Desde aquel día

Yo vivo como un iluminado
desde ese día en que te vi pasar,
y creo disfrutar
un dulce gozo nunca superado.
Pasaste como un ángel de blancura
de lirios y azahar;
pasaste sonreída con dulzura,
con leve y armonioso caminar,
con el rostro en el Bien transfigurado.
¡Gracias por tu limosna de hermosura!
¡Yo  vivo como un iluminado
desde aquel día en que te vi pasar!

Juan de Jesús Reyes


Elogio al verso

Señor: en eso de subir escalas
aspiras a una altura cenital,
para ver tus Brasiles y Bengalas
resplandecientes de blancura astral.

Lleva raros perfumes en las alas
el ave de la selva tropical;
así, tú llevas milagrosas galas
de artes y ciencias en tu manto real.

Adonde llegas abren los palacios
sus puertas de zafiros y topacios
con tintas y con visos de arrebol;

y se abren las cabañas jubilosas
como al beso de un hálito de rosas
con las caricias del naciente sol.

Juan de Jesús Reyes


En tu Alma

En tu alma y en mi alma
hay un doble y mutuo débito,
hay un gran poema inédito,
en tu alma y en mi alma.
En tu alma y en mi alma,
aves de ilusiones trinan,
y hay cosas que se adivinan
en tu alma y en mi alma.
En tu alma y en mi alma,
¡cuántas flores intangibles!
¡Cuántos sueños imposibles
en tu alma y en mi alma.
En tu alma y en mi alma,
hay anhelares opresos;
hay llantos que fueron besos
en tu alma y en mi alma.

Juan de Jesús Reyes



Es el amor

Trino en aire, en la flor perfume:
eterna vibración,
luz en el astro y gloria y dulce vida
en todo corazón
es el amor.

Mi corazón  repite
con íntimo latir
puesto que amor es alma de la vida,
amo para vivir.

Juan de Jesús Reyes


Flores de cacto

En mi jardín hay flores todavía...
Verdad: han muerto mis claveles rojos,
incendio de las almas y los ojos,
y mis rosas de fresca lozanía.

He derrochado por la senda mía,
mis nardos sobre lívidos enojos,
mis lirios sobre pérfidos abrojos,
y mis violetas a la felonía.

Pero después de mi fatal derroche,
tengo flores del reino de la noche
que dan perfume a la sombra fría.

¡Son flores a la luz de las estrellas,
flores de Cacto!; si te gustan ellas,
en mi jardín hay flores todavía.

Juan de Jesús Reyes



Ofrenda

Hora crepuscular,
paisajes tristes,
sentí arenas, marchitas flores;
una ilusión de pálidos matices
hacia el Poniente:
un sueño de colores.
Un gemir de torcaces y perdices
y unos dejos enternecedores;
algo que habla de los días felices
que ya pasaron,
y de los amores
cuyo recuerdo tiene luz de cirios
en mi honda noche;
inclinación de lirios
y de las rosas del jardín.
Incierta,
borrosa luz;
incierta sombra…
En tanto:
camino solo,
voy al camposanto
y llevo flores a mi novia muerta.

Juan de Jesús Reyes


Una voz en la noche

Oye en la noche azul plenilunaria
el aleteo febril de mi canción:
oye mi voz, sumisa cual plegaria,
vibrando como vibra el corazón.
Oye latir mi corazón herido
por tu mirada, flor de luz intensa,
oye mi voz de ruiseñor sin nido,
triste, como el amor sin recompensa.
Oye mi voz. Tu corazón despierte
y abra el plácido alcázar del amor;
oye mi voz, o pediré a la muerte
su lúgubre caricia y su favor.
Oye mi voz. Quiere la suave luna
ver un idilio de amor, unos de esos
que hacen dos almas refundirse en una
y hacer que estalle el corazón en besos.

Juan de Jesús Reyes


Yo quiero arrojar al agua mi navío
para ir a Nicaragua, a la tierra de Darío.

Allá recto poderío contra los derechos fragua,
allá,
la sangre es un río que trágico se desagua.

Quiero
en esa noble tierra,
ser como un tanque de guerra, rabioso, demoledor,

o ser como el huracán…
para que aprenda el Tío Sam la epopeya del honor.

Juan de Jesús Reyes











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