De ayer

Romántica obsesión: la casita contigua
donde –locos muchachos– íbamos a jugar.
La precoz esperanza de una sonrisa ambigua
y un inconcreto anhelo de sufrir y esperar...

Noches de luna, llenas de una tristeza antigua.
Días de vacaciones. Risueño descansar.
Cuentos miedosos bajo la claridad exigua
de una lámpara como cansada de alumbrar.

Sueños de adolescente: la muchachita rubia
que en mis ingenuidades derramó como lluvia
de estrellas sus miradas, y me enseñó a querer.

En su vértigo, el tiempo me robó ese cariño,
por eso en el temprano dolor de cualquier niño
se reproduce la íntima presencia de mi Ayer...

Hugo Alemán

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