"Creo que los 70 fueron un periodo en el que los artistas estaban muy involucrados con la realidad. Todo era sobre el acá y el ahora. Tratábamos de cuidar a las otras personas y eso desembocaba en reflexiones sobre cuestiones geopolíticas y etcétera. Odio el término nostalgia para hablar del pasado, creo que la nostalgia se usa para quitarle poder a la gente del presente. Y por eso cuando dije que no habíamos abandonado los 70 lo dije en términos de un presente que es invariable. Hay que hablar de este presente como se hablaba del presente en aquel entonces, con la misma urgencia. Eso es lo que deberíamos aprender de los 70."

Martha Rosler


"Creo que los artistas pueden protestar contra la gente que los usa y después los tira: las municipalidades usan a los artistas para subir el valor inmobiliario de ciertas zonas urbanas, las empresas los usan para lavar dinero y lavar sus conciencias. Cuando los artistas ya no sirven para eso, los descartan. Ahí pueden protestar por algo que los afecta a ellos directamente, o pueden protestar por sentirse partícipes de algo en lo que no quieren estar involucrados, o pueden sumarse a otras comunidades, a comunidades desplazadas por la acción gentrificadora por ejemplo. La lucha se cristaliza en torno a la vida de cada una, tu problema no es individual, es civil y es colectivo."

Martha Rosler



"El arte no es capaz de producir el cambio social, la gente hace el cambio y se hace en las calles, apareciendo en masa. Pero, [y haciendo referencia a ciertas quejas sobre la movilización masiva en EE. UU. contra la guerra de Irak en 2002 que no tuvo el efecto de frenar la intervención] el asunto no se resuelve con una sola movilización, hay que continuarlas."

Martha Rosler



"Hay algunos artistas que tienen miedo, no quieren arriesgar lo poco que han podido conseguir. Hay otros que están muy contentos por haber sido invitados a hacer cosas en determinados lugares o a cenar con determinadas personas. Es comprensible, supongo. Pero la verdadera dimensión de la solidaridad es colectiva, la fuerza aparece en el número. Por eso el feminismo en Argentina ha cobrado la dimensión notable que tiene. Hacer un boycott unipersonal y exponerse es absurdo y aburrido, tiene que ver con el modelo del “creador” individual que se sacrifica de un modo grandilocuente. En cambio, si se juntan, los artistas pueden protestar por lo que sea. La tolerancia que tiene la alta burguesía a la crítica es muy baja y no puedes esperar que te felicite la gente a la que sentís que tienes que atacar, pero si es todo el medio el que se junta para señalar un problema, la dinámica se invierte. Por eso sigue siendo clave la colectivización de los reclamos."

Martha Rosler



"La imaginación artística sigue soñando con la acción histórica. En una recesión económica prolongada como la que estamos viviendo ahora, y mientras la tesis de la clase creativa muestra sus límites respecto a su capacidad para salvar ciudades en crisis, empieza a volverse más claro que los artistas y otros miembros de la comunidad del arte pertenecen a una clase pan- (o no) nacional cuya composición se forja cruzando fronteras y cuyos miembros se inclinan, como el cliché lo demanda, a pensar globalmente y actuar localmente."

Martha Rosler




"La mujer que lucha deja de ser sexy, ya no es dominable."

Martha Rosler



"... la vida es divertida, siempre te lleva al límite, así que lo mejor que puedes hacer es reírte porque puedes morir en cualquier momento. El humor atraviesa tus defensas, te hace humilde y tiene la capacidad de dirigir la conversación hacia puntos diferentes."

Martha Rosler



"Lo que la sociedad occidental considera arte o entiende por este término ha cambiado significativamente desde que yo tengo uso de razón. En mi infancia, parecía que la gente pensaba en el arte como una forma especial, aunque peculiar, de expresión cultural cuyo objeto creaba un legado cultural con el que la gente, especialmente la gente educada, tenía que estar familiarizada. Distinguía la moderna sociedad urbana del pasado, de los paletos ignorantes y retrógrados, de cualquier clase que no entendiera el mundo moderno y lo que éste ofrecía o tenía que decirle a la gente. Pero, como tal, consistía en un conjunto muy restringido de objetos que tenían que ser recluidos en instituciones sacrosantas y que exigían una gran cantidad de explicación e interpretación. El arte moderno, en particular, se veía como algo difícil pero de alguna manera intrínseco y necesario en el complejo mundo moderno. Los propios artistas quizá no eran gente ejemplar, ciudadanos respetables y cosas así, pero provocaban una cierta atracción y, por tanto, respeto. La explosión del mercado del arte y su traslado a Nueva York a principios de los años 1960 cambió las reglas del juego, hizo más visibles a los propios artistas y acabó elevando a uno o dos (Pollock, Warhol) a la categoría de famosos, llegando incluso a cambiar la idea de lo que podía ser un objeto artístico cuando el Pop Art desplazó al Expresionismo Abstracto. El Pop Art contribuyó a aumentar el público del arte extraordinariamente al cambiar la concepción del arte desde un difícil conjunto de objetos y prácticas que requerían tanto un conocimiento restringido como una actitud crítica para poder apreciarlo, a un conjunto de obras accesibles a un público potencialmente integrado por todo tipo de gente de clase media que sólo tiene una pequeña necesidad de darle un repaso a qué es el arte o qué espera de nosotros. Apreciar la lata de sopa de Warhol requiere una actitud diferente a la de apreciar el Blue Poles de Pollock o Les Demoiselles d’Avignon de Picasso; y la imagen de una lata de sopa no parece exigirnos nada salvo un cierto reconocimiento conspirativo de que todos entendemos la broma: la broma de que hasta los que no pertenecen a la élite estética, incluso los niños, pueden ir al museo sin sentirse criticados o excluidos. La cultura del rechazo y la crítica trascendentes parecía ser remplazada por la cultura de la celebración. Este era el momento en que según Debord se instauró la “sociedad del espectáculo”, la sociedad en la que las imágenes están íntimamente ligadas a la creación y la imposición de un orden mundial constituido por la dominación autoritaria y dictatorial de las élites políticas sobre todos los demás (tanto en las sociedades capitalistas como las comunistas), pero sin que esa dominación sea en absoluto percibida por la mayoría de la gente. En los años 1960 se hizo evidente además que el arte proporcionaba muy buenas oportunidades de inversión, en todos los niveles.

Gradualmente se ha ido construyendo un público potencialmente enorme para el arte, tanto en los museos como en las galerías comerciales o en la televisión y en otros medios. El arte se convierte en una esquina especializada pero ya no recherché dentro del vasto repertorio cultural definido por las celebridades que domina las sociedades occidentales, y que ahora se extiende a Oriente Medio y a Asia, especialmente a China e India, y por supuesto a Latinoamérica y ciertas partes de África. El arte ahora habla de dinero así como de poder social, de entretenimiento tanto como de entendimiento, de educación tanto como de inspiración. Así pues, el arte está perfectamente capacitado para participar en la esfera pública, que se encuentra en muchas partes en la actualidad; no solamente existen diversas esferas públicas, desde las muy visibles hasta las que sólo reconocen los que las frecuentan, sino que además la esfera pública existe en múltiples medios, no sólo en la prensa como antes. Mucho de lo que ocurre en los espacios públicos del arte es probable que también acabe convirtiéndose en un elemento de la esfera pública, incluso aunque en esa traducción se produzcan serias pérdidas y distorsiones. Así, el arte aparece regularmente en las revistas políticas, en las webs y en los blogs, aunque quizá no en los más populistas. El arte que se produce en público no siempre se reconoce como tal puesto que no es una representación realizada en espacios artísticos o un conjunto de objetos situados en dichos espacios. El teatro de calle con representaciones públicas, con o sin vestuario o atrezzo, con o sin implicaciones religiosas, ha sido un rasgo de las sociedades humanas desde siempre; y el arte o el oficio que tales apariciones y actos implican ha sido reconocido desde antaño, desde antes de que el arte se entendiera como una disciplina restringida y primordialmente estética.

Pero incluso el proyecto de la biblioteca parecía una biblioteca o una librería a los que pasaban por delante de la galería e-flux, lo cual hacía que algunos se pararan y entrasen en ese espacio por primera vez. Lo mismo ocurrió cuando pusimos la biblioteca en el escaparate de algunos locales y esa fue la razón por la que, después del Frankfurter Kunstverein, un museo en el que la biblioteca se colocó en el segundo piso, decidimos no incluirla en exposiciones que requerían que estuviera dentro de un museo, puesto que en ese contexto la gente que atraía eran personas que normalmente van a museos y estudiantes, pero no el público en general. Cuando me dedicaba a instalar mercadillos en espacios artísticos en los años 1970, los anunciaba únicamente en periódicos locales gratuitos. La gente del arte acababa yendo por allí, pero también lo hacía el público en general. Lo mismo sucedía con las exposiciones y los actos que montamos para If You Lived Here, que se anunciaban en carteles pegados en la calle y que atraían a comunidades y grupos formados en torno a los servicios sociales y de alojamiento, así como a miembros de las circunscripciones electorales de representantes locales más comprometidos con esos asuntos.

Incluso mis fotomontajes, que inicialmente sólo se repartían en manifestaciones en forma de fotocopias baratas o se reproducían en?periódicos alternativos locales, ahora a veces aparecen en revistas y periódicos de gran tirada o en blogs, porque se ocupan del momento presente y de sus sentimientos contrarios a la guerra. El arte es capaz de enunciar una posición clara sobre temas sociales urgentes que la gente se ha esforzado en desarrollar y en formular posturas convincentes respecto a ellos, abriendo ese espacio conceptual al que antes me refería en el que espectadores y observadores pueden entrar y encontrar la manera de hacer algo. Este proceso puede implicar la cristalización y la coalescencia de un contra-público, pero es más probable que se dirija a contra-públicos que ya están en formación. El arte no crea movimientos sociales, aunque puede darles voz e impulsarlos hacia delante, pero nunca, que yo sepa, por sí mismo. Puede que la popular novela de Harriet Beecher Stowe, La cabaña del Tío Tom, de 1852, contribuyera a que estallara el movimiento abolicionista en Estados Unidos, pero el movimiento era anterior al libro, allí y en muchos otros países."

Martha Rosler


"Los artistas y los grupos gestionados por artistas, y otras personas que forman parte de la demografía de la clase creativa –que a menudo se solapa con el grupo de quienes se identifican como activistas de base, hayan o no asistido a escuelas de arte– han estado en el centro de la estrategia, el impulso y la institución del movimiento Occupy Wall Street en el Parque Zuccotti de Nueva York."

Martha Rosler


“Siempre he trabajado en una crítica a la construcción de la identidad de clase o de género en los media, sobre la concepción del espacio público como un debate continuo sobre la gobernanza y sus exclusiones o en torno a la conciencia del rol frágil y precario del artista en el sistema global del arte. Este volumen habla mucho de ello. Hace tiempo que se han extendido las concesiones inmobiliarias a los artistas con la expectativa de mejorar el atractivo de barrios emergentes y convertirlos en fajos de dinero producto de alquileres de lujo. Difícilmente los artistas pueden no ser conscientes de cómo los posicionan las élites urbanas. Igual que otros colectivos, los artistas tienden a desear blindarse a sí mismos, sus energías y sus capacidades a los fines de la mejora social y de los sueños utópicos, y no necesariamente dentro de los marcos institucionales. La imaginación artística sigue soñando con la acción histórica. La gran mayoría de artistas vive en un estado de precariedad mayor que otros sujetos de la clase media, aunque tienen mayor capacidad para buscar nuevas soluciones sociales. Para vencer la gentrificación, responsabilidad también del artista, es interesante que el grito de guerra haya sido Occupy, esto es, ocupar el espacio y ocupar la imaginación social y política.”

Martha Rosler



"Siempre me gusta utilizar distintos géneros contracorriente para producir reformulaciones distintas, con la esperanza de que la gente se implique en los temas que subyacen a las obras, a cualquier nivel, desde la concienciación hasta la participación activa como ciudadanos. Aspiro a provocar una reacción y a darle vida, vehiculándola a través de lo estético o lo práctico-estético. Si conseguimos que la gente se detenga, aunque sea momentáneamente, en el acto de hacer las acciones y respuestas no pensadas de la vida cotidiana, quizá pueda producirse un détournement y un avance en el entendimiento. Dos fuentes poderosas de la creación de opiniones y actitudes son, por supuesto, las imágenes de los periódicos y revistas y los anuncios, por una lado, y las historias que se cuentan en la radio y la televisión, por otro. En mi obra trato de abrir un hueco, un espacio en el que el espectador pueda entrar y repensar los mensajes recibidos."

Martha Rosler


“Una de las cosas que nunca quise hacer, y espero que nunca haya hecho, es decir a la gente lo que tiene que hacer. Prefiero decir: este es el problema, ¿por qué no te planteas una solución?”

Martha Rosler











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