Desahucio

Se llamaba María
y tenía su casa
muy cerca de la tuya.
Y  hace días, muy pocos, que no vive.
Hace días que no sale a la compra,
que no asoma su rostro a la ventana,
que no sueña
ni habla
ni respira.
Se ha vencido en el caos de la crisis
al terror del desahucio y del vacío.
Así mueren los pobres,
en silencio,
en el gris abandono de sus vidas,
sin conocer el grito de su fuerza,
su protesta en un coro de gargantas.
Y culpo a la avaricia,
a los mercados,
a los que nos gobiernan pese a todo,
de esta muerte.
Se llamaban María, Ana o Luisa,
poco importan  su nombres.
Su silencio es ahora
la tumba del silencio.



Isabel Miguel

Manos

Envuélveme en tus manos,
que su cuna serene a las mías,
ese molde perfecto al que se ajustan
como predestinadas desde el tiempo. 

Transítame en tus manos
cada porción de piel y cada poro,
que nada quede al margen de su  roce
para que nada mío desconozcan. 

Disfrútame en tus manos
que conocen el ardor de mi tez
y el recóndito espacio en que me tiembla
la avaricia del aire en la garganta. 

Descánsame en tus manos,
son la esfera perfecta en que me apreso
para dormir en ti, perpetuamente,
el canto acompasado de las horas.

Isabel Miguel


Muros

Digo tapia, pared
                           y digo muro.
Digo hormigón creciente
                          y digo llaga. 

No es cicatriz, es larga herida abierta
de sangre triste y aciago recorrido. 

Digo paz y aparece
herida la paloma.

Digo libre y justicia
y sus colores saltan,
salpican la grisura
e impregnan el cemento,
                      pero no lo derriban. 

Los muros fagocitan
                     las ideas más nobles.

Isabel Miguel


Se hizo la noche abrigo...

Se hizo la noche abrigo en mi perchero
siendo la misma esencia de lo oscuro,
navega entre sus sombras el futuro
sin avistar ningún puerto certero.

Soledades y nieblas en mi armario
como espectros colgando insatisfechas
viven, siendo fantasmas de otras fechas
caducas ya en un viejo calendario.

He pintado paredes con la vida
y, a falta de jardín, pongo en macetas
brotes nuevos de savia contenida.

Y hacia el sol y hacia el viento abro mi casa
y, en lid contra el pasado y sus caretas,
cedo paso a la luz… y el tiempo pasa.

Isabel Miguel




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