Nombres del tiempo

Se llama también luz. Se llama altura.
Se llama certidumbre de la muerte.
Se llama oscuro péndulo que advierte
lo leve de tan leve arquitectura.

Ignoramos su faz cambiante y muda.
Su nombre es el asombro de estar vivos.
En su fiel sucesión somos cautivos,
y él está tras espejos, y no duda

en detener con precisión su paso
y asestar el fulgor de su mirada,
única, última vez que la concede.

Precipitada aurora hacia el ocaso,
su nombre es claridad ya clausurada:
finge la nada que al morir sucede.

Juan Lamillar


Poética

¿Para alcanzar qué voz,
qué cuerpo presentido,
qué noche de amistad,
qué playa embelleciendo la memoria,
escribo este poema?

Alguien decía unos versos,
y una música oscura perduraba
más que el mar esa noche.

¿Cómo trazar tu risa en el recuerdo,
y aquel fulgor vencido de la hoguera?
¿Qué rescoldo brillante me quema ahora las manos?

Frente a otro mar más misterioso escribo.
Frente a otra playa aún más intangible.

Juan Lamillar
Música oscura, 1989




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