Apremiante amor

Es el momento, amor, es el momento;
mi afán no admite ya tanta tardanza
y quiere consumirse en esa danza
que es bálsamo y espuela a mi tormento.

Siento en mi entraña el hierro de la lanza,
de tu desdén más gélido que el viento.
Veo cernirse un cielo ceniciento
sobre el dosel azul de mi esperanza.

Quiebra tus muros, oh beldad huidiza;
libra a mi sangre llena de alfileres
y dame la limosna de tus fuegos.

Por terca tu hurañía me electriza
y quémame el delirio que no quieres,
devuelto con el eco de mis ruegos.

Francisco Campoy

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