El amor apenas   
le rozó los dedos… 
La vida le dijo 
adiós desde lejos,
agitando en alto
un sucio pañuelo 
y el cielo esa noche
quedó sin luceros 
¡Que todos en balas
los clavó en su cuerpo!

Flor Loynaz
Sobre el asesinato de Lorca



El mismo camino

Hay que ir siempre por el mismo camino.
Sobre la misma tierra, bajo los mismos árboles.
Hay que ir siempre por el mismo camino
que yo sola he cruzado
¡y llegar hasta ti!
Y llegar hasta ti, con los ojos deslumbrados
de la luz azul de todos los amaneceres pálidos
¡y llegar hasta ti!
Para luego alejarme
por el camino… llenos los ojos de la tarde…

Flor Loynaz Muñoz


En mi biblioteca

Libros maravillosos y deshechos
donde la traza y la polilla un día
con hambre semejante al hambre mía
aquí encontraron alimento y lecho.

Viviendo estamos bajo el mismo techo
¡y bien conoce Dios cuánto querría
aplastaros a todas a porfía
si al corazón no repugnara el hecho!

Mas pienso en vuestras vidas pequeñitas
que aquí transcurren apaciblemente:
y en mi vida que pasa lentamente

como un ala entre sombras infinitas.
Es por eso que inclino la cabeza

y se cruza de brazos mi tristeza.

Flor Loynaz



Soneto al ron 

Si de tu mal he de morir un día,
que llegue a mí la muerte en buena hora
Si es veneno, por cierto que atesora
la belleza, el amor y la poesía. 

Trae la copa triunfal… apuraría
apasionadamente la incolora
bebida que me embriaga seductora
adormeciendo mi melancolía. 

Y los que dicen acertadamente
que a causa tuya, moriré temprano,
sepan que yo lo sé, y que demente,

fascinada tal vez por un lejano
sueño que se hizo sed, bajo la frente
y mendiga de ti, tiendo la mano. 

Flor Loynaz


Trenino

Trenino, hijo mío, mi perro:
quisiera tener tu corazón
tanto como quisiera tu cerebro;
un corazón humilde y un cerebro sencillo
que llevar dentro del cuerpo.
Y un cuerpo como el cuerpo tuyo: fuerte,
ágil, rudo a la vez ¡eso yo quiero!

Odio el hablar, que es privilegio triste,
prefiero tu ladrido: es más sincero
y más noble y más claro que la inútil palabra
con que hablo y con que pienso.

La burra de Balaam quedó asombrada
al hablar –y aunque fue sin entenderlo–
con la palabra le brotó una lágrima
que hocico abajo le rodó hasta el suelo.

Trenino, mi perro, mi hijo:
tú eres el mundo todo entero
puesto que eres inocente y fuerte
como el mundo en que creo.
Como el mundo que Adán no hubo manchado
con el pecado y con el sufrimiento.

Para ti –Dios lo sabe– son inútiles
el Infierno y el Cielo.
Por eso cuando mueras es posible
que te tome en sus manos un momento
y quede pensativo… ¡Sin saber
cuál es tu sitio en todo el Universo!

Flor Loynaz








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