El primer prisionero

Rebelde audaz, insólito jinete,
monta en su jaca, a la avanzada llega,
esgrime el Collins, y con ira ciega
a las contrarias tropas acomete.

No hay freno que sus ímpetus sujete,
los verdes campos con su sangre riega,
y es al fin capturado en la refriega,
muerta su jaca, roto su machete.

Y ya en trance de ser ejecutado,
se oyó el clamor de ingente clamoreo
como el grito de un pueblo encadenado;

y el Porvenir, en raudo centelleo,
le ofreció sobre el monte ensangrentado
¡una visión de la victoria al reo!

Juan B. Gutiérrez Quirós

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