
te buscan sin respiro ni pausa.

Tal vez el milagro del amor
pueda elevar la plegaria
de conquista y disolver
tu alma abandonada.

Juan Pomponio


El pentagrama de la bruma

Mirar la música con  ojos abiertos,
como los de un pez melancólico
añorando el cauce del río olvidado.

Mirar la música desde adentro
calcinar el resto del alma que aún perdura
sobre el pentagrama enigmático,
donde todas las notas se abrazan
para iniciar el periplo poético
de contemplar el cielo furioso
pronto para la descarga fulminante,
deslizándose a través de tus paredes
rosadas por la erupción,
vaciándose despacio
sobre el estanque milenario
que destila una miel desolada.

Una abeja teje un destino de líneas paralelas.

El destino propone el camino
desdibujado por la bruma entrometida

entre tu vuelo y el silencio.

Silencio de paredes movedizas
que caen buscando tu razón.

Juan Pomponio


Feraz

El durazno se parte en medio de la jungla
cruje el carozo y retoma el sendero
y se abre encendiendo fuegos verdes:
despierto orgulloso y bostezo
y contemplo el espacio sin lugar.
Lanzo el delgado cordel sedoso
y se convierte en amarra, en puerto,
en desesperados ojos de mar abierto.
Rastreo tus semillas amazónicas
observo brotar el humo blanco del barro
seleccionado con manos de alfarero.
El durazno se esfuma en la bruma,
se aparean las flores de la selva
sexos enfermos de colores audaces,
pistilos del alma arremeten
contra el vendaval de clorofila enamorada,
cabalga un luminoso corcel
chorrea el semen urgente, decapita estrellas.
El rastro de las semillas esparcidas
marca el reguero de la sangre confundida:
elabora corcheas, fabrican pigmentos,
brotan soles, desarrollan encuentros.
Aparecen bestias y gnomos y duendes
y gárgolas y se gestan criaturas adiestradas.
El rostro de la selva es asesinado
Por una cuchillada de luz
segmenta orígenes:
selecciona muslos, aprisiona los senos
y succiona la fresca leche del suplicio.

Juan Pomponio


La casa de las palmeras

La casa de las palmeras flota
sobre tus ojos:
tiene la esencia del mismo amor.
Como las tardes de aquella vida,
como los crepúsculos de aquella historia.
El lugar donde crece tu imaginación
tiene el sentido de la vida
y mi vida viene de tu sangre
y de ella crezco hacia el universo
y del universo regreso con estrellas.

Juan Pomponio


Otra vez la noche

Una lengua invisible dicta hechizos
el conjuro del brujo arrima metáforas.

El flujo imaginario salpica lámparas.

Amor de tantos lugares.
Amor de tantos momentos.

Puedo contemplar las vértebras azules
iluminando el horizonte.

Juan Pomponio


Trópico

"Ha comenzado a sonar la campana del témpano que deambula por selvas tropicales, se derrite el agua y tu figura labrada aparece. Ya estás en ese preciso lugar, donde exóticos pájaros fornican en tu nombre. Las estrellas descubren sus senos derramando una leche tibia que cae como llovizna de medianoche. Todos se embriagan y corren desaforados, la orgía comienza, la selva tiembla: algo inesperado ha comenzado. El candombe de la magia seduce cada contacto, los peces oscuros cobran vida. Y una cadencia insuperable recorre el río por arriba y por abajo. Hojas múltiples aceleran la fotosíntesis y crecen desmesuradas cobrando formas humanas para que todos los seres vivos puedan disfrutar la presencia del tiempo que se tiende en hamacas a descansar. Los minutos se detienen, ya está todo listo, y para qué te visto, si vas desnuda: pirañas sonámbulas muerden tu carne y una carnicería de orgasmos retumba sobre colchones de esmeraldas."

Juan Pomponio















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