Anhelo

¡Oh dolor insondable, desolada amargura
de no hallar en la senda ni la flor de un cariño,
y sentirse, al comienzo de la jornada dura,
con cerebro de viejo y corazón de niño!

¡Y que nuestra esperanza haya sido vencida
por la implacable hostilidad del cielo!
!Y el dolor de sentirse cobarde ante la vida,
y la renunciación de todo noble anhelo...!

¡Oh bienaventurados, en verdad, los que ignoran;
y si es de reír, ríen, y si es de llorar, lloran
con la simplicidad de su santa ignorancia!

¡Solo anhelo ser siempre en mis dichas y males,
y vivir la tristeza de los días iguales,
como si el alma hubiera retornado a la infancia!

Ernesto Noboa y Caamaño


Ego Sum

Amo todo lo extraño, amo todo lo exótico;
lo equívoco y morboso, lo falso y lo anormal:
tan sólo calmar pueden mis nervios de neurótico
la ampolla de morfina y el frasco de cloral.

Amo las cosas mustias, aquel tinte clorótico
de hampones y rameras, pasto del hospital.
En mi cerebro enfermo, sensitivo y caótico,
como araña poeana, teje su red el mal.

No importa que los otros me huyan. El aislamiento
es propicio a que nazca la flor del sentimiento:
el nardo del ensueño brota en la soledad.
No importa que me nieguen los aplausos humanos
si me embriaga la música de los astros lejanos
y el batir de mis alas sobre la realidad.

Ernesto Noboa y Caamaño


Emoción vesperal

Hay tardes en las que uno desearía
embarcarse y partir sin rumbo cierto,
y, silenciosamente, de algún puerto,
irse alejando mientras muere el día;

Emprender una larga travesía
y perderse después en un desierto
y misterioso mar, no descubierto
por ningún navegante todavía.

Aunque uno sepa que hasta los remotos
confines de los piélagos ignotos
le seguirá el cortejo de sus penas,

Y que, al desvanecerse el espejismo,
desde las glaucas o­ndas del abismo
le tentarán las últimas sirenas.

Ernesto Noboa y Caamaño


Hastío

Vivir de lo pasado por desprecio al presente,
mirar hacia el futuro con un hondo terror,
sentirse envenenado, sentirse indiferente,
ante el mal de la Vida y ante el bien del Amor.

Ir haciendo caminos sobre un yermo de abrojos
mordidos sobre el áspid de la desilusión,
con la sed en los labios, la fatiga en los ojos
y una espina dorada dentro del corazón.

Y por calmar el peso de esta existencia extraña,
buscar en el olvido consolación final,
aturdirse, embriagarse con inaudita saña,

con ardor invencible, con ceguera fatal,
bebiendo las piedades del dorado champaña
y aspirando el veneno de las flores del mal.

Ernesto Noboa y Caamaño


Las danaides

Hubo aroma de carnes femeniles,
ayes e imprecaciones de tormento,
y un bostezo de luz del firmamento
iluminó un milagro de perfiles.

Golpeó con ruido isócrono el acero
de una prora en la riba inconocida,
y escuchó la legión estremecida
el trágico ladrar de Cancerbero.

Con atributos de Censor supremo,
desde la cima de un abrupto monte,
dictaminó el castigo Triptolemo;

mientras sobre el fangal del Aqueronte,
en un esfume gris, al son del remo,
se alejaba la barca de Caronte.

Ernesto Noboa y Caamaño


Morfina

Morfina,
divina!

De las almas tristes celeste beleño,
fuente inagotable para todo ensueño,
eficaz alivio de todo sufrir.

Bálsamo piadoso para toda herida,
de los soñadores dulce prometida
que nos indemnizas del mal de vivir.

Tú sabes secretos de fakires magos,
para las dolencias, para los estragos,
para los embates de toda aflicción.

Al contacto leve de tus manos buenas
se cura la angustia, se mata las penas,
y nos nacen alas en el corazón

Muchos compadecen a los que te amamos,
los pobres no saben por qué te buscamos
y por qué es tu culto nuestro único amor.

Culto bondadoso de los que soñamos,
de los que sufrimos, de los que lloramos,
de los predilectos hijos del Dolor.

De los que llevamos el secreto anhelo
de batir las alas y emprender el vuelo,
lejos de este mundo, lejos de este suelo,
donde tiene un trono la vulgaridad.

Y para la inútil vida cotidiana,
tú tienes consuelos como una hermana,
como una Hermana de la Caridad.

¿Tú fuiste, acaso, el fruto prohibido
que entre los follajes se hallaba escondido
del árbol del Bien y del Mal?

¿Por qué Dios al hombre desdichado le hizo?
Pero ya tenemos otro paraíso,
aunque éste sea artificial!

Tú idealizas todas las cosas grotescas
y por ti vivimos en aladisnescas
ciudades de oro, nácar y marfil.

Del joyel del sueño nos abres los broches
y es la vida un cuento de Mil y Una Noches,
y es la vida un sueño de un cuento de abril.

Morfina,
divina!

dame tus caricias para resistir
el amargo acíbar de nuestra existencia,
dame tu veneno, dame tu inconciencia,
porque ya sin ellos no puedo vivir

Ernesto Noboa y Caamaño


Vox Clamans

Oigo en la sombra, a veces, una voz que me advierte:
Poeta, entre tus ruinas, yérguete vencedor:
deja la flauta débil de tu canción inerte,
y alza el himno a la vida, al orgullo, al vigor.

Acalla tu secreto, sé fuerte con la muerte,
Y oigo otra voz que clama: fuerte como el amor.
(En mi conciencia íntima no sé cuál es más fuerte,
si el gesto de la vida o el gesto destructor).

De súbito, en tumulto, cual luminosas teas,
en el cerebro atónito se encienden las ideas,
mas, cuando de su foco, como de ardiente pira,

va a levantar las notas del vigoroso canto,
como una flauta débil el corazón suspira;
y la canción se trueca por un raudal de llanto.

Ernesto Noboa y Caamaño






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