Ante un jardín murciano

Mucho tiempo estuve regando los jardines
pero llegó la época en que no es preciso hacerlo,
cambios de cielo, frutas de un tiempo diferente
dictan mis obligaciones silenciosos;

mucho tiempo me entregué a un oficio eterno
hasta que el cambio de las órbitas me mandó parar
anunciando su imperio con campanas
jubilosas y alegres bajo mi piel
me enseñó:

la vida, interminable ofrenda, se detiene en silencio
como una canción que regala su ritmo a los oídos
la ciega hormiga siente sobre su ser
advientos de libertad antes de verlos
escritos en la espesura de su noche.

Mucho tiempo pensé que mi tarea era vitalicia
pero en secreto se estaba llegando ya el descanso.

Eva Aladro


El fulgor

Tú comprimido, el fulgor, los ojos,
un compás. El volumen, el miedo, el nombre.

Tu corazón en vez de palpitar
timbreó eternamente.

Al silencio
siempre le supe magnánimo.

Eva Aladro


Haiku de la calle Sainz de Baranda

La mañana, lluvia de trinos
que moja el bulevar verde,
que se mece entre dos calles
en el abismo de luz

Eva Aladro
(de La tierna voz que vive, Madrid, Huerga y Fierro, 2002)



"La creatividad humana es nuestra capacidad para utilizar lo conocido de un modo que arroje nueva luz sobre lo desconocido, el humor invierte esa operación y se sirve de la invención y creatividad para arrojar luz sobre lo común y cotidiano."

Eva Aladro



La Herida

Como las corrientes de brisa en el cielo libre
yo he creado una bocanada podrida y fantasmal,
su aire rancio ventila una cueva concéntrica
donde una vez una herida, un desgarro, un rasgueo
despertó, instrumental, una extraña melodía.

Este aire de grito viejo, de marea de odio e insectos
entre el polvo blanquecino, en acción constante y firme
horada las paredes de esta boca socarrona
y así va empedrando en una sima profunda
el instante mineral eternamente quieto
y el siempre abierto párpado de una rara mirada,
fija en su propio mirar, embriagada en su señorial hueco,
perdida en una mina que nunca profundiza
pero que vive el vértigo de su perforación constante,
sonriente, con cuán extraña sonrisa.

Cuántas veces no habló, por esa lanceolada boca
aquella que tiene la palabra cuando ya nada respira,
cuántas veces el surco doliente de su bodega,
de su usada oquedad, de su rocosa cueva no olvidó
el edificio de su dolor en su dolor mismo,
y en hipnosis musical, doblando a muerte el mismo tono
erosionar así el óvalo pulido de su voz,
y erosionar la voz de que vivía.

Cuántas veces no cavé y volví a cavar al compás
su podredumbre de eterno socavón perseverante,
y allí mismo clavé imágenes para no restañar
la coagulada hemorragia de su vejez,
para que su vacío fuera, para que sangrara
una urgencia siempre espectral,

cuántas palabras, palabras digo, callaron
para que su muerto eco gritase
un orgullo más que vivo,
y en su negro banquete de vino oscuro
cuántas pobres migajas se perdieron;

(oh enamorado golpe, del golpe enamorado,
oh golpe gravitatorio que también se hurga en secreto,
oh magnética pasión, traición suprema
para un eterno acendramiento).

Cuántas veces no gustó la monótona herida
del cadáver también de la esperanza,
cuántas veces no se quiso a sí misma la herida
como una cítara hueca y abandonada.

Eva Aladro


La buena vida

La buena vida:
el aire bajo el sol
corre fresco
pero trae un recuerdo de tibieza
la sombra negra,
la mariposa fina
retoca el brote
con sus blancos dedos
sorteando el tiempo danza con el cielo,
dormita el viejo perro
sueño de música,
una de la tarde;
la niña espera el pecho
el niño canturrea,
pronto comeremos.

Eva Aladro


Pacto en vida

No se pondrán crepúsculos sombríos
sobre nuestra señal de vida,
esta tierna soldadura será tras el futuro,
yo, la inmóvil extensión de tu alegría
permaneceré sumándote al vacío,
tú, la cierta negación del azar mío
multiplicando mi amor conforme crece.
Por tu felicidad no habrá más tiempo
en mis manos decididas,
y de tan blanca amistad, yo existiré.

Esta tierna soldadura nos doy por garantía.

Eva Aladro
(de Imagen de la Luz, Madrid, Devenir 1995)











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