A.  M. C.

En el Cielo, si lo hay para el que llora,
para las penas de quien sufre tanto;
si es del amor el foco puro y santo,
llama que brilla pero no devora;

si en espadas del Cielo un alma mora
que escucha el rezo y nos enjuga el llanto...;
si hay padre, que nos cubra con el manto
de amor piadoso -que no siento ahora...

 El Cielo, oh Virgen, quebrará mis males:
allí he de renacer, yo que he venido
al mundo a padecer sólo dolores.

Allí, lirio de valles celestiales,
teniendo fin también habrán nacido,
para no terminar, nuestros amores."

Antero de Quental
Traducción de José Antonio Llardent
Sonetos selectos


Con los muertos

"¿Dónde están los que amé? Idos, dispersos,
girando en torbellinos siderales,
llevados como en sueños irreales
en la fuga y derrumbe de universos…

 Yo mismo estoy, en la corriente inmersos
mis pies a la merced de temporales.
ante la blanca espuma que a raudales
envuelve, aquí y allí, bultos diversos... 

Mas si paro un momento, si consigo
cerrar los ojos, siento que a mi lado
de nuevo los que amé viven conmigo. 

Les veo y oigo, a mí me ven también,
juntos en el antiguo amor sagrado,
comunión ideal de eterno Bien. " 

Antero de Quental
Traducción de José Antonio Llardent



"Dijo un hombre de Estado inglés del siglo pasado, que era también por cierto un perspicaz observador y un filósofo, Horacio Walpole, que la vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan. Pues bien: si hemos de acabar trágicamente, nosotros, portugueses, que sentimos, prefiramos con mucho ese destino terrible, pero noble, a aquel que le está reservado, y tal vez en un futuro no muy remoto, a Inglaterra que piensa y calcula, el cual destino es el acabar miserable y cómicamente."

Antero de Quental
Del libro Del sentimiento trágico de la vida de Miguel de Unamuno, página 264



Espectros 

¡Espectros que veláis cuando a disgusto
me adormezco un momento, y que inclinados
sobre mis sueños breves y cansados
llenáis las noches de terror adusto! 

De qué me vale a mí ser puro y justo
y entre combates siempre renovados
disputar día a día de los Hados
una parcela del saber augusto, 

si- mi alma habrá de ver sobre sí inscritos
siempre esos ojos trágicos, malditos,
¡si en un sueño de angustias desoladas 

los siento yo verter sobre mi lecho,
una a una verter sobre mi pecho,
sus descreídas lágrimas heladas!"

Antero de Quental
Traducción de José Antonio Llardent


Idilio 

Cuando vamos los dos, las manos dadas,
cogiendo en valles lirios y boninas,
y vencemos de un soplo las colinas,
del rocío nocturno aún orvalladas, 

o contemplando el mar desde peladas
alturas vemos nubes vespertinas,
que parecen fantásticas rumas
en lejano horizonte amontonadas:

¡cuántas veces de súbito enmudeces!
No sé qué luz en tu mirar fluctúa;
siento temblar tu mano, palideces...

Mar y viento susurran oraciones,
y el poema del mundo se insinúa,
lento, amoroso, en nuestros corazones."

Antero Tarquínio de Quental
Traducción de José Antonio Llardent


Lo que dice la muerte 

"Dejad venir a mí a los que lucharon;
dejad venir a mí a los que padecen,
y a aquellos que con tedio contemplaron
sus vanas obras, y las escarnecen. 

En mí dolores que os acibararon,
Duda, Pasión y Mal, se desvanecen.
Torrentes de aflicción que no cejaron,
en mí, como en el mar, desaparecen."

La Muerte ha hablado así. Verbo velado
y silencioso intérprete sagrado
de todo lo invisible. Muda y fría.

Pero es en su mudez más retumbante
que el clamoroso mar, más rutilante­
desde su noche que la luz del día…"

 Antero de Quental
Traducción de José Antonio Llardent







No hay comentarios: