Autorretrato

Dicen las que saben
que llevas en el revolú de la sangre caribe de tus cuatro familias:
las manos laboriosas de mami,
los pies inquietos de papi Toño,
los ojos café de doña Sinforosa Ramos,
la serenidad indomable de don Vicente Cotto,
las orejas largas de las tías,
la boca fina de quién sabe,
la nariz ineludible de los Carrasquillo,
la musculatura de tío Tino,
la calvicie incipiente de tío Juan,
la seriedad de tío Pablo,
y los amores triangulares de tus dos padres.
Dicen que eres el clon de tu hermano Ito,
y de tu tío Panchito que no conocías,
que sazonas la comida como tu hermana Sandra
y tomas siempre la distancia prudente de los Torres,
que asumes la rectitud de tu hermana Myrna,
la bondad de tus hermanas Carrasquillo Solá,
la vocación de servicio de los Rodríguez Beltrán.
Que tienes la chispa de tu sobrino Miguelo,
la piel tostada de los Cotto como todos los primos,
haces los corajes furibundos de doña Feliciana Báez Aguayo, viuda de Torres y Arméndiz,
y llevas el ritmo en el baile de mami con todos sus silencios.
Que heredaste el sentido particular del humor de Moma
con el don de gentes de papi Chente,
y que el resto:
es la combinación del naufragio de cualquier familia que se respete.

 Daniel Torres


El cuerpo del Papa
(Elegía a Juan Pablo II)

Esa púrpura de túnica blanca
que en la ciudad eterna reclinada,
en el rojo de sangre que se arranca
es una herida de amor apasionada.

Es su cuerpo cual muro de diamantes
expuesto ante los fieles que le buscan,
como si fueran  despechados amantes
abandonados sin explicación alguna.

Legado de veintiseis años cual pastor
de un pueblo desbandado y desasido
ante los cambios de un mundo incomprendido.

Descanse en paz, pues, el buen actor
que la jornada ha terminado y presidido
Aquél que en las puertas del Cielo ha coincidido.

Daniel Torres



Luna

Mudo testigo
entre las nubes
de toditos los quebrantos
que le mintieron al bolero
las cuerdas de una guitarra
entre todos los tríos.

Daniel Torres


Madrid 2015

Calle abajo y calle arriba,
de la Plaza Santa Ana hasta la Puerta del Sol,
en el paseo cotidiano del turista
que lo mira todo
con ojos iluminados,
hasta llegar a la Plaza Mayor
en San Isidro Labrador
donde la alegría se viste de gala
en medio del lamento ibérico
de la precariedad.

Daniel Torres



Sala de lectura

Llegas,
te sientas por los bordes
de la estrategia.
Miras mientras lees,
remiras de reojo
y entonces:
comienza el furor de las batallas
silenciosas,
la letra impresa te baila
entre los ojos,
el espacio se te llena en vertiginoso
aleteo de fragancias
(desprovistas de olor alguno)
los latidos se suceden
poco a poco y en ascenso
por toda la extensión de los relámpagos.

Espera todavía hasta el ahogo,
cuando comiencen los levantamientos
de armas licenciosas.

Daniel Torres


Te he dejado

te he dejado
abandonado de formas
por la impresión de la imagen
cuando cada mañana desde ahora
se hayan marchado las oraciones
plegarias del miedo
al sentido exacto de la vida
pues ataron la verdad
al árbol que se secó de espera
fustigaron la palabra
acomodando tijeretazo de silencio
la idea que se desborda
y despojando cada tarde
de la dosis de pecado cotidiano
que nos niegan
pretendieron que se callara
la necesaria tierra muerta
para crecer

Daniel Torres










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