Del amor y la muerte

Hay un reloj con hora ya vencida
que no da campanadas ni incomoda,
ese reloj, marcó quizás nuestra oda,
algo que dio la muerte por perdida.

Mas la muerte no entiende de medida,
nuestro amor no fue en vano, ni fue poda
fue mas bien y por siempre tornaboda
que nos valió la dicha merecida.

Muerte que no podrás con nuestro arrobo,
ni en la tumba podrías desarmarnos
con tus dientes feroces, como lobo.

La Eternidad es tiempo para amarnos,
nuestro lazo, tan fuerte fue, tan probo
que nuestra muerte decidió olvidarnos.

Isabel Díez Serrano


Existo desde siempre,
llevo en el monte de mis manos
la sal del Universo.
Soy materia ambulante que se muta
y tantas veces con las sienes rotas,
un sabor a ceniza me estreno nuevamente.
Este irse y no irse es una farsa, una imagen fugaz,
el caz del río por donde ha de perderse la memoria.
Desde este sueño donde junto habitan
la tiniebla y la luz,
caigo de nuevo en brazos de la tierra,
hambriento de latido,
sin otra ceremonia que la carne
y el mito milagroso que la inflama.

Isabel Díez Serrano
(Relámpagos interiores, p. 26)



Fue verso confinado nacido sin palabras,
una triste manera de morirse,
lo demás fue grito de piedra, grito quebrado
desgarrando la orilla de la vida,
y la muerte era toda una amazona
que cabalgaba al aire devanaba la prisa.
El corazón rompía en el costado
y rayaba un mundo de tinieblas
sin canto ya, sin trino, con la raíz
ya casi descubierta desnudando el latir.
Tras dura lucha, entre luces y sombras
mil dolores ocultos y un verso confinado
ganaron los aleros de Dios, mientras vencida,
recogían los ángeles su aliento.

Isabel Díez Serrano
(Relámpagos interiores, p. 28)


Tan herido de luz...

Tan herido de luz y humanidad
viviste y te volcaste con tu hermano
que en tu partida –ya florido arcano–
sintieron en las letras la orfandad.

Grande fuiste, poeta y castidad
nos legaste en tus versos; tan cercano
que aromabas heridas en las manos
de tu patria, desde tu mocedad.

El Universo entero te proclama,
los astros te veneran, te enaltecen
uniendo nuestras voces a tu llama.

Llama de Amor. De Honor llama en tu frente.
No hay hombre ni poeta bien nacido
José Martí, que no beba en tu fuente.

Isabel Díez Serrano



Tras los vitrales hay una transparencia

Descorro las cortinas porque anunciaron lluvia
pero el sol se nos pone de repente
rabioso por entrar. Abro la hoja
y una luz infinita aturde mis sentidos.
De dónde luz, llegaste, en clave do-re-mi?
Tal vez adivinabas que hoy mis pasos
habrían de nutrirse solariegos.
Mis pasos que, ya lentos se encaminan
a la cima del monte por el sendero azul,
aquél que recorrimos cuando niños surcamos
y nada nos paraba el pulso encabritado.

Hay una transparencia que es de incendio,
temblores me recorren al saberlo tan cerca.
Me atuso los cabellos,
coloco bien los pliegues de mi blusa
y espero que me tomes en esta hora blanca,
transparente,
por mucho que lo anuncien todos los Telediarios.

Isabel Díez Serrano














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