Cementerio en Luarca

Las cruces en lo alto sostienen
la plenitud azul del mediodía
y la muerte escondida se enfrenta
victoriosa con el mar.
Matrimonios unidos de por vida
(o eso dicen las lápidas borrosas)
vinculados ahora por la muerte
esperan lo imposible:
que el mar se seque y que vuelva el amor.
Cuando vivías, un cementerio marino
me traía el recuerdo de pinos y palomas,
ahora me acerca a ti, madre,
esperando en un mar de secano
que los chillidos de las gaviotas que no oyes
te despierten y te traigan ese amor
que hace tiempo abandonó tu vida.

Hilario Barrero


Dust

Nació y la llamaron Rose,
los mejores colegios, el baile fin de curso
donde por vez primera su traje se manchó...
fue hippie, preppie y yuppie
se entregó con pasión a muchos cuerpos
sin distinción de sexo, drogadicta,
agitadora, demócrata y atea,
luego republicana, madre y ejecutiva,
atacada de cáncer, radiaciones,
una peluca rubia, evangelista, divorciada,
emprendedora de negocios,
periodista, portavoz, vegetariana,
en ocasiones líder y por fin abuela
se retiró a una isla a escribir sus memorias
y a dibujar iconos de santos ortodoxos.
Un puñado de polvo,
guardado en una arqueta de metal
olvidada en un sótano oscuro,
es todo lo que queda de su muerte.
De ella queda la espina de su vida.

Hilario Barrero


Miradas

La niebla empaña mi mirada
y al pasar por el lago
ve dos cisnes felices
que escriben en el agua
un mensaje secreto
con mala ortografía y tinta seca
que yo puedo leer y tú no puedes.

Tú crees que son dos patos
que volando hacia el Sur
hacen tiempo en el lago
cebándose de pan
que les dan los vecinos.

Dentro de poco ya no estarán
mis cisnes ni tus patos,
yo seguiré nublado con la niebla
y tú verás más claro cada día.

Hilario Barrero


Signo

Prolongado en el tiempo
tu signo permanece
y, aunque esconde la llave de tu gozo,
descifra cada noche
la vieja adivinanza del silencio.
La reina del Destino,
descolgada en andamios de alabastro,
traduciendo su mito de mármol malogrado,
me expulsa enfurecida del Recinto
porque sé las respuestas
a sus envenenados acertijos.
Cerrándome la puerta
me enfrenta al enemigo
quien altera mi voz que queda presa.
Destronada del friso
se inmolará desnuda sobre el fuego
sellando el pergamino
en su reino de cuero,
victorioso tu nombre junto al mío.

Hilario Barrero


Tesoros ocultos

Entre tanto desorden de matices,
óleos mediocres de la escuela de El Greco,
bargueños, platos, libros, vasijas, pergaminos,
y un frío de gusanos como
el que vive dentro de un panteón
junto al joven portero que esperaba impaciente
a que fueran las dos para cerrar la sala,
una barra de pan recién cocida
se enfriaba tierna de claridad
como si Zurbarán acabara de entrar al refectorio
y fuera a bendecir a la Pintura.

Hilario Barrero









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