Ciego en Gaza

Tengo que hacer una confesión singular: me gusta Gaza. 

Sí, Me gusta esa remota esquina de Palestina, esa estrecha franja camino de Egipto, en la que se apiñan dos millones de seres humanos, y que queda más cerca del infierno que del cielo.  

Mi corazón está con ellos.  

He pasado bastante tiempo en la Franja. Una o dos veces me he he quedado un par de días con Rachel. Me hice amigo de alguna gente a la que admiro, gente como el doctor  Haidar Abd Al Shafi, el médico de izquierdas que creó el sistema de salud de Gaza y  Rashad Al Shawa, antiguo alcalde, de cuna aristocrática.  

Después de los acuerdos de Oslo, cuando Yaser Arafat volvió al país y estableció su oficina en Gaza, me reuní allí con él en muchas ocasiones. Yo llevaba grupos de israelíes. En su primer día allí me sentó junto a él en el estrado. Hoy una foto de aquella ocasión parecería de ciencia ficción.  

Llegué incluso a conocer a la gente de Hamás. Antes de Oslo, cuando Yitzhak Rabin deportó del país  a 415 activistas islámicos, participle en una protesta que levantó tiendas frente a su oficina. Ahí convivimos judíos, cristianos y musulmanes, y ahí nació Gush Shalom [Bloque por la Paz]. Un año después, cuando se permitió regresar a los deportados, me invitaron a una recepción pública en su honor en Gaza y me encontré hablando a cientos de rostros con barba. Entre ellos estaban algunos de los actuales líderes de Hamas. 

Por lo tanto, no puedo tratar a los habitantes de la Franja de Gaza como una masa gris de gente sin rostro, no pude dejar de pensar en ellos durante la terrible ola de calor, en la gente que languidecía en horribles condiciones, sin electricidad ni aire acondicionado, sin agua limpia, sin medicinas para los enfermos. Pensé en los que viven en casas seriamente dañadas en las últimas guerras y que no se han reparado desde entonces. En los hombres y las mujeres, los ancianos, los niños, los pequeños de corta edad, los bebés.  

Mi corazón sangraba y me preguntaba a quién debía culpar.  

Pero, ¿hay quién a culpar por esta incesante atrocidad?  Sí, ¿a quién hay culpar por esta atrocidad sin fin?  

Según los israelíes, “es a los palestinos mismos a quienes hay que culpar”. Dato: la cúpula palestina en Ramala ha decidido reducir el suministro eléctrico a Gaza de tres a dos horas al día (la electricidad la suministra Israel y la paga la Autoridad Palestina en Ramala). 

 Esto parece ser cierto. El conflicto entre la Autoridad Palestina, gobernada por Fatá y la cúpula palestina de Gaza, gobernada por Hamás, ha llegado a un desagradable clímax. 

 El espectador no implicado se pregunta: ¿cómo puede pasar esto? Al fin y al cabo, todo el pueblo palestino en su conjunto está en peligro existencial. El gobierno israelí tiraniza a todos los palestinos, tanto en Cisjordania como en la Franja de Gaza. Mantiene la Franja bajo un bloqueo que la estrangula, por tierra, mar y aire, y construye asentamientos por toda Cisjordania, para echar a la población.   


En esta desesperada situación, ¿cómo puede ser que los palestinos luchen unos con otros para deleite evidente de las autoridades de ocupación? 


Eso es terrible, pero lo triste es que no tiene nada de único. Por el contrario, en todas las luchas de liberación ha sucedido algo semejante. Durante la lucha irlandesa por la independencia, los combatientes por la libertad luchaban unos contra otros, a tiros incluso. Durante nuestra misma lucha por un Estado, la Haganah clandestina entregó combatientes del Irgún a la policía británica, que los torturaba,  y acribilló más tarde un barco que traía reclutas y armas al Irgún.

Pero estos y otros muchos ejemplos no justifican lo que está pasando hoy en Gaza. La lucha entre Fatá y Hamás sobre las espaldas de dos millones de personas las condena a condiciones de vida inhumanas. 

Como viejo amigo de Palestina en su lucha por la liberación, me entristece profundamente.  

Pero hay más socios en el atroz bloqueo de Gaza. 

 Israel puede someter la Franja a bloqueo sólo por tres partes. El cuarto lado es el de la frontera egipcia. Egipto, que libró en el pasado cuatro guerras de envergadura contra  Israel en nombre de los hermanos palestinos (en una de las cuales [en 1948] resulté yo herido por un soldado egipcio de ametralladoras) participa hoy en el cruel bloqueo de la Franja.  

¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha sucedido? 

Todo el que conoce al pueblo egipcio sabe que el pueblo egipcio se cuenta entre los más atractivos de la tierra. Un pueblo muy orgulloso. Un pueblo lleno de humor hasta en las circunstancias más adversas. He oído varias veces en Egipto frases como: “No nos gustan mucho los palestinos, ¡pero son nuestros primos pobres y no podemos abandonarles bajo ninguna circunstancia!”.

Y aquí los tenemos, no sólo los abandonan sino que colaboran en la cruel ocupación. 

Todo esto, ¡por qué? Porque los gobernantes de Gaza son fánaticos religiosos, igual que los Hermanos Musulmanes en Egipto, que son enemigos mortales del faraón actual, el general  Abd Al Fatah Al Sisi. A causa de esta enemistad, se castiga a millones de personas en Gaza. 

Hay ahora rumores de que Egipto podría transigir si los gazatíes aceptaran un títere como gobernante.  

El bloqueo israelí de Gaza depende por complete del bloqueo egipcio. El orgulloso Egipto, que pretende ser líder de todo el mundo árabe, se ha convertido en sirviente de la ocupación.

 ¿Quién lo habría creído?

 Pero la principal responsablidad de la atrocidad de Gaza recae, por supuesto, sobre nosotros, sobre Israel. 

 Nosotros somos los ocupantes: un tipo novedoso de ocupación por medio del bloqueo. 

 La justificación está clara. Ellos quieren destruirnos. Esa es la doctrina oficial de Hamás. El ratón lanza terribles amenazas contra el elefante. 

Cierto. Pero…

Pero como toda la gente religiosa, encuentran a cien modos diferentes de engañar a Dios y esquivar Sus prohibiciones.  

Hamás ha declarado que si Mamud Abás llegara a la paz con Israel, y si el pueblo palestino confirmara esa paz por medio de un plebiscito, Hamas lo aceptaría. 

 Además, el Islam permite una Hudna (armisticio) con los infieles por un espacio indefinido de tiempo: 10, 50, 100 años. Al fin y al cabo, Alá es grande. 

De muchas maneras ocultas, Israel coopera con Hamás, sobre todo contra los islamistas más extremos de la Franja. Se podría alcanzar fácilmente un modus vivendi a lo largo de toda la frontera. .

Así que ¿por qué ha de sufrir la gente de Gaza de modo tan lamentable? En realidad, nadie lo sabe. Debido a la pereza mental de la ocupación. Porque eso es lo que estamos acostumbrados a hacer.  

He aquí un ejercicio mental: ¿Qué tal si intentamos justo lo contrario?

¿Qué tal si anunciáramos a la gente de la Franja de Gaza: la Autoridad Palestina paga en estos momentos solo dos horas de electricidad al día. Pero a la vista de vuestro sufrimiento, Israel ha decidido suministraros electricidad gratis 24 horas al día.?

¿Qué efecto tendría? ¿Cómo reaccionaría Hamás? ¿Cómo afectaría al nivel de violencia y a los costes de seguridad?  

A largo plazo hay muchos planes israelíes e internacionales. Una isla artificial en el Mediterráneo frente a Gaza. Un aeropuerto en la isla. Un puerto en alta mar. La paz de verdad, aun sin declaraciones.

Creo que este es el modo más sabio de proceder. Pero la sabiduría tiene pocas oportunidades. 

Entretanto, la atrocidad continúa. Dos millones de ser humanos sufren un trato inhumano. 

¿Y el mundo? Ay, el mundo está ocupado. No tiene ojos para Gaza. Mejor no pensar en ese horrible lugar. 

Uri Avnery 



Es asombroso. Los psicólogos sin principios, al servicio de un régimen maligno, utilizan técnicas sofisticadas para controlar la mente de una persona desde lejos.

El término “lavado de cerebro” nació en 1950. Es una palabra china (“xinao”, literalmente lava el cerebro). Originalmente sirvió para describir una técnica utilizada, según se afirmaba, por los gobernantes chinos para manipular las mentes de los prisioneros estadounidenses en la Guerra de Corea. Cambiaron sus procesos mentales inconscientes y los convirtieron en agentes de fuerzas siniestras.

Muchos libros y películas pretendían mostrar cómo funciona esto. Por ejemplo, la película clásica El embajador del miedo muestra cómo los comunistas toman a un oficial estadounidense, prisionero de guerra en Corea, manipulan su mente y le ordenan matar al candidato presidencial de los Estados Unidos. El oficial estadounidense no sabe que ha sido convertido inconscientemente en un agente comunista. No recuerda la orden dada bajo hipnosis y no sabe que actúa en consecuencia.

Esta trama es ridícula, como la mayoría de las descripciones pseudocientíficas. En la práctica, es mucho más fácil manipular las mentes de personas, individuos y colectivos.

Por ejemplo, la “propaganda” nazi, inventada por el propio Adolf Hitler. En su libro, Mi lucha, describe cómo fue testigo de la propaganda británica extremadamente exitosa, como soldado en el frente occidental en la Primera Guerra Mundial. Los británicos arrojaron panfletos sobre las trincheras alemanas y destrozaron la confianza de los soldados en su liderazgo.

Cuando Hitler llegó al poder en Alemania, confió a uno de sus fieles secuaces, Joseph Goebbels, la creación de un Ministerio de Propaganda. Goebbels convirtió la propaganda en una forma de arte. Entre otros medios, hizo de todos los medios alemanes, los periódicos y la radio, agencias gubernamentales. En alemán se llamaba “Gleichschaltung”: conectaba todos los componentes a una sola línea eléctrica. Gracias a esto, la Alemania nazi continuó luchando mucho después de que quedó claro que había perdido la Segunda Guerra Mundial.

Uno de los medios fue la desconexión del público alemán de cualquier otra fuente de información. La propaganda oficial llegaba por todos los medios. Escuchar una transmisión del extranjero era un delito grave, castigado severamente.

De ese modo, los alemanes todavía creían en su victoria final, el Endsieg, incluso después de que los soviéticos en el este y los anglosajones en el oeste ya habían cruzado las fronteras de Alemania.

¿Se necesita un régimen dictatorial —nazi o comunista— para convertir los medios en una máquina de lavado de cerebro? El sentido común dice que esto es imposible en una democracia. El sentido común es incorrecto

Se recordará que Hitler alcanzó el poder por medios democráticos. Incluso ahora, los nacionalistas fanáticos están ganando elecciones democráticas en muchos países. Todos sus líderes están ocupados destruyendo los tribunales, llenando los parlamentos con idiotas útiles y, especialmente, convirtiendo los medios en instrumentos de lavado de cerebro. En nuestro país, también.

¿Cómo se hace esto? Es bastante simple: uno tiene que suprimir todas las otras voces, asegurarse de que el ciudadano escuche solo una voz, que repita algunos mensajes una y otra vez, interminablemente. De esta manera, la mentira se convierte en verdad.

En tal situación, el ciudadano común se convence de que la línea oficial es su opinión personal. Este es un proceso inconsciente. Cuando uno le dice a un ciudadano que le lavan el cerebro, se siente profundamente insultado.

Esto ha estado sucediendo en Israel en los últimos años. Ls ciudadans no son conscientes de lo que está sucediendo, absorben diversos periódicos, programas de televisión y emisiones de radio, y ven que todos estos medios están discutiendo libremente entre ellos e incluso peléandose entre ellos. Ls ciudadans no son conscientes de que en el único tema crítico de nuestra vida, la guerra y la paz, todos esos medios están “conectados” a una línea única de lavado de cerebro.

Durante las últimas semanas hemos estado viendo un ejemplo perfecto de este mecanismo. Los eventos en la frontera de la Franja de Gaza han activado un mecanismo de lavado de cerebro que los regímenes dictatoriales en el mundo solo pueden envidiar.

Hagamos un autoexamen: ¿qué hemos escuchado por la radio? ¿Qué hemos visto en la televisión? ¿Qué leímos en los periódicos?

En pocas semanas, más de cien seres humanos murieron por disparos y muchos miles resultaron heridos por fuego vivo. ¿Por qué?

“Nos vimos obligados a dispararles porque estaban asaltando la valla fronteriza”. Y, de hecho, ¿los propios habitantes de Gaza no proclamaron su voluntad de “regresar a casa”, es decir, de regresar al territorio israelí?

Pero e l”Lunes Negro” 14 de mayo, 63 manifestantes desarmados fueron muertos a tiros y más de 1.500 heridos por fuego vivo. Todo israelí sabe que esto fue necesario porque los manifestantes irrumpieron en la valla y estaban a punto de invadir Israel. Nadie prestó atención al simple hecho de que no había una sola foto que mostrara tal cosa. Ni siquiera una. A pesar del hecho de que en ambos lados de la cerca había cientos de fotógrafos, incluyendo los fotógrafos del ejército israelí, que filmaron todos los detalles. ¿Decenas de miles de personas irrumpieron, y no hay ni una sola foto? Uno debe notar el uso de la palabra “terror”. Se ha convertido en un adjetivo adjunto a todo. No solo hay túneles, todos son siempre “túneles del terror”. Hay “terroristas”. Existe “el régimen de terror de Hamas” y hay “bases terroristas”. Ahora hay “barriletes terroristas”. No sólo “barriletes incendiarios” o “barriletes de destrucción”, sino “barriletes terroristas”. Lo mismo todos los días en todos los medios. Alguien ha tomado la decisión de usar esa terminología. Por supuesto, todos los que llevan junto a su nombre la palabra “terror” son “hijos de la muerte”, como se dice en el hebreo bíblico. Otro término orgulloso del lavado de cerebro. Los habitantes de la Franja de Gaza son “terroristas”. (En hebreo, se ha inventado un término especial: “Mekhablim”). ¿Todos ellos? Por supuesto, no hay duda. Especialmente los miembros de Hamas. Pero Hamas es un partido político que ha ganado elecciones democráticas en toda Palestina. Un partido civil que tiene un ala militar. Pero en nuestros medios, todos los miembros del partido y sus seguidores son “terroristas”, hijos de la muerte. Por supuesto. El uso de estos términos, cientos de veces al día, constituye claramente un lavado de cerebro, sin que los ciudadanos lo noten. Se están acostumbrando al hecho de que todos los habitantes de Gaza son terroristas, mekhablim. Este es un proceso de deshumanización, la creación de Untermenschen en el léxico nazi. Su asesinato está permitido, incluso es deseable. En tal atmósfera, incluso las frases abominables pasan desapercibidas. Por ejemplo, esta semana escuché en uno de los noticieros de televisión a un corresponsal militar hablando de la próxima manifestación en Gaza: “Irán quiere manifestantes muertos, y parece que los obtendrá”. Hay que leer esta oración dos veces para darse cuenta de lo que dice: que los francotiradores israelíes sirven a los intereses iraníes. O una oración que se repite una y otra vez, incluso por respetados comentaristas: “Irán quiere destruir el Estado de Israel”. No sé qué quieren 80 millones de iraníes, ni lo sabe el escritor. Pero la oración en sí es ridícula. Israel es una potencia nuclear. ¿Cómo se aniquila a una potencia nuclear (con submarinos que pueden lanzar armas nucleares en caso de necesidad)? ¿Están listos los iraníes para convertir su país, una de las cunas de la civilización humana, en un cementerio y un desierto?

O un vaticinio: “El viernes tendrá lugar otra manifestación violenta “. “Violenta”? “Otra”? Ni se discute que todas las manifestaciones a lo largo de la valla de Gaza fueron completamente no violentas. Los manifestantes no dispararon ni un solo tiro, cuando miles de ellos resultaron heridos por fuego vivo y más de un centenar de ellos, muertos. Sin embargo, la mentira pasa sin comentarios. Ni uno solo de los cientos de presentadores de programas de noticias televisivas corrige las declaraciones de los corresponsales. Porque a los directores, presentadores, comentaristas y corresponsales también les han lavado el cerebro por completo. El portavoz del Ejército sabe la verdad, por supuesto, pero él es un engranaje central en la máquina de lavado de cerebro.

Los acontecimientos alcanzaron un clímax con el asesinato de Razan Ashraf al-Najjar, la paramédica de 21 años que intentaba salvar la vida de un manifestante herido. El francotirador que le disparó en el pecho vio que ella era una médica que trataba a una persona herida. Fue un claro crimen de guerra. ¿Hubo una protesta pública? ¿Exigieron los medios una investigación? ¿Le dieron su título principal de tapa? ¿Observó el Parlamento un minuto de silencio? Nada de eso. Una noticia menor en algunos periódicos (de ninguna manera en todos). Un excelente artículo de la admirable Amira Hass en Haaretz. Y eso es todo. Pasaron unos días y en el exterior hubo protestas. El equipo de fútbol argentino, con el admirado Messi, canceló un partido amistoso contra el equipo israelí en Jerusalén. Los lavadores de cerebro se dieron cuenta de que era imposible no reaccionar. Entonces, el portavoz del Ejército publicó una declaración diciendo que se había llevado a cabo una investigación. ¿Qué descubrió? Ah bueno. Nadie había disparado contra Razan. La alcanzó el rebote de una bala que había golpeado el suelo lejos de ella. Esa es una mentira descarada de la que incluso el mentiroso del Ejército debería avergonzarse. Fue aceptado por el público con el cerebro lavado. Una de las características del lavado de cerebro es la ausencia total de una segunda opinión. Cuando un comentarista emite la línea oficial de un evento, ¿alguien expresa una versión alternativa? ¿Hay un debate entre el portavoz oficial y un comentarista contrario? En los medios democráticos, eso sería un lugar común. Aquí es muy, muy raro.

Uri Avnery 



"En los últimos 71 años de mi vida no he vivido un solo día de paz. Espero y creo que pueda vivir la paz."


Uri Avnery 


“Naturalmente hubo asesinatos de los colaboradores, estos son traidores. [....] Quien entrega a sus compañeros a la ocupación enemiga, es un traidor, según las reglas de las organizaciones militares, aun en la clandestinidad, y será liquidado. [...] Yo fui terrorista cuando era joven. […] También liquidamos a colaboradores que entregaron a nuestros camaradas al régimen colonial inglés.”

Uri Avnery 



¿Te han lavado el cerebro?

¿Qué se puede hacer para contrarrestar este lavado de cerebro? No mucho. Primero que nada: hay una necesidad vital de una segunda voz. El lavado de cerebro puede ser eficiente solo cuando la voz oficial disfruta de un monopolio completo. Ese fue uno de los objetivos de Haolam Hazeh, el semanario que edité durante 40 años. A cada versión falsa del gobierno opuso una versión contraria. Aunque nuestra voz era débil, en comparación con la poderosa máquina del gobierno (incluso en aquellos días), el solo hecho de que haya dos voces, aunque desiguales, impide un lavado de cerebro total. El ciudadano escucha dos versiones y se pregunta “¿quién tiene razón?”

Si todos los grupos por la paz y los derechos humanos en Israel establecen un centro conjunto de información, que se escuchará, tal vez se pueda romper el monopolio de la propaganda oficial. Quizás.

Hay en el país un pequeño grupo de comentaristas que no temen decir la verdad, incluso cuando esto se considera traición. Gideon Levy, Amira Hass y algunos otros. Debemos asegurarnos de que se escuche su voz. Deben ser animados.

Todos los medios deben ser presionados para presentar una diversidad de puntos de vista sobre los asuntos de la guerra y la paz, para permitir que el “enemigo interno” sea escuchado, de modo que el ciudadano pueda formarse una opinión propia.

Los medios de comunicación extranjeros deben tener libre acceso a las fuentes de información, incluso cuando son críticos, “hostiles” y “antisemitas”. Los amigos de la paz israelo-palestina en el extranjero deben ser alentados a presionar a los medios en sus países de origen para que publiquen la verdad sobre lo que está sucediendo aquí.

No me gusta la palabra “deber”. Pero en este contexto, ninguna otra servirá.

El poder de la verdad contra una máquina de lavado de cerebro siempre es limitado. Pero al final, incluso si lleva tiempo, la verdad prevalecerá. Se necesita valor.

La película El embajador del miedo tiene un final sorpresivo: en el último minuto, en lugar de matar al candidato presidencial, el hombre con el cerebro lavado le dispara al agente comunista que se suponía que tomaría su lugar.

Uri Avnery 



“Yo solo distribuía panfletos, pero les apoyaba. El Irgún colocó bombas en mercados de Jaffa y Haifa que mataron a decenas de mujeres y niños.”

Uri Avnery 














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