A mi padre

Hay en mi vida un vendaval deshecho
que no sé maldecir, ni lo deploro,
y voy a él como el dolor al pecho,
la espada al puño, al redondel el toro.

Mi pluma de escritor, culta o salvaje,
el arma es que mis ideas esgrimen;
a mí la dicha a costa de un ultraje
no me parece bienestar: es crimen.

De otros cejar con impudor infame
en ocasión del inminente riesgo.
Yo acudo siempre do el deber me llame
y ya en el sitio del deber no sesgo.

El musulmán resígnase al destino
y yo jamás; en medio de mi duelo
voy abriéndome brecha en el camino
con propio esfuerzo y sin mirar al cielo.

¿Gime la Patria en orfandad eterna
mientras un nudo su garganta oprime?
pues ya no escucho tu inquietud paterna,
yo sólo entiendo que mi patria gime.

¡Ay! Hubiéraseme dado, a más del nombre,
una Patria feliz y hospitalaria;
dado me hubieras credencial de hombre
y no padrón de envilecido paria.

No temas. Me arrullaste con cariño
y en devolverte el bien cifro mi orgullo.
¡Se ha transformado en paladín tu niño!
¡En tempestad se convirtió su arrullo!

Cuando llegue el naufragio -si es que llega-
piensa en mi honor que, capitán valiente,
será el primero en la borrasca ciega
y el último que pise sobre el puente.

Pachín Marín
Tomado de Sin Mordazas


El trapo

Cuando un pueblo no tiene una bandera,
bandera libre que enarbole ufano,
en pos de su derecho soberano
y el patrimonio, la gentil quimera;

si al timbre de su gloria entera
bríos de combate en contra del tirano,
la altiva dignidad del ciudadano
o el valor instintivo del la fiera;

con fe gigante y singular arrojo
láncese al campo del honor fecundo,
tome un lienzo, al azar, pálido o rojo,

y, al teñirlo con sangre el iracundo
vera cambiarse el mísero despojo
en un trapo que asombre a todo el mundo.

Pachín Marín


Mariposas

La pléyade fugaz de alas de oro
surgió de pronto en la callada alcoba.
Y mi madre me dijo:
No te asustes,
son bellas y se llaman mariposas.
Donde hay amor, perfumes, alegría,
besos, arrullos, esperanzas, notas...
donde tiene su trono la inocencia,
altar el bien, la dicha sinagoga;
donde hay luz, y cariños, y poesía;
donde no existe un átomo de sombra,
allí van a formar, amado mío,
nido de luz las raudas mariposas.

Cuando me encorve el peso de los años,
cuando la senda del dolor recorra
y, cansado viajero, sin un triunfo
me tienda a descanzar sobre una fosa,
¡quiera Dios que en la noche de mi cráneo,
vengan a fabricar, madre del alma,
nido de luz aquellas mariposas!

Francisco Gonzalo Marín , también conocido como Pachín Marín











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