Capricho de sombra

No soy lo que previenes ni predices,
apenas el subsuelo de tu sueño,
desafilada daga que sin dueño
pervierte tu costado en cicatrices.

Caleidoscopio oscuro mis matices
en suicidios de bocas te diseño
y cercana te percibo en mi empeño,
riendome de todos. Aprendices.

Soy el puro capricho de tu sombra,
dentellada de polvo que te abraza,
telaraña sin tiempo que te asombra,

torera de los toros de tu plaza.
Soy la vaga silueta que te nombra
la cintura quimérica que arrasa.

Carolina María Catalano


Posesión

No sé de lo que hablo, maldita madrugada,
como si mis demonios salieran del subsuelo,
trepando por mis sienes. Mi boca es el anzuelo
de todas sus locuras y mi ansia la abonada.

Los versos que florecen rotos en la alambrada
son míos pero ajenos, abecedario en celo
de musas imposibles. Escribo y excarcelo
lo que quiero y no tengo, perdida y alienada.
Quizás sea un demonio hablando por las letras
posesas e insurrectas de una mujer incauta.
Quizás no sea nada, tal vez mi propio invento.

Retumba el laberinto por el que cronometras
mi vida. Es sólo mío, fantasma fraudulento,
el hilo que me guía como ciego argonauta.

Carolina María Catalano


Siempre nos queda París

En París amanezco el día de tu ausencia.
El city tour me pierde por rincones aislados,
¿por qué será que espero tus ojos afilados,
si nunca me prestaste su mágica elocuencia?

Las calles dan cien vueltas, yo sigo en la abstinencia
de la presencia incauta saltando acantilados.
Sus plazas -laberinto-, semáforos callados...
No creas que pretendo mutar tu transparencia.
Si llegas, te prometo colgar de tu mirada
un brillo renovado. Firmada la amnistía
besar solo tu frente que, fresca, me daría

delirios de amapola bajo la tour Eiffel.
Qué lenta es esta espera...escucha los relojes
llegando a su destino: la torre de Babel...

Carolina María Catalano


Síntomas urbanos

Sos tan vos sin mí
y es tan extraño verte llena
de pájaros nuevos quemándote las calles
de semáforos intermitentes y de espejos,
como tus esquinas y el pelaje de tus veredas,
que ya no acaricio.
- Esta ciudad ya no es mía
y es triste verla tan suya en mi ausencia,
tan viva y alegre, tan brillante
con colores extraños a aquellos,
macerando sonidos conocidos en voces irreconocibles,
completamente olvidada de mis pasos,
de mis escaleras y ascensores,
de las cervezas y los nombres
que aún guardan sus ventanas como colmenas
vacías de otros vuelos.
Ni guarda el índice de mis desamores
ni de los amores reos, ni de los amores rotos,
ni de las direcciones salvajes
que eran un hombre y una cama probable y una luz,
y la salida de un cine y el después
y la noche.-
No guardas mis indicios, tan obvios.
Ya no sos mía y hueles diferente
a costa de la imagen y semejanza de mi pasado.
Tus emboscadas nocturnas y tus tardes
han recalado en otros cuerpos
que te atraviesan novel y primera
con el motor urbano que en mí ha callado
tempranamente.
Ya las avenidas cómplices de mis regresos,
de los pensamientos a futuro en el asfalto,
me niegan la respiración amplia y oscurecida
que acompañaba, fresca, otros latidos.
El saber que te miro desde atrás
mientras otros caminan a tu ritmo exacto
aumenta en mí un grado la tristeza
y me extraña al verte, aún joven,
tan nueva a pesar mío.

Carolina María Catalano


Sobre el punto final

He vivido los carnavales de la ausencia
la búsqueda de los nombres
la austeridad del silencio
viendo siempre del bosque la rama
del mar la gota
las huellas digitales de las manos
las trenzas de cáñamo de las sogas
cerca
infinitamente cerca.
Dispuesta al detalle
así he vivido:
mirando la molécula del polvo
sintiendo el grano de la arena en la pisada descalza
y ahora que lo pienso
en la sangre del corazón
en el músculo que lo impulsa y lo mueve
olfateando las células de mi abismo
la penumbra y los recuerdos -la luz-
el tacto de las pieles conocidas y desconocidas
en sus horizontes intangibles mínimos
bajo la línea diluída del sol
delicuescente
en el miligramo último de la noche y sus cadenas.
Por eso mi epitafio
será breve e inadecuado
escaso
quizás erróneo
y no por haber sido grande
sino porque sobre el punto final
nadie habrá sabido mirarme como yo he mirado
como he vivido todo:
cerca
intensamente cerca.

Carolina María Catalano






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