Amenazas

En estos surcos, leves todavía,
que desembocan en la comisura
fresca y rosada de los labios,
¡cuánta sombra ya se anuncia!
¡cuánta tristeza que vendrá
con su peso a cavar surcos más hondos!

No serán tan amargos como éstos
que conservan la belleza inocente.
No serán tan tremendos como estos
pliegues ligeros, atreviéndose
a pintar amenazas sobre el lienzo,
que adivina impotente su futuro
en la crueldad leve de esos surcos,
en su inevitable atrevimiento.

Eugenia Domínguez


Azul es mi color

Azul es mi color, después de todo
el rojo sólo era otro disfraz.
Pijamas, camisetas, guantes, gorros...,
si había que escoger, yo siempre rojo,
sabía que mi hermana era el azul.

¿Cuándo empecé a creer que me gustaba,
que no había una posibilidad
siquiera de cambiar esa elección?
¿cuándo empecé a intuir que mi destino
era rojo también y sin remedio?
Y ¿cuándo finalmente descubrí
que era sólo una farsa, una función
de teatro con un único actor?

Azul es mi color y así lo siento.
Azul fue mi color todo este tiempo,
que ya bajé el telón, de un rojo púrpura
precioso, irrepetible
profundamente humano como yo.

Eugenia Domínguez


Esta mano

Esta mano que hoy coge la pluma
como si fuera llave del futuro
o conociera la voz de mi pasado
ha de ser mañana hueso desnudo,
inmóvil para siempre, solitario.
Y más tarde será menos:
polvo con calcio, mudo, amarillento.

Esta mano que escribe obediente
palabras, silencios, sombras
que vienen de muy lejos está ahora,
mientras escribe, muriendo.

***

¿Quedará su piel suave en un poema?
¿vivirá su belleza entre los versos
que hoy escribe febril como al dictado?

Eugenia Domínguez










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