El árbol del recuerdo

Hay en el yermo oscuro de la vida
un árbol consagrado al sentimiento,
a cuya sombra duerme el pensamiento,
velado por el ángel del amor.

El sol no quema sus brillantes hojas
ni el viento del olvido las consume;
su tronco no se abate; su perfume
se aspira dulcemente en derredor.

Las aves del desierto peregrinas
buscan seguro abrigo en su follaje;
el aura se columpia en su ramaje
y el torrente le brinda su cantar.

Nunca el turbión que rueda en el vacío
bate sobre él sus alas destructoras;
ni las nubes empañan las auroras
que van allí su luz a derramar.

Domingo Díaz Granados

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