A Elisa

Alza, Elisa, ese velo leve y vano...
y descubre tu frente venturosa,
y al puro cielo tu cabeza hermosa
despliega, flor del suelo ferrolano.

Entre tu verde espléndido y temprano
eres, niña gentil, purpúrea rosa
que entreabre sus hojas pudorosa
al suspirar del céfiro lozano.

¡Ay de mí, que arrojado en mi amargura
al duro golpe de infeliz destino,
cruzo el mar de mi vida sin ventura..!

Poeta sobre el mundo peregrino,
no soy digno tal vez de tu hermosura,
de tu alta frente y tu esplendor divino.

Eduardo Pondal


Castaños de dormeá

Castaños de dormeá,
os de corpo ven comprido,
de graciosa estatura,
sobrados e ben seguidos:
¡ouh!, castaños, semellantes
ós celtas nosos antigos;
a quen as edras demostran
amor, con abrazo amigo:
os arrebatados ventos
do mes bretemoso e frío
de Xaneiro, entre vós fungan
dando doentes suspiros:
e o musgo dos vosos gallos,
ermos e desgornecidos;
ó impulso das duras ráfagas
vai lonxe caír rompido.
Cando xuntos nos criamos
era outro tempo, e o recinto
da vosa inda corta sombra
non era grande; meniño
daba eu tanta coma vos,
no doce prado nativo.

Eduardo Pondal



Os pinos

Que din os rumorosos
na costa verdecente
ao raio transparente
do prácido luar?
Que din as altas copas
de escuro arume arpado
co seu ben compasado
monótono fungar?

Do teu verdor cinguido
e de benignos astros
confín dos verdes castros
e valeroso chan,
non des a esquecemento
da inxuria o rudo encono;
desperta do teu sono
fogar de Breogán.

Os bos e xenerosos
a nosa voz entenden
e con arroubo atenden
o noso ronco son,
mais sóo os iñorantes
e féridos e duros,
imbéciles e escuros
non nos entenden, non.

Os tempos son chegados
dos bardos das edades
que as vosas vaguedades
cumprido fin terán;
pois, donde quer, xigante
a nosa voz pregoa
a redenzón da boa
nazón de Breogán.

Teus fillos vagorosos
en que honor soo late,
a intrépido combate
dispondo o peito van;
se, por ti mesma, libre
de indigna servidume
e de oprobioso alcume,
rexión de Breogán

Á nobre Lusitania
os brazos tende amigos,
ós eidos ben antigos
con un punxente afán;
e cumpre as vaguedades
dos teus soantes pinos
duns máxicos destinos,
¡oh, grei de Breogán!

Amor da terra verde,
da verde terra nosa,
acende a raza briosa
de Ousinde e de Froxán;
que aló nos seus garridos
xustillos, mal constreitos,
os doces e albos peitos
das fillas de Breogán;

que á nobre prole insinen
fortísimos acentos,
non mólidos concentos
que ás virxes só ben están;
mais os robustos ecos
que, ¡oh, patria!, ben recordas
das sonorosas cordas
das arpas de Breogán.

Estima non se alcanza
cun vil xemido brando;
calquer requer rogando
con voz que esquecerán;
mais cun rumor xigante,
subrime e parecido
ao intrépido sonido
das armas de Breogán.

Galegos, sede fortes,
prontos a grandes feitos;
aparellade os peitos
a glorioso afán;
fillos dos nobres celtas,
fortes e peregrinos,
luitade plos destinos
dos eidos de Breogán

Eduardo María González-Pondal y Abente

Os pinos

¿Qué dicen los rumorosos,
en la costa enverdecida
al transparente rayo
de la plácida luz de luna?
¿Qué dicen las altas copas
de oscuro follaje arpado
con su bien acompasado
monótono zumbar?

De tu verdor ceñido
y de benignos astros,
confín de los verdes castros
y del valeroso suelo,
no des al olvido
de la injuria el rudo enconamiento;
despierta de tu sueño
Hogar de Breogán.

Los buenos y generosos,
nuestra voz entienden
y con devoción atienden
nuestro ronco sonido,
pero solo los ignorantes
y los salvajes y los duros,
imbéciles y oscuros,
no nos entienden, no.

Ya llegaron los tiempos
de los bardos de las edades
en que vuestras vaguedades
cumplido fin tendrán;
pues, por doquier, gigante
nuestra voz pregona
la redención de la buena
Nación de Breogán.

Tus hijos valerosos
en los que el honor solo late,
a intrépido combate
con el pecho dispuesto van;
se, por ti misma,
libre de indigna servidumbre
y de deshonrrado apodo
región de Breogán.

A la noble Lusitania
tiende los brazos amigos,
los solares bien antiguos
con un pujante afán;
y cumple con las vaguedades
de tus sonantes pinos
de unos mágicos destinos,
¡oh, rebaño de Breogán!

Amor de la tierra verde,
de la verde tierra nuestra,
enciende la raza briosa
de Ousinde y de Froxán;
más allá de sus llamativos
jubones mal cosidos,
los dulces y blancos pechos
de las hijas de Breogán

Que a la noble prole enseñen
fortísimos acentos
no frágiles conceptos
que a las vírgenes van;
sino robustos ecos
que, ¡oh patria! bien recuerdas
de las sonoras cuerdas
del arpa de Breogán.

La estima no se alcanza
con el vil gemido blando
pues de quien pide rogando
su voz olvidarán;
no así al rumor gigante,
sublime y parecido
del intrépido sonido
de las armas de Breogán.

Gallegos, sed fuertes,
prestos a grandes hechos;
aparejad los pechos
a igual glorioso afán;
hijos de los nobles celtas,
fuertes y peregrinos
luchad por los destinos
del Solar de Breogán.

Eduardo María González-Pondal y Abente











No hay comentarios: