En el café

Una de las últimas veces que estuve en un café fue un domingo  de verano, lo recuerdo bien, porque  casi todo  el mundo iba en mangas de camisa y sin corbata, y pensé: tal vez no sea domingo, como yo creía, y el hecho de que pensara exactamente eso hace que me acuerde. Me senté a una mesa en medio del local, a mi alrededor había mucha gen­te tomando canapés y bollos, pero casi todas las mesas estaban ocupadas por una sola persona. Daba una gran impresión de soledad, y como llevaba mucho tiempo sin hablar con nadie, no me habría importado intercambiar unas cuan­tas palabras  con alguien. Estuve meditando un buen rato sobre cómo hacerlo, pero cuanto más estudiaba las caras a mi alrededor, más difícil me parecía, era como si nadie tuviera mirada, desde luego el mundo se ha vuelto muy deprimente. Pero ya había tenido la idea de que sería agradable que alguien me dirigiera un par de palabras, de modo que seguí pensando, pues es lo único que sirve. Al cabo de un rato supe lo que haría. Dejé caer mi cartera al suelo fingiendo que no me daba cuenta. Quedó tirada junto a mi silla, completamente visible a la gente que estaba sentada cerca, y vi que muchos la miraban de reojo. Yo había pensado que tal vez una o dos personas se levantarían a recogerla y me la darían, pues soy un anciano, o al menos me gritarían, por ejemplo: «Se le ha caído la cartera». Si uno dejara de albergar esperanzas,  se ahorraría  un  montón  de decepciones. Estuve unos cuantos minutos mirando de reojo y esperando, y al final hice como si de repente me hubiera dado cuenta de que se me había caído. No me atreví a esperar más, pues me entró miedo de que alguno de aquellos mirones se abalanzara de pronto sobre la cartera y desapareciera con ella. Nadie podía estar completamente seguro de que no contuviera un montón de dinero, pues a veces los viejos no son pobres, incluso puede que sean ricos, así es el mundo, el que roba en la juventud o en los mejores años de su vida tendrá su recompensa en su vejez.

Así se ha vuelto la gente en los cafés, eso sí que lo aprendí, se aprende mientras se vive, aunque no sé de qué sirve, así, justo antes de morir.

Kjell Askildsen


"En principio, el concepto del alma humana no me interesa en absoluto porque soy ateo y Ése es un concepto muy religioso. Sin embargo, que no hable de los muebles de una habitación no significa que no me interese el entorno."

Kjell Askildsen


"El mundo está lleno de insensatez y confusión, la falta de libertad tiene profundas raíces, la esperanza de igualdad está disminuyendo, la fuerza superior es demasiado grande, eso parece. Tenemos que estar contentos con lo bien que vivimos, dice la gente, la mayoría vive peor. Y luego toman pastillas contra el insomnio. O contra la depresión, o contra la vida. ¿Cuándo llegará una nueva estirpe que entienda el significado de la palabra igualdad, una estirpe de jardineros o ingenieros forestales que talen los grandes árboles que dan sombra a todos los pequeños y que quiten los brotes bordes del árbol de la ciencia?"

Kjell Askildsen


"He escrito algunos principios, pero llego a un punto desde donde ya no puedo continuar. Quiero, pero no puedo."

Kjell Askildsen



"Los relatos deben ser una minúscula obra de arte."

Kjell Askildsen



"Nunca se es tan viejo como para perder la esperanza."

Kjell Askildsen


"¿Por qué no escribo sobre el mundo, la situación mundial o las guerras? Contestaré que sí lo hago. Porque el mundo está consignado en los relatos. Tal vez sea una afirmación algo fuerte, pero es mi opinión, de la misma manera que el mundo está consignado en mí. Soy políticamente consciente, también porque escribo sobre lo que hago. Escribo sobre nuestra época, sobre el espíritu de esta época, sin decirlo con palabras, quiero decir."

Kjell Askildsen



"Si el texto va a resultar merecedor de ser leído, es la forma la que lo hace merecedor de ser leído, lo que yo he cultivado como autor es la forma."

Kjell Askildsen



"Sólo puedo escribir cuando puedo escribir. Hay un largo tiempo de espera hasta que llegue el principio de una historia, aparece en mi cabeza una imagen que tengo que anotar. En ese momento no sé cómo se va a desarrollar el relato, pero lo hace en virtud de lo que ya he escrito. Si las últimas frases del día anterior no resultan satisfactorias, las borro y continúo desde donde me parece bien. No soy ningún crítico (literario), soy un hombre sin estudios, no poseo ninguna de las palabras necesarias para decir por qué algo es bueno. Pero la literatura es el único punto en mi vida en el cual tengo la sensación de estar seguro de mí mismo. Ésa en sí es una buena razón para escribir. Hay algo muy satisfactorio en producir algo que sabes, mientras lo haces, que va a ser bueno, y que, cuando lo has acabado, sabes que es bueno. Entonces no se puede negar que la vida se vuelve un poquito más pobre cuando uno ya no consigue esto."

Kjell Askildsen











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