Abuela Gringa

Mi mundo fue la casa de la abuela,
con el parral, malvones y glicinas,
y un cielo de gorrión y golondrinas,
que me esperó a la vuelta de la escuela.

Trepar a las higueras fue la fiesta,
para robar las brevas perfumadas,
y saborear la culpa apresurada,
en un rincón, en medio de la siesta.

El jaulón del abuelo y aquel canto,
de jilgueros, canarios, cardenales.
Inolvidables trinos irreales.

Pero yo lo viví y hoy lo recuerdo,
cuando en un tiempo de soñar me pierdo,
y vuelvo al patio aquel que quise tanto.

Horacio Di Giuseppe

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