A la Bandera

Bandera que tremolas, como ligera
ala  que se despliega; !bandera mía!,
al cielo de mi patria yo te añadiera,
para que tú le dieras más alegría. . .

Bandera panameña, que en raudos giros
como en un triunfo flotas, y altiva subes,
pues pareces movida por los suspiros,
por los tenues suspiros de los querubes.

Como en la hirviente cumbre de un oleaje,
pareces en las astas ir ondulando,
y es nacional la ofrenda del homenaje
¡porque tú  eres la patria que va pasando. . .!

Yo quisiera en mis ansias llevarte arriba,
arriba de los techos para lucirte,
y aunque estuvieses hecha toda una criba,
la bandera serías de más estirpe.

Y si alguna potencia quiere humillarte,
y si muchos cañones te obligarían,
no hubiera panameño para bajarte
¡porque sin manos antes se quedaría!

Bandera que tremolas, como ligera
ala que se despliega, bandera mía,
al cielo de la patria yo te añadiera,
¡para que así le dieras más alegría. . . !

Demetrio Korsi


Ibero-América

La América Latina al fin se ha unido
a España en una conjunción que abraza
todas las glorias del león vencido
y las grandezas de la nueva Raza.

Es un tumulto espléndido y temido
que toda bárbara invasión rechaza;
¡y ya el pendón hispánico en olvido
al pabellón de América se enlaza!

España tiene la gloriosa palma,
y el mundo de Colón, fuerte y jocundo,
junto al alma española ha puesto su alma...

¡Dios, desde arriba del azul profundo,
las mira y piensa con suprema calma
que ambas serán el porvenir del mundo!

Demetrio Korsi


Incidente de Cumbia

Con queja de indio y grito de chombo,
dentro de la cantina de Pancha Manchá,
trazumando ambiente de timba y kilombo,
se oye que la cumbia resonando está...

Baile que legara la abuela africana
con cadena chata y pelo cuscú;
fuerte y bochinchosa danza interiorana
que bailó cual nadie Juana Calambú.

Pancha Manchá tiene la cumbia caliente,
la de Chepigana y la del Chocó,
y cuando borracha se alegra la gente,
llora el tamborero, llora Chimbombó...

Chimbombó es el negro que Meme embrujara,
Chimbombó es el negro de gran corazón;
le raya una vieja cicatriz la cara;
tiene mala juma y alma de león.

Y el tambor trepida! Y la cumbia alegra!
Meme baila... El negro, como un animal,
llora los desprecios que le hace la negra,
y es que quiere a un gringo la zamba fatal!

Como un clavo dicen que saca otro clavo,
aporrea el cuero que su mano hinchó;
mientras más borracho su golpe es más bravo;
¡juma toca cumbia, dice Chimbombó!...

Vengador, celoso, se alza de un respingo
cuando Meme acaba la cumbia, y se va
-cogida del brazo de su amante gringo-
rumbo al dormitorio de Pancha Manchá.

Del puñal armado los persigue, y ambos
mueren del acero del gran Chimbombó,
y la turbamulta de negros y zambos
siente que, a la Raza, Chimbombó vengó...

Húyese hacia el Cauca el negro bravío
y otra vez la cumbia trepidando está,
pero se dijera que no tiene el brío
de la vieja cumbia de Pancha Manchá...

Es que falta Meme, la ardiente mulata,
y es que falta el negro que al Cauca se huyó;
siempre habrá clientela y siempre habrá plata,
¡pero nunca otro hombre como Chimbombó!

Demetrio Korsi


Los Ruiseñores Ciegos

En jaula de oro su prisión tenían
mis ruiseñores, aves melodiosas
que honda nostalgia del azul sentían
en el tibio jardín, donde las rosas
—embriagadas de sol— languidecían. . .

Yo era perverso, como un Borgia altivo.
Vasta y rugiente orgia fué mi historia
sólo sabe Dios por qué estoy vivo;
¡pero de toda soñación cautivo,
de odio cegué y enloquecí de gloria!

Y constelé mi corazón de ensueños,
aunque la carne, el ídolo de lodo,
fué el más constante de mis dulces dueños:
pero salvé el tesoro de mis sueños,
de azul sonámbulo Y de amor beodo.

Hice un lindo jardín en mi palacio
para escuchar mis pájaros en calma,
y, bajo un cielo de ópalo y topacio,
pensé que era más grande que el espacio
el glorioso infinito de mi alma. . .

Los ruiseñores, en sus jaulas de oro,
de sus arpegios el gentil derroche
oír dejaban en sonoro coro,
cuando de los luceros el tesoro
fulgía entre las sombras de la noche.

Mas, al llegar el alba, entristecían
esas aves. . . que quedaban silenciosas...
Y honda nostalgia del azul sentían
al ver que las estrellas se dormían
al despertar en el jardín las rosas.

Ansié una tarde disfrutar los magos
arpegios dé mis pájaros cantantes;
en esa tarde azul, los cisnes vagos
se hubieran dicho lirios ambulantes
sobre el cristal de los dormidos lagos. . .

Pero los ruiseñores no cantaron. . .
—¡Más me valiera —dije— tener cuervos!
Y furiosas mis manos se crisparon,
y, a mi mandato de crueldad, temblaron
los colosales y desnudos siervos.

Sacáronle los ojos a los suaves
cantores de la gloria y la armonía,
con un largo alfiler, los siervos graves;
¡y a sus cuencas sin ojos, esas aves
sintieron que la noche descendía!

Desde entonces, sus trinos no han cesado. . .
¡No necesitan escuchar mis ruegos
para entonar su cántico exaltado!
¡Y cada día estoy más encantado
con mis preciosos ruiseñores ciegos!

Demetrio Korsi

Nunca mía

Soñé que en las instancias de mi ruego
tu amor me prometiste enamorada,
y al brillo de la luz de tu mirada
para siempre quedé tu esclavo ciego.

Al estrecharte entre mis brazos luego
hiciste alarde de la fe jurada,
y con tu boca ardiente y perfumada
me contagiaste tu pasión de fuego.

Mas todo era un engaño torturante,
vana ilusión que vio mi fantasía
en ese paraíso de un instante:

¡Porque lejos de mí, ceñuda y fría,
llenas de hiel mi corazón amante
siendo de todos, pero nunca mía....!

Demetrio Korsi


Ofrenda

Salve, amiga primorosa
de lindo talle gentil:
tu boca es de seda y rosa,
tu frente es níveo marfil!

Tu imaginación brillante
ha visto en un sueño azul
una Bagdad deslumbrante,
y un esplendente Estambul.

¡Quién fuera la fantasía
de esta blanca niña bella,
cuya pupila, es la estrella
que nace al morir el día!

Es tuyo mi corazón:
hay en él ruidos de espuma,
y maravillas de bruma
y prodigios de ilusión....

El es amoroso y triste,
y dentro tengo escondido
¡lo mucho que te he querido,
lo poco que me quisiste...!

Demetrio Korsi



Otoño Soy

Este otoño que en ser galante insiste,
este otoño angustiado de promesas,
quiere alegrarse y sin embargo es triste
y me engaña otra vez cuando me besas.

Este otoño es cruel, verja florida,
por dentro es sombra, vencimiento, nada.
Su última rosa morirá afligida,
si no tiene el calor de tu mirada.

Y pues yo soy otoño, ven y toca
mi frente mustia, mi canción doliente;
tú, primavera y besos en mi boca;
yo, madrigal; yo, rosas en tu frente.

Otoño, ya llegaste, y me venciste
con tus anacreónticas promesas.
Otoño soy también, otoño triste,
pero menos otoño si me besas...

Demetrio Korsi



Post umbra

Yo no quiero los mármoles
ni una estatua como esa
que en aquel parque me enseñaste, en tanto
me hablabas de la joya de una tienda.

Yo quiero algo más hondo,
más tuyo, más eterno:
¡yo tan sólo quisiera
vivir en tu recuerdo!

Demetrio Korsi


Visión de Panamá
(De 4 a 6 de la tarde, del Banco al Cruce)

Gringos, gringos, gringos... Negros, negros, negros...
Tiendas y almacenes, cien razas al sol.
Cholitas cuadradas y zafias mulatas
llenan los zaguanes de prostitución.

Un coche decrépito pasa con turistas.
Soldados, marinos, que vienen y van,
y, empantalonadas, las caberetistas
que aquí han descubierto la tierra de Adán.

Panamá la fácil. Panamá la abierta,
Panamá la de esa Avenida Central
que es encrucijada, puente, puerto y puerta
por donde debiera entrarse al Canal.

Movimiento. Tráfico. Todas las cantinas,
todos los borrachos, todos los fox-trots,
y todas las rumbas y todos los grajos
y todos los gringos que nos manda Dios.

Diez mil extranjeros y mil billeteras...
Aguardiente, música... La guerra es fatal!
Danzan los millones su danza macabra.
Gringos, negros, negros. gringos.... ¡Panamá!

Demetrio Korsi



























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