Mundo de milagros

La oruga que se vuelve mariposa;
la blonda yema transformada en ave;
la espora leve que se torna nave
y vuela hasta el encaje de la rosa;

el paso inmemorial de la babosa;
el aire caprichoso, rudo y suave;
el cielo que, a la vez, es puerta y llave;
el agua que me baña y que reposa;

la tierra, diosa y madre, mesa y lecho;
el fuego abrasador que arde en mi pecho,
altar donde al Amor mi amor consagro...

¿Qué duda cabe ya? Todo está claro.
Postrada ante el Misterio al fin declaro:
la vida, pues, no es más que un gran milagro.

Ivonne Martin


Ojos esquivos

Puesto que de ojos se trata...
¡tantas historias pudiera
contar sin que se supiera
que un par de ojos me mata...!

Ojos donde se desata
de angustias un huracán,
trazando un siniestro plan
por arrasar mi cordura
cuando miran mi cintura
como el hambre mira el pan.

Ojos de azul verdemar,
quizás tristemente hermosos,
que me evaden temerosos
porque se niegan a hablar;
y callan pues, al callar,
es como si clausuraran
dos ventanas que ocultaran
inconfesables secretos
o pecados indiscretos
que jamás se confesaran.

Mas no importa si tus ojos
llevas cerrados o abiertos:
se ama más a los muertos
que de un vivo los despojos.
Si has de vivir entre abrojos,
al menos siembra una rosa,
ya que es menos dolorosa
la espina más perfumada,
y consagra tu mirada
al camino de la fosa.

Ivonne Martin


Transmutación

Del aura de una púrpura amatista
nació un ave de pecho anaranjado
que tornóse relámpago dorado
al toque del Magnífico Alquimista.

Entonces, como ráfaga imprevista,
trocóse en blancos pétalos de rosa,
y luego convirtióse en mariposa
rosada como ensueño de un artista.

A la sombra de un pálido abedul,
por el manto de un unicornio azul
volvió a mudar su onírico ropaje.

Y al escalar un páramo de abrojos
en la verde pradera de tus ojos
se perpetuó para cumplir su viaje.

Ivonne Martin




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