Busco una palabra

Busco una palabra que sostenga esta ruina.
Una palabra oculta entre silencio y tráfago.
No sé cómo comienza. Termina como todo.
No la encuentro.

Quizá coló por el forro roto de la vida
al saco donde van tantas cosas inmutables,
necesarias, hondas, perdidas para siempre.

No me acostumbro a vivir de esta manera,
a registrar como loco mi cercenado vocabulario
en búsqueda absurda
de una palabra innombrable.

Por rincones oscuros siento que respira,
que late callada como enfermedad secreta,
lenta como la tristeza.

Siento que respira, presiento que descansa,
fragmentada como un puzzle
de letras decoloradas, rojas como una herida.

Antonio Pérez Morte


Carta a Gabriel

Gabriel, hermano,
te envío por correo aparte
una palabra.

Entre burbujas de aire
(para que nada la dañe),
sólo una palabra,
una palabra única,
una única palabra:

Milagrosa pócima
que siempre logró salvarme
del agudo pinchazo de la muerte.

¡Guárdala en tu memoria, Gabriel!
¡Guárdala siempre!

Antonio Pérez Morte


Este poema 

Este poema está vivo.
Tiene ojos.
Invisibles ojos, que sin verlos, te miran.
Lees y acaricias versos que se erizan.

Este poema está vivo,
quiere escucharte recitar en voz alta;
meterse en tu casa o quizá en tu cama;
curiosear tus estantes de discos y libros,
de fotos y cartas;
provocarte emociones y hurgar en tu vida:
¡Date prisa, pasa de página!

Antonio Pérez Morte



Perdidos

Nos fuimos distanciando paso a paso,
casi sin saberlo, distraídos,
caminamos dejando en el olvido
la vieja ilusión de ser nosotros.
Y seguimos desde entonces, sin motivo,
deambulando a un ritmo acelerado,
sin saber a dónde, por qué lado,
conscientes sí, de traicionarnos,
como siempre una vez más,
¡por cobardía!
Rebeldes de sueños
y actitud conformista
paseamos las reliquias del pasado
por las calles vacías de la vida,
y donde hubo una esperanza
hay una herida.

Antonio Pérez Morte


Tuve un sueño

La poesía es mi válvula de escape. 
Lo he venido diciendo desde niño,
en entrevistas, periódicos, en libros:

Asomado a la Ventana de mi Estudio,
Ricardo Arnó conversó conmigo
y llegó a la conclusión de que Antonio, 
el poeta de Zuera, pensaba poemas 
y vivía versos. 

Quizá fuese verdad, quizá lo fuera, 
como lo son estas noches despiertas
con los ojos y las hojas en blanco: 
Mi atormentado, fatigado corazón 
se niega a crear a cualquier hora.

Sólo consigo un par de arcadas
donde ayer una metáfora
y un pinchazo en medio del pecho
sustituye a aquel oxímoron 
que justifique el dolor 
y alimente el recuerdo.

La poesía, durmió con la hipertensión
para soñar con mi amigo, 
tan testarudo como yo,
y con esa campechanía y bondad,
que un día hallará nuevo cauce,
como esta sangre desbocada 
o esta hemorragia rectal 
que hoy viene a salvarme la vida,
mientras yo busco palabras,
con las que cerrar las viejas heridas.

Antonio Pérez Morte


Un hombre canta

A Gabriel Sopeña Genzor

Un hombre canta.
Su voz se expande a lo más alto
y asciende el amor cerca del suelo.

Lugares donde anida la injusticia
y al hambre, por ejemplo,
la mata el pegamento
de los niños que matan como a perros.

Un hombre canta.
Y llega su voz desnuda,
al sótano mugriento
donde, desnudos, otros hombres,
arropan su sueño con otro sueño,
el sueño de un hombre que canta.

Antonio Pérez Morte





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