Barcas varadas en las rocas 

La cala, de guijarros y grava,
tiene una hilera de barracas
de pesca. Las barcas de los pescadores
están varadas en las rocas, boca abajo,
con la madera rota. La belleza
es una forma de entender el mundo
y dar sentido a la locura de la vida.

Juan Pedro Cerrato


Casa abandonada

La casa hace años que está abandonada
y aquí no viene nadie.
Sólo vengo yo: a caminar entre los olivos,
a leer, a mirar las lagartijas que salen
de las piedras. Si tú vienes
podemos mirar juntos las lagartijas,
hablar a la sombra de un olivo.

Juan Pedro Cerrato


Cruz tallada en piedra

La cruz, tallada en piedra,
es antigua. La cruz señala
el camino de la ermita. La soledad
en los caminos es la compañía de Dios.
La cruz ha sido guía de viajeros
durante siglos, y la humedad le ha dado
el color rojizo de la piedra oxidada.

Juan Pedro Cerrato


El fin del mundo

La playa tiene el agua clara,
poco profunda. Entro en el mar, y ando
hasta que el agua me llega a las rodillas.
El mar se mezcla al cielo en la lejanía
y los marineros dicen que ahí
acaba el mundo. Si sigo andando
por el mar llegaré al cielo.

Juan Pedro Cerrato


Otoño en el parque

El otoño ha pelado los árboles
dejando montones de hojas secas
y ramas rotas en el suelo.
Camino por el parque
y mis pasos hacen crujir la hojarasca.
Los árboles han quedado pelados
y yo quisiera vestirlos de hojas de colores.

Juan Pedro Cerrato


Ramas que se lleva el torrente

Ha terminado de llover.
El torrente se lleva las ramas partidas
que han caído de los árboles.
No digo nada. La belleza es eterna
y las palabras se gastan enseguida.
El torrente –crecido tras la lluvia–
se lleva ramas partidas, un tronco podrido.

Juan Pedro Cerrato


Sentado bajo una parra

No quiero nada, sólo un poco de sol
o el aroma de la vid.
O que una mariposa se pare en mi hombro.
No quiero nada, porque ya lo tengo todo
si vivo. Si el sol da en la vid.
Si doy un mordisco a la manzana,
ocioso, sentado bajo una parra.

Juan Pedro Cerrato






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