El era un César

Han de estar y estarán… El era un César.
César, emperador de la nobleza,
del buen amor, y del sentir santo:
por la epidermis le subía el alma
y por el alma le brotaba el canto.

Lis en los cielos, escapó al suspiro
por la corola virginal del alba,
cuando la gloria le besó las sienes,
porque de humilde sonrojó sus mieles
míentras del canto le brotaba el alma.

El era un César; semidiós del viento
en alta torre de marfil y plata,
sus vigilias de luz eran estampas,
turpial de verbos en perenne estatua
porque del alma le brotaba el canto.

Así, callado, a su mutismo de angel
llegó la fama con fastuosas galas,
enamorada en el amor del bardo
para dejarle en su prisión las alas,
a quien del canto le brotaba el alma.

Carlos Alfredo Chamier

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