El Idilio De La Montaña

¿No has visto descender desde la altura
de la montaña, entre tupidas lianas,
dos fuentes de agua pura
que al llegar a la paz de la llanura
se buscan y se abrazan como hermanas?

Separadas nacieron, separadas
bajaron por los recios peñascales,
como si en vez de alegres camaradas
se dijese que fueran dos rivales.

Pero la suerte quiso
que las dos se acercaran de improviso
al bajar por las ásperas pendientes,
y al hallarse tan cerca sus corrientes
descorrieron el velo de sus brumas,
y al verse, sonrieron
y algo muy en secreto se dijeron
en la armoniosa voz de las espumas.

Así empieza la lucha desde lo alto
de la montaña que el idilio ampara;
si las acerca un salto
otro salto más luego las separa;
así fueron bajando de la altura
buscándose y huyendo,
suspirando unas veces y otras riendo
hasta encontrar la paz de la llanura.

Y al llegar a la vega que sonriente
como un lecho magnífico se abría
se enlazaron las dos eternamente
bajo la hermosa claridad del día:
¡así son nuestras almas: lentamente
la tuya irá acercándose a la mía!

Demetrio Fábrega Arosemena



Liberación

Voy atado a la vida como bestia a la noria,
pisando, a cada vuelta, sobre mi propia huella,
sin nada que me diga de un canto de victoria
y viendo en el espacio brillar la misma estrella.

Un día -cualquier día- yo sentiré la extraña
sensación de que se abre este círculo estrecho,
sentiré una luz nueva que mi pupila baña
y un grito de aleluya brotará de mi pecho.

Demetrio Fábrega


Llanto mudo

En la altiva y vetusta catedral de Toledo,
en la puerta que se abre por el lado de Oriente,
he visto una cariátide que, al decir de la gente,
de un hereje famoso era vivo remedo.

Cuando la lluvia cae por entre el fino enredo
de los frisos que adornan esa mole imponente,
una gota resbala sobre la faz doliente
y, al llegar a los ojos, se detiene con miedo.

El sol, al levantarse en su marcha gloriosa,
en la muerta pupila, como lágrima viva,
hace brillar la gota que rodó silenciosa.

Y es así cómo ha siglos, sepultada entre yedra,
la cariátide aquélla, que del mundo se esquiva,
viene llorando a solas con sus ojos de piedra.

Demetrio Fábrega


Lo que me dijo una Gitana

Una gitana me dijo un día
(una gitana de Andalucía
cerca del viejo Guadalquivir)
¿quieres tu suerte saber, hermano?
Deja que lea sobre tu mano,
que en ella escrito va el porvenir.

Mostré mis manos a la hechicera
que hizo sobre ellas a su manera
signos extraños, con gravedad;
y terminado que hubo el conjuro
díjome en tono firme y seguro:
ahora, si quieres interrogad.

Buena gitana le dije luego,
sólo una cosa decir te ruego,
sólo una cosa quiero saber.
Tú que al Misterio quitas la venda
y todo sabes, ¿ves en mi senda
la dulce imagen de una mujer?

Cerró los ojos por un momento,
y luego dijo con lento acento
cual si leyera sobre un misal:
miro que encuentras en tu camino
un ser hermoso, un ser divino
como en la vida verás igual.

Es la que miro de tez trigueña;
suave el cabello que se despeña
como cascada desde su sien.
Dulces los ojos. Como de un niño
es su sonrisa. Como el armiño
es blanca su alma. ¿Ya sabes quien......?

Será tu novia, será tu esposa,
tu vida, hermano, será dichosa
sin que la turbe ningún dolor;
pues tú has logrado ganar la palma,
y ella ha de darte toda su alma,
toda su vida, todo su amor!

Y hoy me pregunto en mi agonía
lleno de anhelos y de ansiedad
si la gitana que así decía,
si la gitana de Andalucía
dijo verdad!

Demetrio Fábrega


Ritmo Eterno

Ritmo eterno de la vida.
Agudiza tu oído y escucha
las voces con que habla la naturaleza:
en el mar que acaricia la playa que espera
sonriente y tranquila;
en la brisa que agita la rama
con materno mimo,
y deja que ruede sobre el verde césped
el fruto maduro, cargado de mieles,
para que lo alcance la mano del niño;
en el Sol que se enciende de gloria
todas las mañanas,
y muere en la tarde,
envuelto entre nubes de topacio y grana;
en la noche que prende en el cielo
el prodigio de su luminaria;
en la lluvia que todos los años
celebra la fiesta de su epifanía,
entre los maizales y entre las espigas;
en la golondrina que cuando se acerca
el gélido invierno,
viene desde lejos
a formar su nido bajo el mismo alero.
Ritmo eterno de todas las cosas!
Del verso que anima la palabra fría,
para que renazca a una nueva vida;
de la llama que chisporrotea
en noche hogareña;
de la nota alada,
que cual ave errante,
detiene su vuelo
sobre el hilo frágil de los pentagramas.
¡Ritmo eterno de todas las almas!
De la madre que mece
al niño en la cuna,
mientras le musita la dulce plegaria
que su sueño arrulla;
del amor perenne que a través de siglos
la vida transmite en el mundo,
de la madre al hijo,
de la flor al polen,
y de polen al fruto maduro;
del dolor que llora la cuna vacía,
la alcoba enlutada,
y la rama muerta cuando se desgaja.
¡Ritmo eterno de todas las cosas!
¡Ritmo eterno de todas las almas!

Demetrio Fábrega



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