Aire frío de la muerte

Por colinas, por riscos, por veredas
te aproximas al hombre con certeza;
yo te siento venir por la maleza
con la guadaña fría. Las maderas

crujen. Hay miedo. Tu sierra de ortopeda
todo lo corta. Es tanta tu destreza,
que no se sabe donde todo empieza,
pues hasta el mundo con tu mano rueda.

Existes, aire frío en los tejados
y en los parques tranquilos y soleados,
es audible tu grito torturante.

Al final de este mundo sin orillas,
sabemos que la muerte en las mejillas
nos toca con sus besos sepulcrales.

Felipe Elvir Rojas


Breve de las Tardes

¡Oh, amada,
no recuerdes las tardes imposibles!
¡Duele tanto el recuerdo!

Es tuya mi palabra
que vacila en la cárcel de la boca;
tuyo mi verso azul y sus metáforas.

Eres la vida misma entre mi sangre
y horizonte de luz en mi esperanza

No hay dudas ni reproches,
porque supimos olvidar las tardes
uniendo para siempre nuestras almas.

Hoy mi verso jocundo
busca asilo en la noche de tu pelo,
y mi nombre es tu nombre
sin sílabas amargas,
sin desprecios que queman como brasas.

No recuerdes las tardes imposibles,
porque nuestra es la vida
erguida en el velero de las ansias.

La paz es con nosotros
porque supimos olvidar las tardes

Felipe Elvir Rojas


Perfiles del grito

Dolor, clamor y llanto que se olvida
en el templo sagrado de los ritos.
El alma en su tortura indefinida
sí contempla los cielos infinitos.

Sentir anhelos y escuchar los gritos
del hombre que se angustia ante la Vida.
Saber que nuestros sueños son finitos
que apenas dejan huella en la partida.

Nuestro sueño bien cabe en la sonrisa.
Ave Fénix durmiendo en la ceniza
con un triste mensaje de lamentos.

¡Henos aquí gritando los dolores,
con un lastre de incógnitos temores
ante el negro fantasma de los vientos!

Felipe Elvir Rojas









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