Cuando vine a tu playa
Yo era un marinero de quebradas y ríos
Por eso mis banastas
Rebosantes de asombro
Cayeron en tus olas.

Guillermo Núñez


Ella

Esa figura alta
ya no canta;
ahogó su cántico el tiempo,
tiempo con cuerpo de cañas,
cazador de corazones,
mensajero de nostalgias.
Ya no ríes
con su sonrisa de playa
entre sus dientes de conchas
y mareas encantadas.
Está sola,
como se queda la noche
allá por la madrugada.
Sola,
como la luz que se extingue
en el fondo de la rada.
Sola,
como se mueren las almas
que viven abandonadas…

Esa figura alta
ya no canta,
está callada,
lejana, olvidada;
esa figura, es
la nada…

Guillermo Núñez


Hay un verso

Hay un verso
Que desgarra la carne.
Un verso de sílabas de fuego.
Un verso penetrante que estruja los caminos
en el tiempo.
Yo he conocido el verso,
cual puñal de palabras refulgiendo.
Verso exacto de sangre.
Verso de tentáculos que salen
del mar alejado del silencio.
Caída de palabras incendiadas
desde el volcán de nieve de los pechos.
Verso,
muerte en la garganta recostada.
Ascensión de lágrimas ardiendo.
Ceniza de almas en la sombra;
desbocadas, huidas, en lo eterno.
Verso,
que muerde más lejos que la muerte:

en la carne del alma renaciendo.



Guillermo Núñez



Mis heridas

Yo nací de un quejido
En la virgen montaña
De un quejido de rocas, a un llamado de algas
….

Yo llevaba el camino en mis ojos gravado.
Un día olí tu sombra;
Y caí entre tus brazos
Padre mar, esperando.

Guillermo Núñez














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