Arcano

Lo hallaron una tarde sobre los acantiles
en la costa bravía con el cráneo deshecho,
sin que odio ni envidia ni rencores hostiles,
sino sus propias manos perpetraran el hecho.

Y era bueno. Tan sólo supo odiar a los viles
tiranos que a los hombres conculcan el Derecho...
A la fuerza de Hércules unía el valor de Aquiles,
y el corazón pujante no le cabía en el pecho.

Rindiéronle en la ruta colmada de placeres,
como digno homenaje a sus actos viriles,
el respeto los hombres y el amor las mujeres;

pero rompiendo súbito con el prejuicio hecho
apareció una tarde sobre los acantiles
de la costa bravía con el cráneo deshecho.

Giraldo Jiménez


El don de la lluvia

Con una pertinacia monocorde que aduerme
cae la lluvia en el viejo villorrio familiar,
y yo me entrego al canto de las aguas inerme,
y con vivos deseos de sentirme arrullar.

Reclino sobre el banco de trabajo la frente,
y en mi interior alcázar, solo, me reconcentro,
mientras la lluvia vierte su pertinaz nepente
y me hundo en la casa familiar más adentro.

Y así, en derredor mío, las aguas tienden una
cortina impenetrable de sombras y sonidos
que enclaustran totalmente mis ávidos sentidos.

(Canes enflaquecidos que ladran a la Luna)
y experimento así, abstraído en mi verso,
el placer de sentirme solo en el Universo.

Giraldo Jiménez







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