Después del amor

Esta mujer y yo terminamos.
Ahora, dejando el desorden de las sábanas,
Hemos mirado por la ventana hacia la calle.

Un poco a la derecha
Unos obreros componen una enorme valla
Que dice: Todos con boinas rojas a la Plaza de la Revolución.

Ella se vuelve al interior del cuarto de hotel.
Yo miro sus nalgas color de tinta de imprenta.
Siento lo que los hombres normales ante tal espectáculo:
Doy gracias a quien corresponda por encontrarme vivo.

Domingo Nicolás Alfonso Pereira


Esta mujer que amo...

Esta mujer que amo... y no me ama,
por amar a quien nunca la ha querido,
este humo que tanto he perseguido
y que escapa de mí cual de la llama.

Esta agua de azucena que derrama
en la sed que por ella nunca ha ardido,
ni arderá alguna vez, y no ha podido
derramar en la boca que se inflama.

Esta mujer que me persigue huyendo
y en vano el horizonte persiguiendo;
este cielo distante de mi senda,

este juego de amor, que no comprendo,
esta mujer a quien la vida ofrendo
y que acaso no valga ni la ofrenda...

Domingo Nicolás Alfonso Pereira


Mientras mi domicilio se dirige haci el próximo día

Observo como me envuelves
con el manto lleno de minúsculas estrellas y millares de puntos
del oro más legítimo, despidiendo fulgor amarillo
He quedado aturdido, sin entender esto que hacías
y viéndome sobre aquel taburete, obsequio de Poveda
no pude decir palabra alguna, a pesar de mucho desearlo.
¿Quién eres tú?, ¿Porqué lo haces?, ¿Dónde fui elegido?
Llegaste bien temprano a la verja de nuestro jardín, pediste amor
Yo te conduje hasta el ángel trabado entre las ramas del algarrobo
aspirando entonces tibios perfumes irradiándose desde tu piel.
Pensé si atribuir tu visita a la esfera
huésped del cielo de casa, quizás inquieta ante algún presagio
pero adivino: vela para protegernos.
(De este modo puse en tus manos la sombrilla mágica de aquella señora
impenetrable anciana, la cual, ahora conozco
flotaba a veces en medio del humo de incienso).
Quisiera amiga, antes de marcharte
hoy al atardecer (comiendo manzanas del Jardín Prohibido
las cuales poseen todos los sabores existentes en los nueve universos)
prometas regresar un próximo otoño:
(Extraña viajera perenne, Dama de la corte del Tiempo)
Te juro guardar tus rosas dentro del corazón
pues no marchitan, manteniendo sus efluvios durante varios años.

Escucharé tus canciones
Sal de hermosísimas noches, inundando sentidos ávidos de placer
bajo esta luna bordando sobre mi cuerpo
filigranas de plata y azul
(Éxtasis del espíritu cautivo de tan bella música)
Alma de artistas anónimos nacidos en Persia
o las islas del Pacífico
Magos sabiendo inventar acordes ejecutados por el Invisible
Romanzas gozando de la propiedad
de anular angustias, procurarme descanso
Especie de sopor, extinguiendo así la propia vejez
-de pronto la fuente del cenit es una luz muy blanca
Mientras mi domicilio se dirige hacia el próximo día.

Domingo Nicolás Alfonso Pereira




Notarial Act

En esta ciudad de Marianao: A un costado del mundo
Viendo los días, las semanas y los meses
Cayendo como hollejos agrios en la garganta infinita de lo Eterno
Nadie, invisible: Condenados en vida; pasajeros grises
(El tren de los perdedores)
Azotados por el viento, el salitre y las palabras huecas
Que un vano mercader, en su tienda única
Pretende cambiar por el oro que nos falta
Sufriendo como el espejo cóncavo
No me devuelve mi figura de setenta años
Sino este amasijo: canas, angustias, fatigas y frustraciones
Oprimida el alma. Sin conocer el paraíso,
(Siempre detrás del horizonte)
Escondido entre telarañas del futuro
Bajo el paño oscuro de la dama sin rostro
Que permanece en tinieblas, sumergida
Y que acaso nunca nos mirará de frente.

Domingo Nicolás Alfonso Pereira


Nuestro abuelo

Seis cabezas de lana; nuestro abuelo
desgranando la fábula risueña,
a la lumbre dorada de la leña
que azula la cocina con su velo.

Sentados o tendidos por el suelo,
los chiquillos que andaban a la greña
forman cerco de sombra a la reseña
coronada de helado y caramelo...

Pero el tiempo deshizo aquel sonoro
cerco de risas, y un amargo día
¡dos pupilas cerradas y sin luz...!

Luego hileras de cirios, danzas de oro
en la trágica esperma en agonía,
nuestro llanto, una tumba y una cruz.

Domingo Nicolás Alfonso Pereira


Todo el tiempo del mundo

“el tiempo, todo el tiempo.” / Eliseo Diego
-Para mi bisabuela Elena Piloto, madre de mi abuelo materno-
(También para mi esposa y para Georgina Herrera y Nancy Morejón)

He deambulado por el Universo
bajo esta piel oscura
(que grita de dolor)
mis pelos no castaños, ni lacios:
(son espirales color ceniza)
Pero junto a mi corazón
o moviendo sus alitas, cerca de mí
Está mi Alma
y en ciertas ocasiones
esa Diosa transparente y Azul
ha sido luz dentro de mi ser
y sus dedos:
¿Acompañan los míos?

A veces,
por calles atestadas de gente:
-aceras rotas, rostros donde imagino
espejos vivos con mis dudas y contradicciones
dejándome mucho más solo
En medio de un mayor desamparo-
Entonces, desde un reino remoto
(hecho de sombras y nieblas
Tal vez me guarda mi difunta abuela
Elena, nacida en África)

Esta noche:
Yo pudiera decirle
Entra en mi casa abuela
Estos son mis hijos
Mi esposa te colará café:
Vienen siglos mejores para nosotros
Tenemos el tiempo,
todo el tiempo
Todo el tiempo del mundo.

Domingo Nicolás Alfonso Pereira




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