El bosque

El bosque crece lento. Pero crece
tan rumorosamente que se escucha
su bramido tan hondo como el mar, como el viento.
Se oye crecer, abrirse, parir, cantar, mecerse.


El bosque canta, sueña. En sus frondas nacimos.
En sus ramas saltamos. Trepamos por su tronco.
Bosque lleno de nidos, que mece con bravura.
Bosque materno, padre bosque, patria.

Mirad, mirad la fronda transparente
cómo filtra el azul del cielo altísimo.
Mirad a vuestras plantas las raíces,
el agua verde de los manantiales,
las hileras de hormigas negrirrojas,
los reptiles de plata, las mariposas de oro.

Tan sólo apenas extender las alas,
y volar y volar; subir cantando,
subir volando en largas curvas. Luego,
descender... Y ascender, cruzar el cielo
sobre el bosque dormido. Torcer el ala apenas
y girar y doblar y zambullirse
en el mar vegetal cantando, amando.

Es el tiempo sin fin. Es la mañana eterna.
Es el bosque sin límites. El vuelo
sin cansancio. La luz, la luz. El bosque
todo clama radiante de alegría.

Juan Mollá López



"El sentimiento de la fugacidad de la vida es fundamental en mi poesía, como en toda la poesía universal. La vida del hombre es radicalmente fugaz; pero incluso la vida de la roca es fugaz, un instante en el reloj del Universo. Un viento de milenios abatirá la memoria de la roca y a del hombre..."

Juan Mollá López



"No creo haber tenido grandes locuras."

Juan Mollá



"Piensa que la poesía está realmente dentro de nosotros desde donde sale para ser escrita y disfrutada, es como algo que se secreta desde dentro hacia fuera."

Juan Mollá López


Sólo el niño conoce los colores. La brizna
de la hierba, la mariposa azul, la mariquita grana,
los granitos de polen.
Niño feliz con los primeros lápices
de colores.
La gran página en blanco
y en la mano la gloria de los ojos.
Rayas, estrellas. cruces, garabatos
y peces de colores.
Niño feliz inaugurando el verde,
el índigo, el naranja y el violeta.
Rayos de añil, relámpagos de oro,
rúbricas orbitales, torpes ajedrezados
de marrones y glaucos y sienas y escarlatas.

A sí, desde las flechas
de cazadores ágiles de ciervos
sobre lienzo de roca en negro y ocres
al frenesí de los vitrales
encendidos de púrpuras y cielos
desmenuzados, en delirio
de príncipes.
En el primer cuaderno de la escuela
y en códices polícromos,
el verde brinca, el carmesí cornea,
y el carmín ríe, y el morado clama
y el rosa se declina,
se enciende el amarillo y pone el gules
su sello real.

Y  tacha y cruza y danza,
corre, caracolea, torea sobre el ruedo
del papel ya cuajado
de estrellas, de sombreros y claveles,
la mano con la furia inocente del niño
entusiasmado.

Niño feliz con las primeras tizas,
con los primeros lápices,
con los primeros pájaros,
con las primeras flores,
con los primeros peces,
con los primeros sueños
de colores.

Niño feliz pintando para siempre.

Juan Mollá López



Ven

Ven a la oscuridad, ven a la noche,
ven bajo el negro resonar del puente,
ven a la gruta donde el mar retumba,
ven al bosque de sombras que no duerme.
Será el abrazo oscuro y libre el tiempo.
Largos, los besos; el susurro largo
y la caricia al fin sin ataduras.
Dame tu boca y duérmete en mis brazos.

Juan Mollá López











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