Al amor decepcionado

Ecuórea fantasía de pleamares,
en tus versos que el piélago recita,
revive la pasión que en ti palpita
la suave calidez de tus cantares.

En todos los auténticos lugares
en que este corazón se precipita,
encuentro la emoción que nos invita
la lluvia de ilusiones singulares.

Y es que aunque me rodeen brazos tiernos
no creo ya en edenes ni en infiernos,
ni creo en las tinieblas del olvido.

Sí, creo en el dolor que ha corrompido
con llanto de camelias y de rosas
la furia de claveles y de fosas.

Felipe Antonio Santorelli




Mi cabeza

Mi cabeza está tan llena de inquietudes
repleta de verdades y falacias
mezcladas sin ningún consentimiento
por filtros ajenos a mi esencia.

Mi cabeza está rellena de preguntas
que tienen y carecen de respuestas
y quiero que se entienda lo que pienso
y quiero que se oculte el firmamento.

Tesoros eruditos de albas eras
o solo son menzoñas refinadas,
la lógica rehuye toda lógica
en este perseguirse de abstracciones.

Mi cabeza está pletórica de ideas
que compiten por espacio entre neuronas
y siento que presiento
estallidos y explosiones
de sinapsis en disputa.

Por cuál será la ruta
que muestre las verdades infinitas
al cosmos encerrado en mi cabeza.

Destreza?
Demencia o letanía?
O es solo fantasía
de un alma incomprensible?

Más bien incomprendida...

Felipe Antonio Santorelli


Venezuela

Cómo extraño el jugo de guanábana
y la guayaba sabrosa
y la dulce lechosa.

Cómo extraño el mango verde
aderezado con sal
y el cambur topocho
y el jojoto tierno
y el níspero carnal.

Las arepas en budare
la empanada de cazón
la cachapa con jamón
y la hallaca navideña.

Cómo extraño la hogareña
delicia del queso 'e mano
y el sabor del chicharrón
y el chocolate con churros
y el color del frailejón.

Cómo extraño mi chinchorro
el dulzor de la cayena
el quesillo, el ponche crema
y la miel de la colmena.

El cafe recién colado
-el andino y boconés-
el chigüire bien asado
y el quesillo de las tres.

El trinar de los turpiales,
azulejos, cardenales,
y el ruidoso guacamayo
con sus colores irreales.

Cómo extraño nuestras playas,
nuestros llanos, nuestras sierras,
nuestros médanos y selvas,
nuestras islas y montañas.

El arpa, cuatro y maracas
de un joropo bien bailado,
los tambores del cacao
y el tambor carupanero.

Y con sacrosanto esmero
extraño hasta la misa,
el retrete, el aguinaldo,
el villancico y su encanto.

Extraño y sigo extrañando
esa tierra de gracia
-como la llamara Colón-
esa tierra bendecida
por la mano del Creador,

Felipe Antonio Santorelli





















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