Cielo de virtud

Como Séneca busco la palabra
de los clásicos y altos libros de oro
arcas repletas de excelso tesoro
prestas para que todo hombre las abra.
La voz superior diligente labra
dentro del alma aquel gong sonoro
citando a guerra al enemigo moro
que soy yo mismo con uñas de cabra.
Esta dualidad tras el cruel espejo
no se resuelve sin matar primero
los gratos vicios y su vil cortejo.
Mas a ese cielo de virtud prefiero
infierno de amor que sufrí parejo
en la esclavitud de tu cuerpo fiero.

Gary Daher Canedo


El engendro

Las palabras son inútiles
sólo la música penetra:
taladra, corta y araña
buscando el oprimido
centro proscrito.
El grande guarda para sí las sinfonías
en el cuerpo que torpemente se bambolea
desenfrenado
bebe de un solo sorbo el ácido muriático
para seguir una agonía interminable
donde las entrañas se deshacen.
Y entre los gritos esparce
torpe el alma
una o dos frases valederas.
No le pertenecen
son los extravíos del demonio interior
llamando.
Después alguien dice: es poesía
de reata alguien lo consagra
muy tarde
duda sin duda
cuando el cuerpo y el engendro ya partieron
como todos
hacia el oscuro universo del olvido.

Gary Daher Canedo


La orilla del lenguaje


Abórtame

Dánae

Ésta es la orilla del lenguaje



Me he tocado por todas partes

Y no me convierto en oro.



Cómo destruir a tu padre: 

la sangre que engendras tiene impura la tinta de los 

dioses. 



Desde tu torre 

cautiverio que soporta toda lluvia 

arrójame al río 

yo me iré con la palabra al mar. 



Aquí 

Solitario 

En el agujero fatal de los sueños 

                     (gestación enfermiza) 

los muertos 

Dánae 

ocupando las paredes de tus entrañas 

han descubierto mi ojo desnudo 

su monstruosa formación sin cejas. 



Una música mágica llega desde el Asia 

en un Círculo de pequeñas palabras 

lágrimas de imagen 

que bañan tu vientre 

mi cálida esfera limitante. 



Los soldados de Minos han entregado las lanzas 

y la tierra se ha cubierto de frases 

uno tras otro los verbos han sido separados. 

Está inmóvil la caballería 

los estandartes apilados 

sobre el lienzo ya no quedan colorantes 

y el negro garabatea las figuras. 

Esto me viene desde el tacto 

cuando tu líquido amado se agita 

y sé que lloras 

la impotencia de los cuadros. 



Las salamandras

detrás de las cortinas

te dicen los hechos de los nómadas

sus arrogantes camellos

la arena multiplicada

y bajo la tienda

la húmeda cópula de los amantes

nada es cierto

Dánae

sólo las sombras

que en el fuego traen.



Por el crepúsculo se reconoce el horizonte

Una muerte más

¡procede!

la acción será completa

la obra inconclusa.

Gary Daher Canedo


Mi hermana lujuria

De la negra, espada rosada
y diente de niño
la lujuria
es un ángel implacable y celoso
entre las sábanas.
Habitante eléctrico de la piel
hechicera de cielos entre los arbustos
del cuerpo de una mujer
que queremos en la almohada.
Es mi hermana oscura
la que lleva en la mano el alimento
hecho de labios
de piernas y de olores sin tiempo.
Y en las noches
en los páramos del sueño
nos lanza a la aventura
de la carne sin carne:
sombras que nos aman
caricias silenciosas
jadeos
orgías
incestos.
Tantas veces he buscado
dibujar su alma de ilusorio fuego
pero su rostro se escurre del poema
oculto por la máscara
embustera y ruin
de la vergüenza.
Mientras cada madrugada nos empuja
–y es su arbitrio un fragante vino–
al peligroso juego de luces
de hacer real
la imagen persistente
de la mujer que amamos en secreto.
Dulce la emerge pero la aleja
sin poder tocar su dorso desnudo
debatidos aún en la frontera
de la confusión y la vigilia
donde el mentido corazón golpea
por su visita fantasmal:
singular nodriza
cuyo pezón puede abrigar todo el planeta.
Tal es su apremio
su impulso de sangre.
Posesos nos lleva hacia la cópula
sin medir el cuerpo
en la tiniebla del deseo
para un día –sin aviso previo–
en lugar del cutis
delicioso de la ninfa sometida
cerrarnos
en la vagina helada de la muerte.
Erótica longeva
que violenta nos devora
mientras la hermana lujuria
al último espasmo
feroz
nos entrega y nos alienta.

Gary Daher Canedo



Paisaje del sur

Como zarza de espinos
zarandeada por el viento
y que al yermo se aferrase
mi corazón ya no sabe,
ácida vida,
sino herir y suplicar
al mismo tiempo.

Gary Daher Canedo


Poética

Sólo
hay
una
muda
luna
como una oruga en mi interior.

Gary Daher Canedo










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