Ahora ya me sé

Ahora ya me sé
las sedientas palabras
de este amor inconcluso;
que son el ardiente abecedario
del que buscaba desesperado
el lugar exacto donde tocarte
hasta llevarte a los espasmos y los temblores.

Ahora ya me sé
el terrible abecedario,
las calientes sílabas
de hurgarte adentro
con este pobre y latente caballo ciego.

Ahora ya me sé toda la fresca sed del deseo;
su devastador lenguaje de olores,
su catálogo secreto de imágenes,
las deliciosas perversidades del solo;
de cuando estás ausente.

Ahora ya me sé sediento
e irremediablemente perdido.

Israel Ruiz Cumba


La sed

En esta esquina
que el zaguán bendice con sombra;
contra el fiero mediodía
se detuvo el caballo.
Jadeando.
Bebió sombra que no era agua.
Bebió antiguo recuerdo de humedades,
sació su sed con sombra
tomó grandes sorbos del río que no estaba
masticó de memoria la humedad de las raíces;
las raíces que crecen hasta ser yerba.
Corrió por sus belfos
el exceso de frescura que no sobraba.

Se desplomó feliz, saciado de sombra.

Israel Ruiz Cumba


Si me preguntaran

Si me preguntaran que por qué te amo,
tendría que hablar de materias simples;
tendría que hablar de cosas enormes
y complicadas y bellísimas como continentes
o soberbias extensiones del mar. 

Tendría que hablar toda la noche
de que tú viniste y suavizaste mis sábanas.
Y pusiste en ellas un talco oloroso;
una suave suavidad de pan.
Que tú viniste y dejaste en mi cama
como una arenita tersa de playas
para que yo pudiera dormir como entre nubes. 

Tendría que contar
que tú destilas un perfume
que es como el recuerdo
de una fragancia de rosas.
Que hay algo en ti
que todo lo inunda
con una felicidad de frutas alegres. 

Tendría que decir con inútiles palabras
que yo te llevé de la mano dormida
hasta mi alcoba,
como a una niña perdida en la multitud.
Y llegué a ver mientras dormías
tal paz sensual en tu rostro
que por la imagen de mirarte dormida
he quedado por siempre enloquecido;
como quien contemplara por suerte o castigo
dormir al último ángel vivo.

Israel Ruiz Cumba


Teoría del tiempo

Si un pájaro,
cualquier pájaro de dos alas pleno.
Si un pájaro
toda la certeza del vuelo
Si un pájaro
toda la entereza del canto.
Si un pájaro
de todo su corazón latiendo
contra la piedra que lo busca
para herirlo de plena muerte
detuviera su vuelo
en la absoluta mitad del aire,
¿qué sería la tarde
y su destino de sombra? 

¿Quién, piadoso, nos devolvería la muerte
y el absoluto derecho al polvo?

Israel Ruiz Cumba











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