A un corazón que supo amar

Aquí nadie yace,
todo es falso
y la muerte aún no la comprendo.
A mis amigos dejé de visitarlos
porque debía de partir,
otros me esperaban desde siempre en silencio
y temía ya no reconocerlos.
Ahora estoy con ellos
y hablamos de la lluvia.
Aquí nadie yace,
los cementerios están vacíos
y las flores no saben llorar.
Si quieres recordarme... vete,
búscame entre las cosas
y más allá de las cosas
sobre los sueños.
La muerte nunca la comprendí
y quizá por eso
permaneceré siempre vivo.

Francisco Arias Solís



Al sentir tu brisa

Porque quiero quererte y no te quiero,
porque sueño soñarte y no te sueño,
porque anhelo anhelarte y no soy dueño
de aquello que prefiero y no prefiero.

Porque busco tu paso en el sendero
mientras huyo no huyendo de mi empeño,
y me siento pequeño, tan pequeño,
que no logro en mi vida ser sincero.

Por haberte vivido sin vivirte
y haberte amado tanto sin amarte,
puedo soñar contigo limpiamente.

Porque al sentir tu brisa sin sentirte,
pudiera en la caricia desearte
gozando de tu ausencia plenamente.

Francisco Arias Solís


Las lejanas palomas de la paz

Coleccionaba mariposas,
y quiso coleccionar el aire.
Quería aprisionar el humo
que se escapa con lentitud
desde las chimeneas.
Los espejuelos de la luz
sobre la mansedad de los estanques.
La estrella fugitiva de los pájaros.
La mirada alegre de los niños.
Caminar por el arco iris.
Ensartar las gotas del rocío
que resbalan sobre
la superficie de las hojas.
Beber champán
en el cáliz de las flores.
Aprisionar un rayo de luna
en la tela de una araña.
Meter un rayo de sol
en una jaula...
Coleccionaba mariposas,
y se perdió buscando
las lejanas palomas de la paz.

Francisco Arias Solís


Las olas de tus muslos

Sentirte bajo mí en la suave arena;
sentir los tiernos peces de tus senos,
las olas de tus muslos, la espuma de tus risas,
la resaca sutil de tus abrazos,
las gaviotas sin fin de tus gemidos... 

Sentir sobre los hombros, sobre el alma
el cómplice rielar de la primera estrella
y una brisa profunda y encendida,
fragante de perdidas caracolas. 

Sentir en tus caderas las algas del deseo
tesoros prometiendo al navegante,
y en tu sangre sentir latidos de nereida. 

Sentir en los corales y perlas de tu boca
la ira cruel, demencial, de tempestades;
sentir en tus cabellos la quietud y dulzura
de un tálamo solar, de una colcha de pétalos;
sentir en la emoción de tu mirada
el mundo renaciendo como un abril latino,
y en llamas el espacio ceñido al mar constante;
sentir, sentir tan sólo la luz de este momento.

Francisco Arias Solís


Una vaga tristeza

He soñado contigo hacia la madrugada
y el amor que me hería aprovechando el sueño
me ha despertado cuando el alba en los balcones
se paraba lo mismo que un pájaro perdido.

Tú no sabrás qué sueño me despertó en la noche
ni por qué misteriosos paisajes fuimos juntos.
No sabrás nunca el grave encanto que hacia el alba
me despertó a la vida otra vez suspirando.

¿Pues quién sabe por qué extraños caminos
sin que sepamos nada puede ir el amor?
¿Quién sabe por qué tiernos senderos todavía?
¿Quién sabe por qué prados ni por qué primaveras?

La lluvia azota mis cristales. (Son las siete.)
Tal vez te haga pasar la mañana en tu casa.
Piensa que yo he mirado largamente la sierra
y que he dicho tu nombre casi sin darme cuenta.

Y después he sentido una vaga tristeza
al ver sobre las verdes montañas y sus árboles
la belleza sombría de la luna y el viento,
una tristeza no demasiado grande,

casi risueña, casi alegre, inexpresable,
pero tan íntima y aguda que los días
no me podrán curar con sus cielos azules
de su encanto suave y agridulce,

oh amor, oh amargo amor, amor perdido,
siempre amor, siempre amargo y ya perdido,
oh amor amargo como el olor de las palmiras,
oh amor perdido que amo todavía...

Francisco Arias Solís


Universo deseado

Toda la luz del cielo ya en la frente
y en el labio un carbón apasionado.
Mi pensamiento, así de iluminado;
mi lenguaje, de amor, así de ardiente.
así de ardiente, así de vehemente,
diamante en su pasión transfigurado.
Amarte a ti, universo deseado.
Mi luz te piensa apasionadamente.
Mi luz te piensa a ti, luz de mi vida,
pasión mía, luz mía, fuego mío,
llama mía inmortal, noche encendida.
cauce feliz de mi profundo río,
arrebatada flecha, alba elegida,
mi dulce otoño, mi abrasado estío.

Francisco Arias Solís











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