ESE DIOS QUE PRESENTE ESTÁ EN LA HISTORIA

Mirar la blanca Hostia de infinito,
trastoca suelo y mundo incomprensible;
 contemplar, sin palabras acertadas,
acerca poca cosa a Su presencia.

Es la fe, que imposible, todo explica,
la razón me lo dicta razonable,
la humildad es razón más exquisita,
de admirar es razón con testimonio.

Aquellos que lo han visto me lo dicen,
y ser ciertas merecen sus palabras,
 ese Dios que presente está en la historia.

Rendido caigo en Hostia pura y blanca,
y querer traspasar el mar a un cubo,
es querer explicar lo inexplicable.

Eulogio Díaz García


Memoria del ayer

Iré de viaje un cálido verano,
¿qué quedará de mi estancia,
la memoria del ayer?,
¡o quizá lo que pude haber hecho mañana!.
¿Quedará el vacío, o el aire estanco
de la ventana cerrada?
Cuando pase por allí el día, en su ocaso,
¿qué le dirán mis sombras
en la ausencia obligada?,
¿qué le dirán los libros, el sofá,
y el espejo de la sala?
?Qué dirán los recuerdos de lo que
yo soñaba antes de salir el alba?
Se oirán los destellos
de los paisajes que anduve lejos,
siempre desde allí, quedando quieto,
de tiempos que fueron escritos
y son ya desvelos eternos.
Y quedarán pensamientos junto al aire
que desplazaba al construir mis versos,
...y mis oraciones, que habrán impregnado
el recinto de todo lo hermoso y bello,
y versos, versos... muchos versos de intentos...
y una sombra azul de haber vivido
un alma con su cuerpo.

Eulogio Díaz García


Mírala por ahí viene

Mírala por ahí viene
la primavera nos llama,
salió del naciente sol,
descalza, sin esperarla!

Su cuerpo, delgado junco,
su pecho, verde manzana,
blanca luna son sus ojos,
su tierra, luz alfombrada.

¡Ay, de sus labios, colores,
inundan rojo escarlata,
en su sangre de amapolas,
se abraza naciendo el alba!

Aún despierto, y en mis sueños,
no me canso de mirarla,
sus aguas son de arco iris,
sus olas, roja granada.

¡Primavera, ven conmigo,
quédate, nunca te vayas!
los dos soñaremos juntos,
deja que tarde el mañana!

Eulogio Díaz García


Simple todo, como el viento...

El bronco ruido del aire envejecido,
–claro mirar de la rosa acostumbrada–
el simple soñar del pájaro en su rama,
el dulce fluir del río en su camino.

Simple todo, como el viento de la nada,
como el mosto que transforma dulce al vino,
como el verso que es un canto y es olvido,
como el beso cuando mira en su mirada.

Cuando el alma en la simpleza es reflejada,
la mentira entra en su vida transformada,
ruge el viento y lo traduce en las palabras,
tan sencillas, que parecen decir nada.

El poeta entre las sombras, rebuscando,
pone acentos en la lira de su escrito,
nace un verso de sencillo manifiesto,
con la pluma entre sus dedos se ha dormido.

Eulogio Díaz García


... Y ahora, que ya tengo tiempo

… Y ahora, que ya tengo tiempo
de contar todas las estrellas,
de coleccionar rosas de mañanas azules,
de pasear caminos rotos
y descubrir las tardes oscuras,
resulta que no encuentro versos,
que mis palabras crujen cuando las busco
y me causan dolor
al envolverlas en terciopelo.
Que huyen de mí cuando las quiero regar
y darles un abrazo de ardiente hora,
cuando quiero pintarlas en surcos de plata
y hacerlas volar en canciones de primavera.
Recorro mi silencio entre los dedos
y tan sólo el rocío brilla en ausencias
que nunca me envolvieron,
y se olvidaron de nacer cualquier día.

… Sigo el intento de buscar esos versos
y soñar los caminos perdidos...
pero están ahí,
con su luz inverosímil,
con la belleza en sus labios de granadas
a punto de estallar,
como verano ausente,
como arco iris en lugar recóndito,
como ciervo perdido en la selva de amapolas.
…Y encontraré esos versos,
contaré las estrellas que me faltan,
llenaré de mil besos las horas perdidas
entre aquellos abrazos que siempre florecieron.
¡Tengo tanto que hacer,
tanta prisa me he de dar,
que no quiero ni oír palabras de silencios
ni de sueños que no pueda descifrar!

Eulogio Díaz García











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