Jardín botánico

Desde húmedas selvas tropicales
a los valles brumosos,
atravieso desiertos
domésticos y oasis,
y llego al sotobosque en el Umbráculo.
Acechan las carnívoras, despliegan las orquídeas
sus bocas trilabiales,
y los helechos hablan
del fondo de los pozos.
Sentado en este banco de jardín
alcanza la mirada
la inmensidad frutal del mundo.
Y tomo una pastilla de herbolario
que encierra esencias de ciprés, jengibre,
tomillo, menta, clavo, hinojo, regaliz,
pino, salvia, canela y eucalipto.
Y a los tornasolados verdes que contemplo,
veladas transparencias de alabastro,
añado este sabor alcanforado,
amargo, ácido y boscoso,
la ingravidez balsámica
que dibuja en mi pecho
paisajes de montañas.

Lo mismo que estas hojas
acabaré diluido,
convertido en la savia de estos árboles,
la misma savia que ahora,
en un nudo de aceites esenciales,
se disgrega en mi boca,
me viaja por dentro,
al tiempo que camino
entre las infinitas variedades del verde
y sobre el humus podrido de las hojas.

Juan Peña



La mecánica cuántica del cuerpo

Cuántas veces quedamos como absortos
ante la inmensidad con que nos sobrecoge
un mar embravecido, un mar en calma,
un celaje de fuego cuando el atardecer,
una gota en la brizna de hierba en la aurora,
una noche en que vemos brillar estrellas muertas,
la magia omnipotente de romper
a través de una lágrima la luna,
deshilachada en una titilante
maraña de agua y plata.


Todo eso que ves eres tú mismo:
desfiladeros, valles, océanos, montañas,
bosques umbríos, selvas devastadas.
Todo eso te habita:
humores, vísceras, arterias,
estructuras calcáreas,
flujos, irisaciones
de un magma único e infinito.

Eres un universo.

Miras el Universo
y en él te reconoces.

Juan Peña



Teselas

Será la vida el agua
que en tus manos, sediento,
llevaste hasta tu boca
y escapó entre tus dedos.

Todo lo que aprendiste
y lo que sabes
es esta habilidad
para el desastre.

De niño todo era
o bueno o malo.
Con la edad he aprendido
a no ver claro.

Nada más fascinante.
No hay parques ni montañas
más umbríos y hermosos
que el mapa de tu espalda.

No busques la verdad
más allá de los cuerpos.
Lo más sabio es la piel
que aprendes con los dedos.

El único regalo
que me des sea tu risa.
Que me des sólo quiero
la luz de tu alegría.

Que si la vida es fea
y sucia y triste y mala,
mejor: cuando se acabe
no habrás perdido nada.

Tocó la dulce piel
de una muchacha.
Supo lo que la vida
tiene de hospitalaria.

Si cuanto quise saber
en un libro está guardado,
y hallo la gloria en tu cuerpo,
a qué salir de este cuarto.

Juan Peña



Thick as Brick

Ya sé que no recuerdas
esta escena de hoy.
Yo escuchaba una música muy triste,
y tú, apenas cuatro años, pintabas monigotes.
Te miraba, alzaste la cabeza
y me ofreciste, sin palabras,
la sonrisa más pura
con que pudieras celebrar la vida.
Se velaron entonces de lágrimas mis ojos
pues supe que en aquel mismo momento
se cifraba y se desvanecía
eso que buscarás y habrás perdido.
Ya sé que no recuerdas,
pero no olvides que hubo un tiempo
donde tu padre quiso guardarte una sonrisa
para que a ella vuelvas cuando sufras.

Juan Peña






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