“Algunos piensan que conocen a todos, cuando en realidad no se conocen a sí mismos.”

Alberto Durero


"Cuando hayas aprendido a medir bien… ya no será necesario que siempre lo midas todo, porque tu arte adquirido habrá habituado a tu vista a medir con exactitud, y tu mano adiestrada te obedecerá. De ese modo el poder del arte alejará el error de tu obra y evitará que cometas equivocaciones… y con ello tu obra parecerá artística y agradable, poderosa, libre y buena, y será alabada por muchos, porque habrá corrección en ella."

Durero
Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la melancolía, página 318


"Lo que escapa a los sentidos no tiene razón de ser, igual como el exceso, que tampoco sirve para nada; lo mejor es un término medio.
[...]
De ahí que el tesoro secreto acumulado en la mente es manifestado por la obra y por la nueva criatura que el artista crea en su corazón en la forma de una cosa. Esta es la razón por la cual un artista experto no necesita copiar cada imagen de un modelo vivo, pues le es suficiente producir lo que a lo largo de mucho tiempo ha atesorado en sí mismo; y, sin embargo, quien ha alcanzado una buena práctica podrá realizar algo bueno sin ningún modelo, en la medida de nuestra capacidad.
[...]
Toda proporción permanece inalterada sea grande o pequeña, de la misma manera que en el canto la relación de una octava a otra es constante: una es más alta y otra más baja, pero se trata siempre de un mismo tono."

Alberto Durero
Gran excurso estético



"Se dispone que nunca un hombre será capaz de crear una hermosa figura sin antes haber aprovisionado bien su mente con años de estudio."

Alberto Durero


"Un buen pintor está lleno de imágenes interiores, y, aun si pudiera vivir eternamente, haría siempre, mediante sus obras, brotar alguna cosa nueva de las ideas interiores de que habla Platón."


Alberto Durero
En el borrador que acompaña a su Teoría de la proporción humana (Schriftlicher Nachlass, Berlín 1966, II, pág. 109)
Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la melancolía, página 18



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