Destino

Tenía que ser así; estaba escrito
que la luz en el cielo se apagara
y a mis pies el sendero se borrara
y la noche llenara el infinito.

Y así fue: tras un golpe, tras un grito,
se extendió por el cielo una mampara,
y la estrella que fúlgida brillara
no alumbró más la senda que transito.

Tenía que ser así: que yo anduviera
por senderos de sombras y de abrojos,
te encontrara y mi amor se redimiera.

Y así fue: a la lumbre de tus ojos
en mi senda hubo luz, y primavera,
al primer beso de tus labios rojos.

Carlos Hugo Gamboa Molina


Llueve

Llueve sobre los árboles del huerto,
donde parece que la noche llora
y en donde en cada flor duerme la aurora,
mientras mi corazón sigue despierto.

Llueve sobre el poblado y el desierto,
y al rumor de la lluvia se incorpora,
cual una multitud que al cielo implora,
de los batracios el rural concierto.

Llueve sobre las lámparas del puerto,
y en cada lámpara hay un ser que añora
a otro ser que atraviesa el mar abierto.

Llueve sobre el andén, a esta hora,
cuando en más de un portal, al descubierto,
vela un niño sin pan... y el pan lo ignora.

Carlos Hugo Gamboa Molina



Más Allá de la Noche

Más allá de la noche está mi sueño,
mi estrella ensombrecida;
más allá de la sombra, del misterio
está el alba dormida.

Más allá de la noche está mi anhelo,
mi ilusión extinguida;
más allá va tu huella en el sendero
sesgado de mi vida.

Más allá de la noche están tus ojos
lindando con el día,
el cielo azul con mil estrellas de oro
y alguna estrella mía…

Más allá del abismo de lo ignoto,
de la nada vacía,
están tus manos, tu sonrisa, todo
lo tuyo en poesía.

Más allá de mi sombra tu diadema,
rica joya bruñida,
brilla con los fulgores de la estrella
que llevas escondida.

Más allá de tu sombra mi poema
es una rosa herida,
que florece después de primavera
y muere florecida…

Más allá de tus ojos no hay más cielo
que el de mi fantasía;
más allá no hay felices derroteros
para mi senda umbría

Más allá de la noche yo te espero,
¡Te espero todo el día!

Carlos Hugo Gamboa Molina


Presencia

Si te preguntan por mi vida, diles
que vivo aún, que todavía no muero;
que todavía me sobra sol de enero
para el ocaso gris de mis abriles.

Que no llegó el metal de los serviles
a doblegar el temple de mi acero;
que aún el bronce y el laurel prefiero
al fácil galardón de áureos perfiles.

Que aún no tengo el corazón enfermo;
que el alma llevo entre rebelde y mansa,
pero a la hora de la lid no duermo.

Que, no teniendo un acre de labranza,
estoy abriendo surcos en el yermo,
para sembrar hectáreas de esperanza.

Carlos Hugo Gamboa Molina



"… recordar casi compensa, y aunque yo no veo actualmente, me imagino todo lo que vi, guardo las imágenes visuales que yo capté, con sus formas y colores, de tal manera que yo puedo hacer el bosquejo de una mariposa, de una persona… lo puedo hacer a grandes rasgos; yo incluso combino los colores. Por eso en la poesía no encuentro dificultad porque cuando digo “el cielo azul” yo inmediatamente recuerdo el color azul del cielo…"

Carlos Hugo Gamboa Molina


Respuesta
(a una niña)

Ser ciego es percibir el universo
en una dimensión desconocida;
es no hablar del dolor ni de la herida,
o hacerlo sólo en música o en verso.

Es batallar con denodado esfuerzo
por alcanzar la meta prohibida,
es inventarle encantos a la vida,
para ganársela al destino adverso.

Es perseguir con decidido paso
el sueño de oro y el esquivo anhelo,
sin temor al tropiezo ni al fracaso.

Es intuir la beatitud del cielo,
y ver a Dios. Y niña, si es el caso,
adivinar tus ojos y tu pelo.

 Carlos Hugo Gamboa Molina


Te Regalo mi Noche

A Rosita

¡Te regalo mi noche
con todas las estrellas apagadas!
¡Endrino lienzo donde a pinceladas
de todos los colores
podrás pintar el alba!

¡Te regalo mi noche,
densa, con una nube estacionaria!
¡Con todas las auroras malogradas,
y una ilusión de albores
pergeñada en el alma!

¡Te regalo mi noche,
perenne, sin ocasos ni alboradas,
sin atisbo estelar en lontananza,
sin faro al horizonte,
sin luz en las miradas!

¡Te regalo mi noche,
sonora en la oquedad de las guitarras,
silenciosa en la rosa desvelada,
poblada de rumores
y sombras en las ramas!

¡Te regalo mi noche
Yo sé que tú podrás iluminarla
con efluvios galácticos y ráfagas
de cósmicos fulgores
y luciérnagas raudas!

¡Te regalo mi noche,
Poco se dan las noches regaladas,
Pues “Las Mil y una Noches” Scherezada
Se las dio en mil perdones
A Shahriar en Arabia!

¡Te regalo mi noche,
así, como si no te diera nada!

Carlos Hugo Gamboa Molina


Una Canción

Una canción emerge de una rosa
bajo la lluvia cálida y serena,
como el llanto furtivo de una pena
en las pupilas de una niña hermosa.

Una canción es una mariposa
que vuela de la caña de una quena
al diapasón de una guitarra buena
y en un rincón del corazón se posa.

Una canción, como una perla, yace
en el fondo del mar, de donde aflora
cuando muere un amor, o cuando nace.

Por eso una canción a veces llora
de tristeza, y a veces se deshace
en alegría de luz, como la aurora.

Carlos Hugo Gamboa Molina



















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