Cuatro visiones

Mezcla de cuento y profecía (alguna pronta a cumplirse).

VISIÓN I

Vi toda la tierra surcada por unos caminos muy largos, anchos y grises. Algunos estaban sostenidos por enormes columnas que se acercaban a la bóveda del cielo. 
Sobre los caminos había unos monstruos brillantes, de distintos colores y formas, que corrían muy fuerte en todas las direcciones. 
Sentí mi corazón agitarse por la visión. 
Yo veía la gran muchedumbre de monstruos corriendo juntos y no entendía porque no se peleaban entre sí ni hacia donde iban.
De repente vi algunos, apartados al costado, que parecían haberse enfrentado en lucha. Partes de sus cuerpos estaban dispersas en la cercanías. En ese momento pude apreciar algo parecido a dos pares de alas a sus costados. Algunos las tenían abiertas, otros las mantenían pegadas al cuerpo. Se podía advertir que algunas bestias estaban heridas porque salía sangre desde su interior.
Los ojos de los monstruos despedían un fuerte resplandor, como la luz del sol cuando se refleja en el lago. Y yo no podía verlos sin encandilarme. La luz de sus ojos llegaba a mucha distancia por delante de ellos.
Vi sus patas, negras y redondas. Se movían muy veloces y, mientras lo hacían, se escuchaban sus rugidos que eran más fuerte que los de un león. 
Casi siempre se movían hacia delante, siguiendo la dirección del camino; pero algunas veces lo hacían hacia atrás sin necesidad de girar; eran como un hombre que se moviera de espaldas.
A veces, aunque se encontraran quietas, se escuchaba su rugido. Parecía que unas a otras se estaban diciendo algo antes de empezar a correr nuevamente.
De sus colas salían unos vapores con un olor parecido al del carbón y el azufre quemándose juntos. 
Y un ángel me llevó a un lugar donde había algunos de esos monstruos encerrados tras algo parecido a unas cortinas de agua, transparentes, frías y sólidas. Al ver los monstruos tuve miedo, pero el ángel me dijo que estaban dormidos. Le pregunté sobre la extraña cortina y me dijo que tuviera cuidado con ella para no lastimarme, porque era frágil y podía romperse con un golpe fuerte. 
Allí se veía a los monstruos descansando. Sus ojos no tenían aquel resplandor pero sus cuerpos estaban más brillantes. 
Sobre la prisión en la que estaban podían verse una escritura que yo no entendía. Y el ángel me dijo que ese era el nombre de los monstruos y me pidió que lo anotara: Autos.

VISIÓN II

Mientras dormía recostado en la tierra, un ángel vestido de blanco tocó mi hombro y me dijo: "Despierta".
Todo su entorno era luminoso y no podía verle claramente el rostro por el brillo en él.
Me tomó de la mano y me elevó hasta una montaña. Allí me pidió que mirara atentamente hacia un inmenso rectángulo blanco en la roca. Miré y pude ver imágenes como de una pintura. Pero en el dibujo la gente se movía. 
Observé personas sentadas sobre sillas de telas de colores, con altos respaldos. Las sillas se sostenían sobre una sola pata que abajo se abría en cuatro rayos que terminaban cada una con una rueda. Así las personas podían desplazarse sobre ellas.
En sus cabezas llevaban una delgada cinta metálica en forma de herradura, cuyos extremos iban de una oreja a la otra. Cada punta tenía algo parecido a unos sellos chatos y circulares de tamaño pequeño, que se apoyaban sobre los oídos. 
Debajo del sello de la izquierda salía un cordón negro y delgado que llegaba hasta un mueble en el que las personas apretaban signos y luego los signos y unas luces rojas se veían en un cristal que era como de agua gris.
Por el de la derecha salía un cordón como el otro pero más corto, doblado hacia la cara para terminar rígido ante la boca de las personas. 
Éstas hablaban solas frente al cristal con los signos y por los sellos en sus oídos se escuchaban voces muy bajas, a veces como murmullos, otras como zumbidos.
Yo pensé que aquello era un templo y que las personas sentadas oraban a su dios porque las oía repetir: "Que tenga un buen día, Señor" o "Gracias por llamarnos, Señor".
Pero el ángel me dijo que ellas estaban trabajando. Su labor era hablar con personas que estaban ubicadas en otros lugares.
Le pregunté como hacían esa magia. Se rió y me dijo que eso que veía estaba sucediendo en tiempos futuros. 
Lo miré sin entender. "Esto que ves es algo que pasará dentro de muchas generaciones después de ti" -me explicó-.
Un miedo intenso se instaló en mi corazón y desperté cuando la mano de mi padre se posó sobre mi hombro para tranquilizarme.

VISIÓN III

Oraba a mi DIOS como todos los días, cuando un temblor invadió mis piernas y me desvanecí.
Abrí los ojos y me encontré rodeado de una masa viscosa y blancuzca a mi alrededor. Yo mismo era parte de la masa. 
No lograba tomar conciencia de mi cuerpo ni de mi persona. Era diferente a cuando estoy despierto. 
No me veía. Sentía que era yo pero infinitamente más pequeño y en constante estado de alerta.
De repente, se produjo una fuerte conmoción en donde me encontraba y empecé a dar muchas vueltas como si fuera agua sacudiéndose dentro de una vasija. 
La presión y el temblor fue cada vez más fuerte hasta que toda la masa de la que formaba parte fue arrastrada muy velozmente por un canal angosto y flexible. Mucho calor rodeaba el canal y temblaba sin detenerse.
Luego salí del canal y me encontré en un espacio como un mar oscuro y tibio. 
Sin poder decidirlo sentí como dejaba de ser parte de la masa y muchos miles más como yo estaban cerca mío. 
Éramos como víboras marinas y nadábamos sin detenernos hacia el fondo del mar oscuro. 
Mientras el tiempo transcurría, veía menguar más y más la cantidad de los seres como yo que me acompañaban.
Cercano al fondo de ese océano quedé solo y entré a un canal de sangre.
Después estuve quieto mucho tiempo y sentía paz y alegría, como quien vence en una guerra y descansa sobre su triunfo. 
En un momento observé que mi forma era como circular y notaba que me partía en mitades y me unía para luego volverme a partir. 
Y todos los círculos que yo era se duplicaban constantemente hasta que con ellos se formó una imagen de un muñeco deforme dentro de una esfera como de vidrio. 
Él era transparente y parecía tener huesos y sangre, y estaba rodeado de agua. 
De a poco el muñeco se hizo como un niño muy pequeño.
Sentía mucho miedo por la imagen del muñeco pero también sentía mucha emoción al verlo.
Después todo cambió y apareció frente a mí un ángel.
Yo le pedí que me explicara aquella visión y me dijo que todo lo que había visto era yo antes de que naciera.

VISION IV

En sueños me llevó el ángel hasta el mar y me dijo: Mira.
Y me vi parado sobre el agua como si estuviera en la tierra. 
Nuevamente me dijo: Mira.
Y vi en el horizonte la silueta de una ciudad que nacía desde la costa. Sus edificaciones eran mucho más altas que las torres de Babilonia. Verdaderamente llegaban al cielo. 
Enormes pájaros de metal volaban sobre la ciudad sin mover sus alas y gritaban muy fuerte.
Entonces el ángel volvió a decirme: Mira.
Una gigantesca imagen de cobre emergió frente a mí. Estaba montada sobre un pedestal y de espaldas a la ciudad.
Era una mujer con una corona sobre la cabeza. A sus pies se observaba una cadena con los eslabones rotos. 
Su brazo derecho, en alto, empuñaba una antorcha encendida. Su mano izquierda estaba baja y con ella sostenía una tabla con escrituras.
Yo pregunté al ángel que decía allí y me dijo que era la fecha en que había sido fundada esa ciudad: cuatro de julio del año un mil setecientos setenta y seis.
Después me pidió que anotara dos medidas: su altura, ciento dos codos(1) y su peso, cinco mil cuatrocientos noventa talentos(2).
Pregunté al ángel el nombre del pueblo que veía y me lo dijo: Unión de pueblos del septentrión.
Mirando atónito el fabuloso tamaño de la estatua y las altísimas construcciones de la ciudad, pensé dentro de mi corazón que ese reino era más poderoso que el reino de Babilonia donde me encontraba cautivo.
El ángel leyó mis pensamientos y me reveló que así era y que dominaría toda la tierra por muchos años. 
Tres generaciones de hombres(3) han pasado desde su fundación -agregó. El momento que estás viendo corresponde a la cuarta. Será la generación que decida el futuro del reino. Tú lo sabes, todos los reinos son de DIOS. Si esta generación no lo comprende, será rápida e inevitable su caída. Si lo entiende y favorece la sumisión verdadera al DIOS invisible, actuando con justicia y amor a la verdad y extendiendo su mano a todos los pueblos como a hijos amados, el reino será eterno. Para esto le fue dado el poder; tú sabes que sólo en DIOS está nuestra verdad. 
Entonces le pregunté si el reino cumpliría los deseos de DIOS.
Ahora dejarás este sueño -me dijo- y reposarás serenamente. Cuando despiertes escribirás lo que viste y te dije. Algún día el reino lo leerá y sabrán que hablas de ellos.
Y en ese momento, ¿Cumplirán o caerán? -insistí.
El ángel me abrazó y me habló al oído: Cuando sea el tiempo, tú lo verás.

(1) 46 metros
(2) 225 toneladas
(3) 210 años

Daniel Adrián Madeiro



El secreto

Dios cierra puertas que ningún hombre puede abrir.
Dios abre puertas que ningún hombre puede cerrar.

Aunque esté demás aclararlo, la frase no es mía.
Busqué a su dueño en el google pero no lo hallé.
Me llegó hoy como parte de un largo mensaje de power point.
Y me pareció una síntesis maravillosa de la realidad.

Cuantas veces me empecino irracionalmente en vencer una arbitrariedad; protesto por lo que me pasa; me quejo por tantas injusticias en este mundo; me desplomo ante mi propia limitación para cambiar por mi mismo la cotidianeidad que nos golpea.
Parecería que DIOS no quiere los cambios.
Pero si los quiere.

Entonces ¿Por qué a veces abre y otras cierra las puertas?

¿Cómo comprender a DIOS?

Y el secreto es: quedarnos en sus manos.

Desde luego, y para que no se confunda nadie, también es verdad que el mundo está lleno de (para decirlo elegantemente) mal paridos, gente ruin que sólo se interesa por sí misma destruyendo a su paso todo lo que se interponga en sus objetivos egoístas, en su ambición, en su deseo de poder.
Son esos miles que arruinan la vida de miles de millones en este planeta.

Entonces, para que quede claro, digo que el secreto es:

Dejar que DIOS decida sobre nuestro hacer, procurar comprender sus mensajes y sus silencios; pero siempre, absolutamente siempre, trabajar en la construcción de un mundo mejor para todos, unidos; tan unidos como los desgraciados se unen sin reparo, sin vergüenza alguna para llevar a cabo sus injusticias.

DIOS abre y cierra puertas.

Caminemos por donde nos lo permite.
Escuchemos sus silencios.
Respetemos sus palabras.

Tengamos la humildad de comprender que: ante tanto mal, necesitamos de ÉL para vencer, para llegar a lo mejor de nosotros mismos, para alcanzar una Tierra digna de nuestros niños.

Dejemos a hablarle de nosotros.
DIOS ya sabe.

Dejémoslo hablar dentro nuestro.
Hagámonos cargo de nuestra responsabilidad.

Y si no crees en DIOS… es igual.
Cuando te alejes de ti mismo, algo llegará para explicarte el camino.

Daniel Adrián Madeiro
Con Verdad y Justicia, construyamos una Tierra digna de nuestros niños.

Daniel Adrián Madeiro




Hombres gestando

Montados sobre los andamios,
golpeando la piedra,
mezclando la argamasa,
fijando los ladrillos,
ensamblando las tejas,
empotrando puertas y ventanas,
revistiendo los pisos,
los humildes obreros
dan a luz un nido ajeno.

Daniel Adrián Madeiro



Reflexión sobre una casa

Se afirmó sobre la parcela
más sólida del terreno,
plantando allí sus pies
de piedra, acero y cemento.
Desde entonces se irguió despacio,
con ladrillos y argamasa
cabalmente tejidos,
hasta alcanzar la altura que su función prescribe.
Se cubrió de tejas
contra el sol y la lluvia, y amplió su propio espacio
con puertas y ventanas.
Puedes verla maciza,
inamovible,
fuerte.
Así debiera obrarse
en la hechura de un hombre:
trabajar sobre firme,
de abajo para arriba;
dejaríamos de ser
tolderías temblorosas.

Daniel Adrián Madeiro



Soy el poeta

Soy el poeta,
el absurdo que sueña
que la luna es de plata,
que el mar teje la espuma,
que de néctar y rosas
son los labios amados.
El que estira las manos
y acaricia a los astros
y al bajar a la tierra
se le espantan los sueños
y se funde en el llanto
de los que ya se fueron
y se apiada del triste
y del menesteroso.

Soy el poeta,
un tonto,
un loco,
un inconsciente,
un romántico,
un pájaro,
un grillo,
una cigarra,
mil hojas de papel
plenas de garabatos.

Soy el poeta
y sueño
un mundo diferente,
una amada eterna,
un hombre siempre niño,
unos dioses piadosos,
un humano bueno.

Soy el poeta.
Escribo
lo que no será nunca.

Daniel Adrián Madeiro














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