Ante un cementerio

Callado, tembloroso, estremecido,
traspasé el negro umbral del cementerio,
donde reina el silencio y el olvido,
donde reina el olvido y el misterio.

En esas tumbas, cuántas almas muertas
encontraron su escape v su salida;
llamaron y al abrirse, por sus puertas,
huyeron a otro mundo y otra vida.

Y cuánta alma en su borde se desmaya
cuánta vida en su abismo se derrumba;
la muerte espera al náufrago en la playa,
la muerte espera al náufrago en la tumba.

Horrible abrumadora, es la jornada,
la espantosa jornada de la vida;
todo el mundo nos deja en la partida
y nadie nos espera en la llegada.

Félix Valencia Vizuete


En la Morgue

Extendieron sobre el mármol el cadáver del poeta
y aserrando el cráneo, triste presa expiatoria,
descubrieron la negruzca y ondulante trayectoria
que el veneno siguió raudo destruyéndole la vida.
Los curiosos practicantes observaron en seguida
aquel cráneo que en un tiempo soñó acaso con la gloria
y allí estaba cual brillante calcinado y hecho escoria,
semejando sobre el mármol una perla ennegrecida.
En su pecho estaba roto el corazón por el quebranto
y un gran coágulo de sangre solamente parecía
¡Aquel que hizo al pobre bardo soñar mucho y amar tanto!
Arrancáronle muy luego con extraños bisturíes
y al tomarlo un practicante que estudiárselo quería
se deshizo entre sus manos, como lluvia de rubíes …

Félix Valencia Vizuete


La gran mentira

Cristo y judas son flores de heroísmo
y la una sombra agranda la otra lumbre;
si Cristo es grande como toda cumbre,
Judas es negro como todo abismo.

Mas los dos, por extraño fatalismo,
al predicar amor y mansedumbre,
el uno es presa de ebria muchedumbre
el otro es un verdugo de sí mismo.

Mientras tanto el Dios hombre y el suicida,
hasta hoy no pueden con sus muertes rudas
disminuir las miserias de la vida.

¡Y entre tantos horrores no se ha visto
un acto más infame que el de Judas,
ni un morir más inútil que el de Cristo!

Félix Valencia Vizuete


Nocturno

Ábreme ya tu puerta: yo soy un ave herida,
que puesto de rodillas imploro tu perdón;
y que a tu nido vengo para dejar mi vida,
ya que no puedo tanto con mi alma adolorida
ya que no puedo tanto con este corazón.
Yo vengo a que me abras tus brazos amor mío,
para ocultar en ellos mi llanto y mi dolor….
Tú siempre has sido buena y en tu piedad confió
que no me dejes fuera, muriéndome de frío,
ya que en tus brazos quiero morir….pero de amor…
Ábreme ya la puerta, no amargues más mi duelo
que amar sin ser amado es un tormento atroz;
mujer encantadora, hermosa como el cielo,
amarte mucho, mucho, solo ese fue mi anhelo,
y en el altar del alma, ponerte como a Dios!…
Más, es en vano todo, ya que en su helado lecho,
tu corazón piadoso no puedo conmover.
Te doy mi adiós eterno, en lágrimas deshecho,
y con mi propia sangre, yo escribiré en mi pecho
morir es solamente, dejar de padecer!…..

Félix Valencia Vizuete


Tu boca

Quien al sentir su corazón opreso,
no se enloquece solamente al verla,
ni en el fondo del mar hay tanta perla,
ni en ninguna otra boca tanto beso.

Al dar paso al encanto con que ríes
y se entreabren tus labios virginales,
parecen dos capullos de alelíes,
empapados en sangre de corales,
empapados en sangre de rubíes.

Y cuando la impulsó de hondo desconsuelo,
lloras y con tus lágrimas los mojas, 
tiemblan en ellos como perlas rojas,
como tiemblan los astros en el cielo,
como tiembla el rocío entre las hojas.

Si cantas, los arrullos de tu acento,
me hablan con la dulzura de ese idioma,
que toca el corazón y al sentimiento,
y gime, como gime el sufrimiento
y arrulla, como arrulla la paloma.

La ardiente sangre de tus labios rojos,
a beberla en los mismos me provoca.
Yo te quisiera dar en mis antojos,
un mundo por un beso de tus ojos,
un cielo por un beso de tu boca….

Félix Valencia Vizuete


Un pedazo de alma

Era un loco y en sus horas de locura,
ver una gota de agua era su tema,
diciendo que esa gota es el poema
eterno, del dolor y la amargura.

Y al probar esa gota ensangrentada
caída de los ojos de una bella,
sintió que en su entraña desgarrada,
brillaban otras gotas como aquella.

Y llorando y riendo !qué locura!
me dijo en su dolor ciego y sin calma,
esta gota tan llena de amargura,
¡es un pedazo de alma!

Félix Valencia Vizuete







              

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