Crepúsculo

¡Hora de bendición, hora de calma,
cuánto places al alma!

Los recuerdos de un bien desvanecido
ha largo tiempo ya, su faz doliente
levantan de los muros del olvido
y a reposarse vienen en mi frente.

Dulce, inocente, bella y amorosa,
sueño feliz de juvenil deseo,
entre las nubes de topacio y rosa
de mi primer amor la imagen veo.

Guillermo Blest Gana


"Cuando nada se espera de la vida, algo debe esperarse de la muerte."

Guillermo Blest Gana



El primer beso

Recuerdos de aquélla edad
de inocencia y de candor,
no turbéis la soledad
de mis noches de dolor:

pasad, pasad,
recuerdos de aquélla edad.

Mi prima era muy bonita,
y no sé por qué razón
al recordarla palpita
con violencia el corazón.
Era, es cierto, tan bonita,
tan gentil, tan seductora,
que al pensar en ello ahora,
algo como una ilusión
aquí en el pecho se agita,
y hasta mi fría razón
me dice: ¡era muy bonita!

Ella, como yo, contaba
catorce años, me parece,
mas mi tía aseguraba
que eran solamente trece
los que mi prima contaba.
Dejo a mi tía esa gloria,
pues mi prima en mi memoria
jamás, jamás envejece,
y siempre está como estaba
cuando, según me parece,
ya sus catorce contaba.

¡Cuántas horas, cuántas horas
de dicha pasé a su lado!

¡Pasamos cuántas auroras
los dos corriendo en el prado,
ligeros como esas horas!
¿Nos amábamos? Lo ignoro:
sólo sé lo que hoy deploro,
lo que jamás he olvidado,
que en pláticas seductoras,
cuando me hallaba a su lado,
se me dormían las horas.

De cómo le di yo un beso,
es peregrina la historia;
hasta ahora, lo confieso,
con placer hago memoria
de cómo la di yo un beso.
Un dial solos los dos,
cual la pareja de Dios,
cuya inocencia es notoria,
nos fuimos a un bosque espeso,
y allí comenzó la historia
de cómo la di yo un beso.

Crecía una hermosa flor
cerca de un despeñadero;
mirándola con amor
ella me dijo: ‘Me muero,
me muero por esa flor’.
Yo a cogerla me lancé,
más faltó tierra a mi pie;
ella, un grito lastimero
dando, llena de terror,
corrió hasta el despeñadero…
y yo me alcé con la flor…

Dos lágrimas de alegría
surcaron su rostro bello,
y diciendo-. ‘¡Vida mía!’,
me echó los brazos al cuello
con infantil alegría.

Fuego y hielo sentí yo
que por mis venas corrió,
y no sé cómo fue aquello,
pero un beso nos unía…,
dejando en su rostro bello
dos lágrimas de alegría.

Después… ¡Revoltosa mar
es nuestra pobre existencia!
Yo me tuve que ausentar,
y aquella flor de inocencia
quedó a la orilla del mar.
Del mundo entre los engaños
he vivido muchos años,
y a pesar de mi experiencia,
suelo a veces exclamar:
¡La dicha de mi existencia
quedó a la orilla del mar!

Recuerdos de aquella edad
de inocencia y de candor,
alegrad la soledad
de mis noches de dolor;

¡llegad, llegad,
recuerdos de aquella edad!

Guillermo Blest Gana


Mirada retrospectiva

Al llegar a la página postrera
de la tragicomedia de mi vida,
vuelvo la vista al punto de partida
con el dolor de quien ya nada espera.

!Cuánta noble ambición que fue quimera!
!Cuan bella ilusión desvanecida!
!Sembrada está la senda recorrida
con las flores de aquella primavera!

Pero en esta hora lúgubre, sombría,
de severa verdad y desencanto,
de supremo dolor y de agonía,

es mi mayor pesar, es mi quebranto,
no haber amado más, yo que creía,
! Yo que pensaba haber amado tanto!

Guillermo Blest Gana


Si a veces silencioso...

Si a veces silencioso y pensativo
a tu lado me ves, querida mía,
es porque hallo en tus ojos la armonía
de un lenguaje tan dulce y expresivo.

Y eres tan mía entonces que me privo
hasta de oír tu voz, porque creería
que rompiendo el silencio, desunía
mi ser del tuyo, cuando en tu alma vivo.

¡Y estás tan bella; mi placer es tanto,
es tan completo cuando así te miro;
siento en mi corazón tan dulce encanto,

que me parece, a veces, que en ti admiro
una visión celeste, un sueño santo
que va a desvanecerse si respiro!

Guillermo Blest Gana




















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